POV Marena
Desperté por culpa de una pequeña luz que se infiltraba en la habitación, desde la ventana hasta mis ojos. Alcé una mano con la intención de que esa luz ya no golpeara contra mi visión.
Escudriñé la habitación. No conocía nada de esto. Estas no eran mis sabanas, o mis almohadas, o mi colchón. Di media vuelta, rodando sobre mí misma. Ryan dormía al lado mío con la boca un poco abierta. Me parecía graciosa la manera en que dormía y sus dientes delanteros brillaban.
Al dormir, Ryan hacia un sonido, como una clase de pito, como cuando uno tiene tos y al respirar sientes como una especie de pitido sale de tu boca. Fruncí el ceño. No era normal. Ryan nunca había tosido, al menos desde que estoy con él. De seguro está pescando un resfriado por culpa de la nieve.
Me senté en la cama. Haca más frío de lo habitual. Miré para abajo con la intención de buscar mis pantuflas, pero me lleve una gran sorpresa ¡Estaba desnuda!
Me acordé de todo como una especie de epifanía. Sonreí al recordar todas las escenas eróticas que había experimentado esa noche. Miré a Ryan sobre mi hombro. Seguía dormido. Me levanté y agarré la camisa de Ryan, me la puse. También me puse mi ropa interior. Me hice una coleta y salí del cuarto hasta llegar al baño.
Me cepille los dientes. No podía dejar de sonreír al recordar todo lo que había pasado anoche. Caminé hasta la cocina para preparar el desayuno.
Frené en seco al ver a Ryan preparando el desayuno. No llevaba su camiseta, sólo sus jeans. Él me miró por el rabillo del ojo, me sonrió y yo le devolví la sonrisa. Ryan se acercó a mí lentamente y puso sus manos en mi cintura. Yo posé mis manos en sus musculosos brazos.
— ¿Cómo amaneciste, linda? — Dijo Ryan con diversión en su voz.
— Bien. — Dije tratando de sonar seductora.
— ¿Esa no es mi camisa? — Preguntó él.
— Mjmm. — Dije asintiendo y con una sonrisa.
Ryan sonrío y acerco sus labios a los míos. No me importaba el hecho de que no se hubiera lavado los dientes, de hecho, quería que siguiera, seguir toda la noche, todo el día, sería algo jodidamente perfecto.
Con sus fuertes brazos, logró alzarme y me sentó en el mostrador. Mi culo se estaba congelando en esta cerámica, pero no me importaba. Maldita excitación. Rodee a Ryan con mis piernas y en ese momento supe que íbamos a ser peor que los conejos.
POV James
Me desperté en una habitación completamente blanca. Miré al otro lado de la cama y no había nadie, ni siquiera la preciosa chica con la que estuve presente. Se había ido dejándome solo.
Me levanté de golpe de la cama y me dirigí directamente hacia la ventana. Los padres de Nathalia estaban dirigiéndose hacia un taxi con unas maletas en su mano y detrás de ellos estaba Nathalia caminando con melancolía dibujada en su rostro. Aún tenía tiempo.
Corrí bajando las escaleras ya que no tenía tiempo para esperar el ascensor. Al llegar a la entrada del hospital ya el taxi se había marchado. Giré la cabeza y vi cómo había otro taxi libre.
Me monte en el asiento trasero.
— Persiga ese taxi. — Dije señalando el taxi amarillo en el que se encontraba Nathalia.
El taxista obedeció y puso en marcha el automóvil.
POV Nathalia
Estaba en el taxi apoyando mi cabeza en el parabrisas. No me sentía bien, de hecho, me sentía demasiado culpable. ¿Qué clase de persona deja a otra en un hospital? Suspiré dejando una especie de neblina en el parabrisas.
Extrañaba a James, era algo de lo que me quería quitar de la cabeza. Necesitaba olvidarlo para olvidar todo lo malo que me dejó en su lugar.
— Ese auto nos lleva persiguiendo desde hace dos cuadras. — Dice mi madre desde el asiento delantero.
Extrañada, miré para atrás al igual que mi padre y veo cómo James está en el asiento trasero con una sonrisa esperando a que yo se la devolviera. Hice lo contrario a eso, lo miré con estupefacción y recelo.
Volví mi mirada hacia delante. Quería mantener la mirada dura pero no podía por el hecho de saber que él estaba dispuesto a luchar por mí.
— ¿Ese no es el chico que estaba en el hospital contigo? — Dijo mi padre sin dejar de mirar atrás.
Me limité a no responder. El taxi paró al llegar a nuestra casa. Mis padres y el conductor bajaron para sacar las maletas, mientras yo me quedé un rato en el asiento pensando en si salir o no. Si lo hacía James me vería y me perseguiría y, posiblemente, mi padre le dé una golpiza con sus brazos huesudos.
Tenía que dejar de pensar por un tiempo. Relaje mis músculos y respiré lentamente. Abrí la puerta del taxi y salí caminando hasta la puerta de la casa. Pero cuando estaba en mitad de mi trayectoria escucho los frenos de un auto detrás de nuestro taxi.
Giro mi cabeza y logro ver como del taxi sale James corriendo a mi dirección. Lo más correcto era que yo corriera hasta la entrada y le cerrara la puerta en la cara, pero como soy educada, sólo me quedé parada mirándolo.
— Nathalia. — Dijo él con alivio al verme.
— James — Dije sonando afligida. — ¿Qué haces aquí?
— Dije que te seguiría.
— No puedes sólo volver a mi vida y cagarlo.
Mi padre se acercó a nosotros haciendo una especie de muralla entre James y yo. Sabía que lo iba a hacer tarde o temprano.
— Cariño — Me dijo mi padre sin dejar de ver a James. —, ¿Este chico te está molestando?
Era una buena oportunidad para hacer que James se fuera y cada quien tome uno por su lado.
— No, papá. — Dije lamentando las palabras que dije. —, ¿Podrías dejarnos unos minutos, por favor?
Mi padre vaciló por unos segundos y luego camino hasta la casa junto con mi madre. Ambos taxis se habían marchado y sólo quedábamos James y yo en la inmersa nieve en nuestros pies.
— Tienes menos de un minuto para explicarme la razón del porqué estás aquí. — Dije cruzándome de brazos.
— No muchas personas me quitan el aliento, pero tú ni siquiera lo intentas. Envidio a aquel que puede verte todos los días. No soy bueno con las palabras, y mucho menos con los hechos. Sé que cometí un error al engañarte y es algo de lo que me arrepiento diariamente. Quiero que me des una oportunidad para demostrarte que puedo cambiar y darte lo que otro nunca te dio. La verdad, es que... te amo.
Negaba con la cabeza pensando en todas esas mentiras que acababa de ensayar. Respiré hondo. Tenía una guerra en mi interior de corazón contra cerebro.
— Quiero ser alguien que no dejen los chicos de elegir — Dije. —, pero la verdad es que soy la persona más reemplazable que existe. Por favor, James, sólo déjame en paz.
— Pero... — Decía él pero yo estaba caminando en dirección a la entrada de mi casa.
Al entrar le cerré la puerta en toda la nariz. Corrí hasta mi habitación y tomé mi teléfono. Marqué el número de Marena, atendió en el cuarto tono.
— ¿Hola? — Dijo Marena. Sonaba agitada.
— ¿Marena? — Dije preocupada. —, ¿Estas bien?
— Me llamaste en el peor momento. — Dijo Marena y luego dio un gemido. ¡Oh Dios!
— Oh — Dije enajenada. —, lo siento. — Colgué.
Miré nuevamente a la ventana y allí estaba James, sentando en la escalera en frente de la puerta principal envuelto con sus bufandas y chaquetas. Se abrazaba a si mismo tratando de darse más calor. Parecía que en serio no se iba a mover de allí.
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Holaaaa!!! Yo, otra vez. En la imagen está Nathalia :3
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Nicotina © [Sin editar]
RomantizmMarena Simpson cuenta la historia de su vida antes de ser sentenciada a ir a un centro de rehabilitación. Su vida es muy diferente a la que ella creía que iba a ser. Es una huérfana de dieciséis años, vive con su hermana gemela Taylor y gracias a un...