Cool Kids

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—No puede ser —dijo una voz femenina. Esa voz. Abrí mis ojos de un solo golpe al escuchar esa melodiosa voz—, tienen un gato.

Nicotina. Aún estaba oscuro, era de noche. No me moví de mi acolchada campaña de sabanas, mantuve mis ojos abiertos al igual que mi atención. Esa voz la conocería donde fuera, sería difícil no distinguirla. Era como el sabor de tu comida favorita después de tantos años de no saborearla.

Era Taylor. Mi hermana gemela Taylor Simpson.

No era necesario que la viera para saber que era ella. Nicotina ronroneaba y sabía por intuición de que Taylor debía de estar acariciándola. Intentaba resistirme a levantarme de las sabanas y abrazarla o reclamarle por haberse ido, pero algo me lo impedía.

—Es imposible que hayan adoptado un gato —dijo una voz masculina, más gruesa. Esa también era otra voz que nunca olvidaría. Era Daniel—, a Ryan no le gustan los gatos.

Sabía que aferrarse al odio es como tomar veneno y esperar que la otra persona muera pero lo odiaba tanto por hacer que mi hermana se alejara de mí, por abandonar a Ryan cuando más lo necesitaba para cuidar su culo. Sin darme cuenta estaba llorando pero no emitía ningún sonido. Taylor no sabía cuánto me he cansado de pensar en ella, y ella quizás anda por ahí, descansando en brazos de otra persona.

—Marena es muy persuasiva ¿Sabes? —Dijo Taylor y escuchaba como se acercaba a mi campaña.

Pude ver su silueta atravesar mis sabanas. Estaba igual de delgada y su cabello platino estaba más largo. Quería abrazarla y decirle que cada vez que mi teléfono se encendía esperaba que fuera ella. La forma en la que dijo mi nombre me llegó al corazón como una lanza.

—Lo sé —dijo Daniel con un suspiro—, a veces extraño cuando me azotaba con su mirada.

Taylor rió entre dientes. Vi como su sombra se movía dejando una caja al lado de mi carpa. ¿Un regalo? ¿Para mí? Taylor se alejó y sabía que se acercó a David, no podía moverme por miedo a ahuyentarlos.

—La extraño mucho —dijo Taylor ¿Hablaba de mí?—, la amo, hizo de mi vida una aventura.

Si supiera lo que pienso de ella. Cerré los ojos tratando de que las lágrimas pararan pero esas palabras hicieron que aumentaran de intensidad ¿Y Ryan seguía dormido?

—Yo también extraño a mi hermano —dijo Daniel—, me duele verlo conectado a una máquina.

—Estará bien —dijo Taylor y oí el sonido de un beso—, mi hermana cuida de él, créeme, ella sabe qué hacer.

—De acuerdo —dijo Daniel—, sólo espero que la quimioterapia le haga bien.

—Vámonos —dijo Taylor. No—, antes de que despierten.

Escucho el sonido de la puerta cerrándose. No lo pude soportar más. Me levanté de las sabanas y abrí las cortinas de sabanas de cuadros. Atravesé la cama de Ryan quien seguía durmiendo y abrí la puerta provocando un sonido de tuercas oxidadas. Los pasillos eran blancos y las sillas estaban vacías, las luces iluminaban el corredor y no había nadie.

Nadie.

Intentaba decirme que mi vida era completa sin ella, pero ¿Por qué mentir? Daniel y Taylor se habían marchado sin decir nada o despedirse, pero lo único que me alegraba era que seguían aquí, en el país y que por lo menos se acordara de mí o de mi nombre al menos.

Entré a la habitación nuevamente cerrando la puerta lentamente con la cabizbaja. Había perdido la oportunidad de abrazarla y decirle que aun la amaba y que quería que se quedara conmigo. Siempre iba a ser así, ocultar mis sentimientos.

Nicotina © [Sin editar]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora