Nathalia se ofreció a venir a mi casa una hora antes de la fiesta para arreglarme, yo acepté y no medí las consecuencias ya que ella tomaría el control de mi vestimenta. La conocía perfectamente como para adivinar que vendría a usarme como una muñeca de trapo. Me maquillaría a su gusto y la verdad era que su gusto eran muy exagerado para mi estilo. De solo verla te hipnotizaban sus largas y delgadas piernas, sin contar sus camisas escotadas.
Taylor se encontraba encerrada en su habitación, como siempre lo venía haciendo. Nathalia lucía hermosa. Su confidencialidad me hacía sentir... mal. La quería como amiga, la adoraba, pero mi autoestima es excesivamente bajo, y mas cuando me hallaba a su lado.
—Nada de faldas, ya te lo dije —le repliqué sentada en el borde de mi cama con los brazos cruzados.
Solía usar camisetas holgadas y vaqueros con unos tenis. Nathalia y yo eramos muy diferentes, sin embargo, su carisma fue lo que me atrajo a la risa y me hizo confiar plenamente en ella. Su forma de ver la vida era diferente a la mía.
—Vamos, Marena —dijo Nathalia con persuasión acercándose a mi armario—, es una fiesta universitaria, no una fiesta familiar ¿Sabes lo ridícula que te verás así en una fiesta de mayores?
Nathalia señaló mi atuendo. No le veía nada de malo usar una camiseta promocionando a Linking Park y unos pantalones bombacho. Era cómodo y práctico, ¿Y a quien no le gustaba Linking Park? No iba a ir de esta manera, solo era una piyama, aunque mi atuendo sería similar a esto. Me sentí ofendida al señalarme con repulsión.
—Está bien —dije golpeando mi regazo con ambas palmas en manera de derrota—, ¿Que sugieres?
Una sonrisa se dibujó en Nathalia y se dio media vuelta para registrar mi armario. No tenía muchas prendas, como lo había dicho anteriormente, todo era regalado.
—Esto —dijo Nathalia extrayendo una camisa negra de mi guardarropa—, con esto —despojó una falda color vinotinto.
Se veía bien para mi estilo reservado, aunque muy rebelde. Lo que no me parecía era la falda, nunca pensaba usar faldas. No por tener piernas peludas, ya que de por sí, era lampiña. Mostrar mis piernas me desconfiaba. Eran muy delgadas y cortas. Mi estatura era baja. No llamaría la atención de nadie.
—Te dije que nada de faldas —le espeté.
—Por favor —Nathalia unió sus dos manos y mi observaba con la mirada que tanto me hacía aceptar sus incorrectas decisiones—, por mí.
Miré la falda por un momento y aun así, me gritaba diciéndome que no la usara. Iba a ser una falta de respeto a mi persona. Había prometido no ser como Taylor usar miniaturas que no dejaban nada a la imaginación. Aunque, solo iba ser una vez, una fiesta, saldría rápido y nadie notaría que yo usaba una falda, contaba con que muchas personas estuvieran a mi alrededor.
—Está bien —dije de mala gana—, pero usaré un suéter, no pienso pasar frío solo para lucir linda.
Nathalia sonrió de oreja a oreja y supe al instante que me iba a lamentar por esto. Al ponerme ese conjunto vi lo aceptable que me veía a través del espejo. me introduje la camisa por dentro de la falda y se veía más que bien. Nathalia ofreció que me colocara unos tacones negros, pero me rehusé y opté por usar unas botas negras que amaba usar con todo.
Ella lo aceptó porque, debía admitir, que lucia fenomenal. No tanto como Nathalia, pero un tanto aceptable a lo que solía usar. Tomé mi chaqueta de cuero y y parecía un miembro del "Club de los cinco", buena película.
—Te vez hermosa —dijo ella detrás de mí—, este es tu estilo.
En mis adentros estaba mas que de acuerdo. El negro y el rojo siempre iban a ser mis colores favoritos. Me escudriñé por mas tiempo hasta que la exhalación fuerte de Nathalia me desconcertó.
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Nicotina © [Sin editar]
RomanceMarena Simpson cuenta la historia de su vida antes de ser sentenciada a ir a un centro de rehabilitación. Su vida es muy diferente a la que ella creía que iba a ser. Es una huérfana de dieciséis años, vive con su hermana gemela Taylor y gracias a un...