James, Ryan y yo seguíamos en el “laboratorio”, desde hacía ya unas dos horas. Cada quién se encargaba de algo diferente. Yo con los tubos de vidrio junto con Ryan, mientras James molía las hojas secas de marihuana, triturándolas hasta colocarlas en una bolsa de plástico.
—Es imposible que hayan pasado cinco minutos sin un taco de cáncer. —Dijo James.
Me causó risa porque pensaba lo mismo. Mientras no parábamos de trabajar, escuché el sonido de un pábilo siendo encendido, giré al igual que Ryan y vimos como James estaba encendiendo uno de los porros y lo tenía en su boca.
—Marena, Marena, Marena —dijo Ryan y tomó toda mi atención—, tienes que estar muy loca para estar saliendo con un narcotraficante como yo.
—Si es eso —dije con una sonrisa pero no dejé de trabajar—, me vuelvo loca todo el día, es mi trabajo completo.
—Viejo —exclamó Ryan entre una mezcla de tranquilo pero molesto—, eso es para venderse no para que te lo fumes por allí.
—Lo sé, lo sé —dijo James y comenzó a exhalar humo por su boca—. Sólo será este, lo prometo.
Ryan puso los ojos en blanco y de la nada comenzó a toser. Se colocó la mano en la boca y no paraba de toser, se dio la espalda al ver que James y yo lo observábamos. James y yo lo mirábamos con horror con la esperanza de que cesara.
Vi como la mano de Ryan se llenaba de pequeñas salpicaduras de sangre haciéndome acordar de la vez que estábamos teniendo sexo en el coche y empezó a toser sangre, lo mismo estaba ocurriendo ahora.
Incluso vi de reojo como James se apartaba el porro de la boca de la sorpresa. Ryan empuñó la mano y subí la mirada para ver su rostro. Me había atrapado viéndolo con espanto a su mano. Estaba pálido y sus ojos rojos. Aún no somos demasiado viejos para morir jóvenes.
—Estoy bien. —Dijo Ryan con una sonrisa falsa. Tan falsa que me hizo sentir mal.
—Ryan. —Dijo James y dio un paso.
—Estoy bien, James. —Dijo Ryan cortante. Estaba enojado consigo mismo y lo sabía porque antes me sentía de ese modo.
James se sintió rechazado y volvió a hacer lo que hacía, para mantener sus pensamientos ocupados, también lo sabía porque yo lo hacía. Ryan siguió con su trabajo y no me dirigió la mirada. Sentía como una punzada atravesaba mi cuerpo. Me sentía tan rechazada y helada, a pesar de que no estuviera molesto conmigo. Malditas hormonas.
—Ryan —dije y tomé su mano. Ryan giró para verme y esta vez no tenía los ojos tan rojos como hacía unos segundos—. No puedo esperar para fumar grandes montañas de marihuana, comer grandes cantidades de donas, luego tener relaciones sexuales contigo todo el día.
Dije todo eso para que supiera que seguía siendo mi Ryan. El Ryan normal que conocí en la fiesta, ante de saber de su enfermedad. Que siempre lo iba a tratar como alguien normal y que lo necesitaba más de lo que podía tomar.
Ryan me sonrió, esta vez una sonrisa autentica. Apretó mi mano estrechando sus dedos con los míos.
—Todo en exceso es malo menos tú, tú eres todo lo que yo necesito.
Ryan me tomó de la cintura y me atrajo a su anatomía. Posé mis manos en su cuello y lo besé. Me valía mierda que tosiera hacia unos segundos, lo amaba. Los amantes se aferran a todo.
—Qué asco me dan. —Dijo James mientras se fumaba su porro.
—No hay crimen en ser amable. —Dije separándome de Ryan unos segundos pero volví a juntar mis labios contra los de él.
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Nicotina © [Sin editar]
RomanceMarena Simpson cuenta la historia de su vida antes de ser sentenciada a ir a un centro de rehabilitación. Su vida es muy diferente a la que ella creía que iba a ser. Es una huérfana de dieciséis años, vive con su hermana gemela Taylor y gracias a un...