CAPITULO 2

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Algo que me caracterizaba era mi torpeza, ¿un defecto quizá? No lo sé, pero como diablos no puedo evitar que me pasen estas cosas, intentaba ordenar mi humilde estante de libros, pensé que sostener unos cinco o seis resistiría para bajar por las escaleras, fue un grave error, se me cayeron todos justo cuando me faltaba un escalón.

Maldita torpeza.

Amarro mi cabello en un moño desordenado, causando que uno que otro rulo no se ate, suspiro, cansada porque tengo que cargar otra vez esos libros, los levanto poniéndolos sobre la mesa, para mi última vuelta con el libro veo el reloj.

Medio día, genial.

Subo corriendo hacia mi habitación, me quito mi camiseta quedando en un top, abro mi armario, hoy el sol parece que quiso brillar más que los otros días, saco un vestido floreado y lo dejo sobre mi cama, me suelto el cabello y me dirijo hacia la ducha.

Luego de cambiarme, me pongo unas zapatillas blancas, por suerte siempre suelo ponerme un mini short debajo para que el viento no me traicione. Antes de salir de mi habitación agarro mi patineta, bajo las escaleras, me detengo un rato al frente del espejo que hay en el salón principal. Me observo un segundo y sonrió por mi aspecto, amarro mi cabello en una coleta alta, por último, acomodo mis libros uno sobre otro y salgo de la casa.

Mamá me dio permiso para ir al hospital más temprano de lo usual, mayormente me la pasaba el día limpiando algo en la casa o en las rampas que hay a la vuelta de mi casa, pero hoy, tenia otro motivo para dejar mi rutina común. Tomo impulso para seguir con la velocidad que me gusta. Entro por la conocida puerta, para mi suerte no hay muchas personas, giro a la izquierda dándome cuenta que mi madre no esta en su puesto, supongo que tuvo una emergencia, sigo adelante hasta llegar a la habitación. Disminuyo la velocidad, pero unos niños corren hacia mí.

—¡No se puede correr en los hospitales! —volteo a mirarlos, uno de ellos me saca la lengua.

Arrugo la nariz por la acción, que grosero.

Vuelvo mi vista al frente, pero esta vez Neisan esta parado en el umbral de su habitación, paro rápido para evitar chocarlo, ocasionado que caiga.

—Maldición —él chico me ofrece su mano para levantarme, cuando me fijo en su rostro noto que una sonrisa divertida esta dibujada en él— no te rías, es el segundo aterrizaje forzoso que tengo —me quejo.

Note que mordió su labio, ¡oh lo sabía! Se quiere reír de mí.

—¿Aterrizaje forzoso? —pregunta.

Muerdo el interior de mi mejilla, sonrió al notar lo ridículo que eso suena.

—Es algo que suele pasarme —aclaro.

Él parece comprenderlo, pero no quita la sonrisa de su rostro, solo ruedo los ojos, agarro mi skate y vuelvo a mirarlo.

—¿dejaras que entre a tu habitación o estarás así parado?

Hace un ademán para que lo siga, él se sienta en su cama y yo en una silla que estaba en la esquina.

—Es raro recibir visitas —comenta.

Observo su rostro, confundida, rasco la parte trasera de mi oreja nerviosa.

—¿Tu familia no te visita? —pregunto con cautela.

Él pasa su lengua por la parte superior de sus labios mientras niega lentamente.

—Hablo que alguien como tú, —me señala, baja la mirada un segundo para luego conectarla conmigo— ¿sueles procesar la información así de lenta?

Hasta el último deseo © [✔️]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora