CAPÍTULO 26

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Neisan.

Era un poco aburrido estar aquí, de hecho, ya no tengo tanta fuerza como para mantenerme parado tanto tiempo, antes al menos disfrutaba mi tiempo en el hospital, podía visitar a Ben, escabullirnos por ahí y hacerle que las enfermeras nos controlen. Ahora... ahora todo era diferente, Ben ya no estaba conmigo, y yo ya no podía escabullirme por ahí, cada vez me sentía débil y con menos fuerzas. Por lo que, cada día Ben, venia con un juego de mesa diferente.

—No soy bueno jugando póker —confieso.

Ben suelta una risa.

—Si, yo tampoco. Pero era el único juego que nos faltaba.

Miro las cartas y frunzo el ceño, ladeo la cabeza y me inclino para verlas mejor.

—Que todas pareces iguales —comento, toco algunas y me enderezo al ver que se dispersan—. Y se mueven solas.

—Las estas soplando, anda aléjate —vuelve a ponerlas en su lugar—. Estuve quince minutos ordenándolas, Neisan.

Suelto una carcajada, cojo el vaso de agua que está a un lado y tomo un poco. Miro por encima de Ben, el reloj siempre ha estado colgado ahí. Dios santo, tanto tiempo en este cuarto que se en donde se encuentra cada cosa, ladeo la cabeza al ver que mis papás aún no vienen. Han pasado algunos días desde que discutimos, pero por suerte no volvieron a tocar el tema.

—¿Ya decidiste que harás por tu cumpleaños? —vuelo mi atención a Ben.

¿Qué ya era mi cumpleaños? Vaya, el tiempo si pasa rápido.

—No se puede hacer mucho, aquí —me encojo de hombros.

—Quizás y pueda hablar con la lindu... —le doy un manotazo y el se queja riendo—. Vale, vale. Con Alex.

Ya no ha dejado de llamarla así, y se que lo hace por molestar, pero bueno ya me acostumbré a llamarla chica torpe, como para que le estén cambiando de apodo.

—¿Hablaste con ella? —comienza a guardar las cartas, sonrío con burla, por fin me libre de ese juego.

—Eh... sí, lo hablamos hace unos días, estamos bien.

Ben enarca una ceja y se inclina.

—Entonces... ¿volvieron?

Parpadeo y niego repetidas veces.

—Claro que no, somos... somos eh... amigos —rasco mi nuca, nervioso.

—Ay por favor, que te cuesta.

—Pues nada, solo déjalo así.

Rueda los ojos, pero al menos se calla, satisfecho vuelvo a recostarme en la cama, mientras, me mantengo distraído. Hace algunos días, pedí mi guitarra de vuelta, pero aún no me lo traen, lo que me está molestando mucho. Veo de reojo a Ben, quien tiene una sonrisa mientras teclea algo en su celular. Entrecierro los ojos y abro la boca para molestarlo, sin embargo, alguien me interrumpe.

—¡Traje donas! —dibujo una sonrisa al ver a Alex, con una caja en mano. Ben es el primero en levantarse e ir por ella—. Oye, aleja tus manos de esto... ¡Ben que te estás ganando una patada en las bolas!

No evito reír.

—Yo que tú, si estaría alerta —bromeo, Ben se pone a la defensiva y vuelve a sentarse.

Alex sonríe satisfecha y se acerca, toma asiento en la esquina de la cama, dejando la caja sobre la mesa y abriéndola. Voltea a mirarme y sonrío.

—¿Cómo estás? —se acerca, inhalo su aroma y el cosquilleo de querer tocarla se instala en mí.

—Bien, un poco cansado, pero todo normal.

Hasta el último deseo © [✔️]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora