CAPÍTULO 22

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Distraída comenzaba a trenzar el cabello de Camille, ella comía papitas sobre mi cama, mientras miramos una película de Disney. Realmente me era imposible que la trenza me saliera perfecta, porque Camille no dejaba de moverse a la hora de gritar al televisor, o para ser más precisa, a la protagonista.

—¡Deja de moverte! —me quejo.

Camille murmura algo que no entiendo y se queda quieta, sigo trenzando su cabello. Muevo mi cabeza hacia su hombro donde apoyo mi mentón y abro la boca, ella lo entiende y deja una papita ahí.

—Yo tambien quiero un príncipe que se convierta en sapo y yo sea su beso de verdad —suspira, ruedo los ojos.

—Camille ya estás grande para eso —río.

—Claro que no, Tania de seguro ya era una adulta cuando conoció al príncipe —señala al televisor.

Amarro mi trenza y sonrío satisfecha por el resultado, tomo asiento al costado de ella y le robo papitas.

—Si bueno, eso pasa solo es las películas y en los libros —señalo.

Se encoje de hombro y me mira.

—Pues pensare que nuestra vida es un libro.

No se equivoca.

¿Eh?

Oh nada, nada. Que ya me voy.

—Bueno tu sigue soñando eso, yo terminare el proyecto —me levanto y voy para el escritorio.

—¡Que ya lo terminamos! Solo ponle el nombre y listo, buena nota.

Volteo a mirarla.

—Pero...

—Pero nada. Ven que te quiero pintar las uñas —me extiende su mano.

Suspiro y camino hacia ella, como las papitas con los ojos entrecerrados, mientras miro a Camille pasearse por mi habitación en busca de los esmaltes. Apago la película y pongo algo de música, aprovecho y saco la mascarilla que tengo en uno de mis cajones junto a una brocha.

—¿Te lo pongo? —alzo las dos cosas hacia ella.

—¿Qué? Oh, no, no. Eso duele como la mierda —me esquiva y se va a sentar en la cama.

Miro el pote de la mascarilla, pero aquí dice que deja la cara limpia.

—No es justo, yo me dejaré pintar las uñas.

Hago un puchero hacia ella, me sostiene la mirada unos segundos para que finalmente suspire y asienta.

—Vale, pero en las mejillas y nariz.

—Esta bien.

Los siguientes minutos le pongo la mascarilla. Canto algunas canciones que suenan, cuando termino, le robo el celular para tomarle fotos graciosas, por alguna razón termino por ponerme a mi tambien. Y así seguimos con las fotos, que ella claro lo subirá a Instagram, Camille siempre ha sido fan de subir todos de todo, a cambio de mí, que creo solo tener dos fotos en mi perfil. Por último, me dejo pintar las uñas. Algo sencillo, como solo brillitos.

Inflo mis mejillas al notar que la mascarilla ya secó, definitivamente mi rostro quedará rojo después de quitármela. Confesaré que esa sesión de retirarse la mascarilla, duele toda la vida. Con Camille dimos algunos chillidos para que al final de un tirón decidiéramos quitarnos.

Fue gracioso ver nuestros rostros rojos. Caí en mi cama cansada, estaba agotaba y solo quería dormir un día entero, pero sabía que mañana había colegio, así que solo disfrutaría algunas horas.

Hasta el último deseo © [✔️]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora