CAPITULO 11

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Era fin de semana, no había visto a Neisan porque él estaría con Benjamín, ya que por lo que supe salió del hospital hace una semana. No tenía ganas de salir, ya se volvió estresante entregar tanto trabajo, justo ahora me encontraba en mi escritorio terminando uno y a un lado tenía a Camille pintándose las uñas mientras me contaba su relación.

—¿Sabes? Es bonito estar enamorada.

Sonrió, muy pocas veces he visto esa faceta de ella, pero concuerdo totalmente con lo que dijo, sigo escribiendo y arrugo la nariz por el olor del esmalte.

—Lo sé.

Sabía que vendría ahora, muchas preguntas.

—¡Santo cielos! ¿Ya estas admitiendo que te gusta él bombón de Neisan?

Realmente de debatí si estos días sobre eso, era extraño, sin darme cuenta creamos una conexión muy buena, y que él haga todas esas cosas me hacían dudar, pero lo que, si era seguro, es que me gusta estar a su lado, sentir esa protección por su parte, los pequeños besos que me daba, los halagos. Diablos, es que Neisan era realmente el chico perfecto.

—Si —cierro mi cuaderno como si esa confesión fuera de lo más normal, volteo a verla y en su rostro había una peculiar sonrisa.

—No sé si decir un: te lo dije, o esperar que sean la mejor pareja, o...dios Alex.

Se tira a la cama, yo muerdo el interior de mi mejilla, bueno realmente no sé si el sentimiento era muto, quizá Neisan solo me veía como una buena amiga o peor aún ¡como una hermana pequeña! Eso explicaría el ser tan protector conmigo. Oh no, estaba siendo tan ilusa.

—Basta de hablar sobre mi —si no cambiaba el tema ahora, tendría esa gran duda carcomiéndome la cabeza—. ¿Y Peter?

Se levanta de golpe con una cara de susto, mira su teléfono, intento ver lo que ella, pero solo veo la hora y algunos mensajes.

—Mierda.

—¿Pasa algo?

—¡Si! Pasa que quede con él hace una hora —salta de la cama super rápido y comienza a ponerse sus zapatillas, yo solo la miro entre confusa y divertida.

—Entonces que haces aquí, corre por tu hombre —le suelto, ella ríe y agarra tu teléfono y sale corriendo de mi habitación.

—¡Te quiero Alex!

Suspiro, hoy mamá tenía doble turno, ya que el hospital estaba saturado de pacientes, por lo que me quedaría sola en casa, acomodo mis cosas y voy por mi teléfono, quizá esperaba un mensaje ¿Si le escribo me contestara? Debe estar muy ocupado para eso. Unos toques en mi puerta hacen que voltee rápidamente tirando mi teléfono en el acto.

—Pero ¿qué...? —Me callo al verlo parado ahí, en otras circunstancias estaría feliz pero ahora no era el caso—. ¡¿Qué haces aquí?! ¡Casi me matas del susto!

Reprime una risa.

—Perdón, Camille me dejo pasar, estaba muy apurada, por cierto.

—¿No podías avisar? —mi corazón aún latía por el susto.

—Quería que fuera sorpresa, lo siento —exhalo por la nariz, no era su culpa, cosas así suele hacer Camille, y más si su cabeza estaba en otro lado.

—No importa, pasa, anticipo que mi habitación puede estar un poco desordenado —tomo asiento en la cama mirando como él le echa una ojeada rápida a todo.

—¿Te gusta Rapunzel? —sonríe.

Mis ojos van hacia la puerta de mi armario, tenía dibujada a Rapunzel con su sartén en la mano y su pequeña mascota.

Hasta el último deseo © [✔️]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora