La semana había pasado, genial, al tacho mi plan de: falta mucho para regresar. Mis días se resumieron en acompañar a Camille en comprar ropa, útiles que le faltaban y hacer papeleos, solo con eso me tomaba casi la mitad del día, en las tardes casi noches podía ir al hospital, pero solo media hora antes que mi madre salga del trabajo, me alcanza con saludar y platicar un poco con Neisan. Hoy estaba sentada moviendo mis pies esperando que los papas de él se vayan, no sé porque, pero mamá me prohibió que entrara si esos señores estaban presentes, le pregunte a Neisan si sabía algo, pero solo me dijo que obedeciera a mamá.
—Ok se fueron, al fin puedo entrar —hablo bajo.
Era raro ya que últimamente frecuentaban más el hospital, toco dos veces y la melodiosa voz de Neisan, me permite pasar.
Cuando asomo mi cabeza lo veo con su guitarra en mano, entro y cierro la puerta detrás de mí, tomo asiento en la silla y él me sonríe.
—Pensé que estarías con tu amiga —deja la guitarra a un lado.
—Si, pero ella ya está haciendo sus cosas —dejo mi skate abajo y caigo en el respaldo de la silla.
Mi mirada recae en una maleta que está en la esquina, ladeo la cabeza confundida y alzo mi mirada hacia él.
—¿Te vas? —aunque lo evite mi voz suena triste, sé que es bueno para él, pero... ya no lo veré.
—En dos días —confirma.
Le doy una sonrisa de felicidad, pero parece que no convence, da unas palmaditas al costado de su cama, invitándome que me siente junto a él. Le hago caso y tomo asiento, su rostro está más cerca y hace que me percate de los pequeños detalles, como que tiene una cicatriz pequeña en su ceja izquierda, y cuenta con algunas invisibles pecas por su nariz.
—¿Recuerdas la lista? —pregunta.
Asiento, no puedo dejar de mirar sus ojos.
—Quiero que lo hagamos juntos —lo miro confusa—. Son muchas cosas que no he hecho, y aunque suene absurdo, me gustaría que alguien me acompañe en hacerlas.
Su voz parece la de un niño pequeño pidiendo un juguete, no evito sonreír con ternura.
—Está bien, cumpliremos esa lista —alzo mi mano derecha como si de una promesa se tratase. Él hace lo mismo con una sonrisa cerrada.
—Hasta el último deseo, juntos —agrega.
—Hasta el último deseo —repito.
Juntamos nuestras manos sonriendo, no evito detallarlo, su cabello azabache desordenado, miro sus rulos y las ganas de querer pasar mi mano por ahí crece.
—Tienes un lunar —habla.
Regreso mis ojos en los suyos.
—¿Perdona?
—Que tienes un lunar —separa nuestras manos y con su dedo índice señala mi lunar al lado izquierdo de mi rostro, unos centímetros arriba de mis labios.
Me separa un segundo, sentir la calidez de su dedo sobre mi hizo que sintiera cosas extrañas.
—Oh, bueno si, lo tengo hace mucho.
Su dedo se mueve más arriba hasta llegar a mi mejilla —Y otro aquí.
Entrecierro mis ojos y le bajo el dedo.
—Si Neisan, veo mi cara todos los días en el espejo —señalo.
Él ríe —Lo siento, me gusta ver pequeños detalles —sonrió tímida por ello, su mirada fue hacia su guitarra, la tomo en entre sus manos. Sus ojos alcanzaron los míos y habla: —¿Te gustaría que toque algo?
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Hasta el último deseo © [✔️]
Romance"Porque hasta tu último deseo puede doler tanto como el primero." *** Alex es una chica despistada, torpe y amable. Lo que más le gusta hacer es andar en patineta, deja que el viento juegue con su cabello, pero siempre suele tener sus aterrizajes fo...