『Sugar mommy』❁Bughead || C O M P L E T A.

Nueve.

Sus ojos esmeraldas estaban fijas sobre el enorme ramo de rosas blancas sobre su escritorio. Betty amaba las flores, y cuando Agatha, su secretaria, le aviso que alguien le había dejado ese ramo se emocionó. Trato de esconder aquella emoción y curiosidad delante de su secretaria, ella solo pregunto quién las había mandado. "Creo que el nombre está en la nota." Fue lo que Agatha respondió.

Por un momento creyó que se trataba de un obsequio por parte de alguno de sus socios, incluso llegó a pensar que Jughead se había atrevido a llevarle flores, pero no fue así.

"Tan hermosas como tú."
"A.A."

Betty no sabía lo que estaba sintiendo en ese momento, todo estaba siendo un lío. No era nada más y nada menos que su ex prometido. Archie Andrews.

Pero...¿Por qué volvía?

Betty estaba furiosa, ella no quería volver a verlo, no quería nada de él. Tomó el ramo, sintiéndose un poco decepcionada y dolida, no quería tirarlas, sin embargo tampoco conservarlas.

Con poco esfuerzo las tiró al cesto de basura, justo cuando el intercomunicador sonó.

—¿Si? -Contestó Betty.—

—El señor Weston Wallis está aquí. —Avisó Ágatha.—

—Hazlo pasar.

Segundos pasaron y el rubio de ojos azules entró a la oficina de la alcaldesa de Riverdale.

—Gracias por venir.

—Es un placer alcaldesa Cooper. —Caballerosamente él saludo a Betty y ella correspondió.—

—Toma asiento. —Señalo ella antes de sentarse en su cómodo asiento frente al él.—

—Usted es la que me ha citado. —Dice él insitandola hablar.—

—Vamos a dejar las formalidades Brett. —Él rubio río levemente asintiendo con la cabeza.— Sé que puedo confiar en ti, así que... necesito que me tengas al tanto de él.— Del cajón de su escritorio sacó una pequeña fotografía y la arrastro sobre el escritorio.—

—Muy fácil Betty Cooper.— Murmuró Brett tomando la fotografía.— ¿Cuál es su nombre?

—Jughead Jones, estudia en Riverdale High. —Respondió serena.— Síguelo a todas partes e infórmame de todo ¿Esta bien?

—A la orden.

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Jughead no recordaba haber estado metido en tantos líos. Cada día se encontraba con uno, sin solución. Comenzando con las serpientes, algunas habían comenzado a irse por miedo a los diablos rojos. Y luego los antes mencionados, que cada día enviaban amenazas.

¿Qué es lo qué querían? Él no tenía idea.

No se lo diría a su padre, el alguacil, probablemente él tomaría grandes medidas y el problema sería mucho más grande.

Pero lo único que lo mantenía un poco más tranquilo, era que el pueblo estaba en calma, ninguna desaparición, ningún asesinato.

Y luego su mente solo vagaba a la bella y extraordinariamente sensual de Elizabeth Cooper. Desde aquella sorpresiva noche no la había vuelto a ver. Pero sus dudas seguían ahí ¿Por qué ella le había dicho eso? ¿De que chica hablaba?

Pensar en Bety no era una buena idea, tomando en cuenta que al pensar en ella, los recuerdos eróticos aparecían en la cabeza de Jughead, deseándola más. Estaba siendo una adicción para él.