『Sugar mommy』❁Bughead || C O M P L E T A.

EPÍLOGO.

El olor a flores estaba esparcida por toda la
habitación, la esencia Betty seguía ahí, Jughead podía ver su figura por las noches en su habitación, vagando de un lado a otro cuando él intentaba dormir. 

Todavía podía sentir que ella tomaba su mano y recordaba el sonido de su pequeña risa, sus ojos verdes mirando a los suyos, guardando sus secretos. 

 ¿Cuántas noches habían pasado desde que ella había muerto? 

Las suficientes para que él se hundiera lentamente en una profunda oscuridad depresiva.

Intentó conciliar el sueño, sus sollozos inundaron la habitación iluminada por el sol y después los gritos llenos de dolor golpeando una y otra vez su almohada, como si eso lo ayudará.

Nadie podía hacerlo, nadie podía ayudarlo, él estaba muerto por dentro.

No podía pensar con claridad, todo lo que estaba sucediendo era mucho para él que cada día no podía soportarlo, y le dolía saber que ya no podía salir adelante.

Noches preguntándose, ¿Qué sería de él? ¿Se iría del mundo con el corazón roto? ¿Qué hubiera pasado si él nunca hubiera llamado? ¿Era su culpa? ¿Qué hubiera pasado si ella le hubiera contado la verdad? ¿Huiría? ¿La perdonaría? ¿Por qué no podía hacerlo? ¿Por qué no podía perdonarla? 

Eran preguntas que él no quería y podía responder, pero lo estaban torturando. 

Se puso de pie poniéndose sus converse y tomando su chaqueta, no le importó que su aspecto no fuera el mejor para salir. Él era consciente, sabía que sus ojeras eran más notorias, sabía que tenía los ojos rojos e hinchados de llorar todos los días, a cada momento que la recordaba. Sabía que su cuerpo ya no era el mismo al dejar de comer, y es que nada le parecía apetitivo.

Al bajar las escaleras pudo ver la mirada brillante de su madre al verlo salir de su habitación.

—Jugh… 

—Regresó en un rato, no tardaré. —La interrumpió antes de que ella dijera algo más, él no soportaría que ella le preguntará “¿Cómo te sientes?.

Sus pasos eran rápidos, cada segundo se sentía más ansioso por llegar a su nuevo lugar frecuentado con la esperanza de sentirla más cerca de él, aún sabiendo que no era bueno para su salud mental.

Al llegar al lugar las lágrimas no tardaron en bajar por sus mejillas y cayó de rodillas frente a su lápida rodeada de flores, apiladas de la peor manera, las mismas que él mismo había llevado días atrás, y como un niño pequeño comenzó a llorar. Le dolía ver su nombre escrito en la perfecta lápida, porque él seguía sin aceptar que Betty estaba muerta.

—Hoy no he traído flores. —Susurro titubeando.— Y ni siquiera sé qué hago aquí…

Y fue extraño… escuchar su risa cerca de él, como si se burlara.

—Y justo ahora estoy convirtiéndome en un loco… —Su piel se erizó al escuchar la risa de nuevo, levantó la mirada en busca del sonido creyendo que en verdad estaba volviéndose loco.—

—Estoy aquí Jugh, siempre estoy aquí… —Jughead tragó fuerte al escuchar su cautelosa voz detrás de él, tenía miedo de mirar y encontrarse con su fantasma, no había sido la primera vez.—

—No… —Susurró él negándose a mirar, no soportaría verla de nuevo o volvería a derrumbarse.—

—Soy yo Jughead… 

—Jughead, ¡Jughead! 

Dió un pequeño brinco despertando abruptamente de su pesadilla, y suspiró aliviado mirando que se encontraba en su habitación, nada había sido real.