Tres.

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En las afueras de Riverdale se encontraba una pequeña cabaña, una cabaña que se mantenía vigilada a todas horas por los hombres de Elizabeth Cooper, los mismos hombres que la protegían y eran testigos de las torturas y asesinatos que la misma Elizabeth daba a aquellas personas que en un momento le hicieron daño, para aquellas personas que la desafiaban o simplemente personas que no cumplían los tratos con la alcaldesa, porque si, Verónica Lodge estaba al tanto de todo.

La cabaña era el lugar perfecto para que sus víctimas sufrieran y ella disfrutara de eso. Una cabaña donde el sufrimiento y los gritos de dolor eran muy a menudo y justo en la cabaña se encontraba el esposo de Evelyn Evernever, Edgar.

Las muñecas del hombre sangraban ante el alambre que las sujetaba contra el acero de la silla en la que se encontraba sentado, las ojeras en sus ojos comenzaban a tornarse de un color morado, sus labios no tenían color, estaban resecos que pronto sangrarian.

—¡Tú mataste a mi esposa! 

—Y no sabes cuánto lo disfruté. —Murmuró Betty dándole una sonrisa siniestra al hombre frente a ella.— Tengo un regalo para ti, es parte de mi colección. —Continuo ella ansiosa por mostrarle el video en el que ella asesinaba a Evelyn Evernever.— 

—¡Maldita loca! —Gritó el escupiendo en el abrigo negro de Betty, ella cerró los ojos y respiró profundamente. Bloqueó la tablet en la que se encontraba el video y se la entregó a uno de sus hombres.— 

—Sigues siendo el mismo estúpido. —Musito Betty negando con la cabeza y limpiando su abrigo con una toallita húmeda que sus hombres le habían proporcionado. —¿Quién lo diría? Pareciera que fue ayer cuando intentabas matarme, pero la vida da muchas vueltas y está vez soy yo quien te matará a ti.— Dijo arrojandole el pedazo de papel húmedo en la cara, él la miraba con rabia, tenía la mandíbula tensa que las venas de su cuello eran visibles.— Pero claro, antes tendrás que sufrir, tal vez así en tu hueca cabeza se te ocurra que nunca debiste meterte conmigo. — Murmuró ella empujando bruscamente la cabeza de él hombre.— Chicos ¿Está todo listo? 

—¡Perra estúpida, nunca me arrepentiré de eso! —Gritaba Edgar sin miedo.—

Uno de sus hombres llegó empujando con él una pequeña mesita en la que llevaba una tetera y tazas de porcelana.—¿En verdad esas serán tus últimas palabras? Me alagas. —Betty rió sirviendo el líquido caliente en su taza de porcelana.—¿Te gusta el té caliente? Espero que sí. — Con pasos lentos ella se acercaba a Edgar, quien comenzaba a removerse con miedo en su silla, algo inútil para todos, él no lograría escaparse.— ¿Puedes saludar a la cámara querido Edgar? —Betty preguntó señalando la cámara que se encontraba en las esquinas de la habitación.— Esto me emociona tanto, debes alegrarte, serás parte de mi colección. —Algunos de los hombres que se encontraban ahí reían levemente, parecía que ellos también disfrutaban de eso.— Es tú última oportunidad Edgar, puedes pedirme perdón.

—Ni lo pienses. —Murmuró él y Betty sonrió nuevamente, le asombraba la postura que él seguía manteniendo.— 

—Muy bien Edgar. —Se acercó a él manteniendo en su mano derecha la taza de té humeante, con su mano libre acarició el rostro de Edgar haciendo una mueca de asco.— Eres tan horrible. —Murmuró ella derramando la taza de té sobre su rostro.—Chicos esta vez me encargaré yo de él.

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Había pasado una semana desde la noche de cumpleaños de Jughead, una semana desde que no había vuelto a saber nada de Betty, era como si todo hubiera sido una alucinación. Despertar solo en aquella suite había sido una de las peores experiencias por parte de Jughead, él había tenido la ilusión de despertar junto a ella, pero no fue así, ella no dejó ningún rastro. 

『Sugar mommy』❁Bughead || C O M P L E T A.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora