Quince.

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A poco del medio día fue cuando Jughead despertaba, sus ojos dolían al igual que su cabeza a cada segundo. Poco a poco abrió los ojos parpadeando algunas veces, acostumbrándose a la luz que se filtraba a través de la enorme ventana. Se removió un poco mirando el techo e inmediatamente miró a su alrededor al percatarse que no estaba en su habitación.

Cerca de la ventana en el sillón individual se encontraba Betty Cooper en una linda bata negra, leía el periódico del día y en la pequeña mesa de cristal frente a ella se encontraba una taza de té humeante. 

—Buenos días. —Saludó ella sin mirarlo, bebió un pequeño sorbo de su café y nuevamente volvió su vista al periódico que leía.— 

—Buenos días. —Respondió Jughead, él estaba seguro que su aspecto no era el mejor y se avergonzaba de eso, pero no era lo único que lo avergonzaba. Si no el hecho de la razón por la que había llegado ahí, tenía vagos recuerdos que lo incomodaban y lo hacían querer lanzarse por la ventana.—

Betty dobló el periódico perfectamente dejándolo sobre la mesa y se acercó a la cama, Jughead inmediatamente se sentó en la cama pasando sus manos por su rostro, no tenía que decirle, se sentía fuera de lugar ahí y solo esperaba que ella le dijera que podía irse.

—¿Cómo amaneciste? Apuesto que tienes dolor de cabeza. —Habló Betty dejando caer una aspirina dentro del vaso de agua.—

—Si, algo así.

—Bebe esto. —Betty le entregó el vaso, Jughead la miró brevemente y lo recibió bebiendolo.— 

—Gracias. —Dijo él dejando el vaso de cristal sobre la mesita de noche.—

—De nada. 

—Gracias también por traerme. —Jughead apretó la sábana entre sus puños, tenía que hablar con ella.—

—De nada. —Volvió a responder ella.— Alístate te espero abajo. —Ordenó ella antes de salir de la habitación.

Jughead respiró profundamente mirando la puerta cerrarse, mentiría si dijera que no le dolía que ella le hablara tan cortante.

Bastaron algunos minutos cuando bajó por las escaleras perezosamente, el dolor de cabeza había disminuido un poco, gracias al poderoso medicamento, pero seguía sintiéndose sin ganas.

Todo estaba silencioso, la idea de salir e irse sin decirle a Betty le parecía atractiva, pero descarto la idea cuando la vió en el jardín hablando por teléfono, sus miradas se encontraron pero ella no sonrió, ya no sonreía con él. 

Jughead se puso nervioso en cuanto ella terminó la llamada y se acercó. —Vamos a desayunar. —Dijo ella en cuanto entró al piso, Jughead asintió levemente caminando detrás de ella. 

Al llegar al comedor, el desayuno ya estaba servido y el estómago de Jughead se revolvió. Betty fue la primera en sentarse, y Jughead la imito.

—No quiero que este desayuno parezca un funeral. —Habló Betty rompiendo el silencio.— ¿Tus padres saben en donde te encuentras? 

Jughead asintió mirando su plato de fruta picada, no podía verla a los ojos, no se sentía listo, se sentía tan pequeño frente a ella.

—Creí que lo sabía, ellos están disfrutando de su pequeña segunda luna de miel. —Respondió Jughead.— 

—¿Qué hay de tu hermana? 

—Ella se fue con mis abuelos a Toledo, le encanta pasar tiempo ahí, sus vacaciones llegaron antes que las mías. 

Betty asintió, actuando como si aquellas respuestas no las supiera cuando en realidad ella estaba al tanto de la familia de él a cada día. 

—Así que estás disfrutando de vivir solo bebiendo hasta altas horas de la madrugada. —Jughead la miró, ella mantenía su expresión calmada pero sus palabras no, parecían estar llena de molestia y enojó.— 

『Sugar mommy』❁Bughead || C O M P L E T A.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora