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Jeno dejó de llorar en el momento en el que Taeyong entró al baño preocupado. El menor se separó y se secó las lágrimas.

- Jeno... ¿Estás bien?- Tae temblaba un poco.

- Sí- Jeno intentó sonar tranquilo. No quería preocupar  a su hermano- Voy a por mi mochila- salió del cuarto de baño en camino a su cuarto y cerró la puerta.

-¿Hice algo mal?- me miró, me acerqué a el y le rodeé con mis brazos.

- No quiere preocuparte.

Taeyong correspondió el abrazo, y duramos así unos minutos. Salimos del baño y fuimos los dos a recoger nuestra mochila, para finalmente salir de la casa. El camino fue silencioso, incluso algo incómodo. Jeno iba delante, con sus auriculares puestos mientras que Tae y yo íbamos detrás sin saber exactamente si debíamos hablar con él o dejarle solo.

Mi teléfono vibró anunciando que había llegado un mensaje, encendí la pantalla y vi que era de mis padres.

"Nos vamos hoy, por la mañana. Tienes comida y te mandaremos dinero hasta que cumplas la mayoría de edad, la casa ya está pagada y dichas facturas las pagamos nosotros."

- Por lo menos pagarán por la casa- apagué el móvil- cumplo la mayoría en meses, deben estar riéndose de mi...

- Daram, no seas tampoco muy dura... Si quieres buscamos los dos un trabajo a medio tiempo... tendrás que ahorrar para la universidad si ellos no la pagarán.

Miré a Taeyong y asentí. Al final tiene razón, yo misma les dije que ya no eran mis padres, siguiendo esa lógica solo están a cargo de mi hasta que sea legalmente adulta, no puedo pedirles que me paguen la carrera. Llegamos al instituto y nos encontramos con Hyuck que tenía las mismas (o más) ojeras que Jeno.

Le di un abrazo preocupada, ojalá no tuvieran que vivir ellos todo esto, preferiría sufrir yo por ellos. Los dos menores se despidieron y luego se alejaron de nosotros. Esperamos varios minutos hasta que Yuta llegó, sin embargo no sonreía, y tenía marcas bajo los ojos también.

-¡Yuta!- exclamé asustada al verle- ¿Qué pasó?

- No pude dormir.

Yuta no volvió a abrir la boca en toda la mañana. El chico parecía estar muerto en vida, no sabíamos que hacer para que se encontrara mejor.

- Chicos, hoy volveré a casa... Me preguntaba si podríais venir conmigo- les dije una vez nos encontrábamos no solo Yuta Tae y yo, sino que además estaban Jeno y Hyuck- Mañana es sábado, podéis quedaros a dormir.

- Noona, ¿cuándo será el funeral?- la voz de Hyuck me sorprendió.

- El domingo.

Los chicos no volvieron a hablar, pasamos primero por casa de Yuta, luego de Haechan y finalmente por la de los hermanos Lee.

El camino a casa fue una tortura. Mis manos temblaban y mi corazón iba a una velocidad absurda. Probablemente los chicos ya notaban como los nervios empezaban a atacarme.

Estábamos en la puerta. Abrí mi mochila y saqué las llaves tratando de calmarme mientras. El proceso de desbloquear la puerta fue más largo de lo que debería. La cerradura parecía estar dura, aunque es más probable que se debiera a que los nervios me dejaron sin fuerzas.

El click que indicaba que ya podía abrirla sonó revolviendo mi estómago. Poco a poco ejercí fuerza sobre el mango para dejar ver el salón de mi casa. Di varios pasos entrando a la casa, tiré mi mochila y avancé hasta la escalera.

- Déjenme sola... un momento- dije mientras subía el primer escalón. Subí luego el siguiente, y el siguiente, y el siguiente... La casa permanecía en silencio total, solo se escuchaban mis pasos y las respiraciones de los chicos.

Caminé por aquel pasillo hasta llegar a su cuarto. Mi mano ahora temblaba más que antes, mi respiración era agitada y comencé a sentir que caería al suelo pronto. Entré en la habitación.

El olor que desprendían las cosas de Jaemin invadieron mis fosas nasales. El sonido de un cojín que estaba tirado en la entrada irrumpió mis oídos. Y finalmente la imagen del cuarto intacto de mi difunto hermano se apoderó no solo de mis ojos, sino de mis emociones.

Aunque aquella visión se volvió rápidamente borrosa gracias a las gotas que estaban ocupando lugar en mis ojos. Cerré la puerta detrás mío y caminé hasta la cama, dejándome caer. Ésta vez el olor de sus sábanas tuvo un mayor impacto en mí, dándole la señal a las lágrimas a que cayeran por mis mejillas.

 Me giré encontrándome de frente con un peluche que había acompañado al menor toda su vida. Ya no lo hará más. Me aferré al muñeco, no me estaba aferrando a un objeto, sino al recuerdo de Nana.

Porqué ahora que estoy en su cuarto todo parece más real. No había caído del todo en la realidad que me esperaba, una sin mi Nana. En algún momento había empezado a llorar, pero cada vez era mas agobiante, me ahogo. Me estoy ahogando.

Necesito que alguien me ayude pero no quiero eso. No quiero a nadie, no quiero a nadie más que a Jaemin. Necesito a mi hermano, le necesito para recuperar el aire, para dejar de ver borroso y de temblar.

Creo que alguien toca la puerta, no lo sé a ciencia cierta. El sonido de mi llanto atormentaba a mis oídos y eclipsaba cualquier otro ruido. Lo único que sentí a parte del malestar, fueron unas manos buscando las mías.

Sus manos.

Perdí la consciencia en ese momento. Lo sé porque la acabo de recuperar, los chicos están sentados en el suelo alrededor de la cama. Jeno miraba a un punto fijo, acariciando la cabeza de Haechan que esta recostado en el suelo con los ojos orientados al techo y rastros de lágrimas en sus mejillas; Jeno también parece haber llorado, solo que ahora el único resto es un subtono rojo en sus ojos y nariz. Yuta está sentado apoyado en el armario, mirando sus manos que estaban quietas, sujetando una foto. Y por último Taeyong, que está con su espalda en la mesilla de noche, observa a su hermano y a Haechan. El al igual que los demás tiene restos de lágrimas y rojeces. Observa, a diferencia de Yuta, una carta.

Me senté en la cama del difunto y sostuve entre mis manos el peluche. 

ʜᴀᴢᴍᴇ sᴏɴʀᴇɪ́ʀDonde viven las historias. Descúbrelo ahora