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Taeyong y yo nos separamos de un beso y él se sentó acariciando mi mejilla.

- Daram, estoy feliz de verte bien- una lágrima cayó por cada uno de sus ojos.

Cerré los ojos evitando el impulso de llorar y acaricié su mano que reposaba en mi mejilla. Mire sus ojos cristalinos fijamente y sentí una repentina felicidad invadirme. No sabía como saciarla, así que en un intento de ello me abalancé sobre él ignorando el dolor de mi cuerpo y volví a unirnos en un beso.

Su mano siguió en mi rastro y la otra viajó hasta mi cintura. Yo puse las mías en sus hombros y seguimos con el beso. Esta vez no había ningún sabor salado en sus labios, pero si la suavidad reconfortante de cada una de las noches en las que yo no podía dormir y el me consolaba.

- Te harás daño así- susurró en mis labios. Se separó y me colocó bien en la camilla- descansa, por favor, luego volveremos. Me quedaré esta noche aquí.

Quise negarme pero antes de decir nada me dio un último beso y salió de allí. Me sentí totalmente impotente. Saqué el teléfono y busqué algo para distraerme.

Cada cierto tiempo entraba una enfermera para revisarme. Me preguntaban como estaba, si me dolía algo... etc.

Quería dame el lujo de dormir pero mi mente estaba muy despierta. Quise llamar a alguien para hablar, pero no tenía ninguna opción. Yuta estaría descansando, Donghyuck tiene clases particulares a esta hora, Jeno debe estar estudiando y no quería molestar a Taeyong si va a venir luego. No tenía a nadie más a quien podes llamar.

Mi única compañía era de vez en cuando la enfermera y mi móvil. Decidí que sería una mejor opción intentar dormir aunque pareciera algo imposible. Fue sorprendente el momento en el que la enfermera me despertó después de haberme quedado dormida por sorpresa.

- Uno de sus amigos vino a visitarle- la mujer sonrió- luego vendré para comprobar las heridas.

Hizo una reverencia y salió, dejando pasar así a Taeyong.

- ¿Estabas dormida?- preguntó dejando unas bolsas en la mesilla de al lado y sentándose a mi lado.

- Si, pensé que no sería capaz de dormir- le miré y el juntó nuestras manos- ¿Qué hay en esas bolsas?

- Son casi las ocho, no sabía si la comida del hospital es buena así que te traje algo- se rascó la nuca nervioso y yo pude jurar que me moría en ese momento- podemos cenar juntos, debes sentirte sola aquí.

Asentí conmovida y me incorporé un poco.

Taeyong dejó las bolsas en la cama y empezó a sacar varios tapers de ellas. Tae había cocinado varios platillos que sabía que me gustaban pero que no eran muy pesados.

Los dos empezamos a comer en un silencio agradable, Tae se las ingeniaba para comer sin soltar una de mis manos. Esa simple acción me hacía sentir demasiado nerviosa.

- Estaba muy rico- le dije sonriéndole- no tenías que hacerlo.

 - Pero quise hacerlo- Taeyong recogió todo y lo dejó en las bolsas que ahora se encontraban en el suelo- es lo mínimo que puedo hacer para sentir que no estás sola aquí- me miró y tomó mi mano libre con la suya- ¿Quieres que me quede esta noche aquí? Seguro que puedo convencer a la enfermera.

- Sería abusar- aunque si quería que se quedara, era demasiado- debes descansar, prometo que estaré bien.

Taeyong se quedó un rato más, hablamos y el término unas tareas mientras yo me dedicaba a observarle. Su pelo había crecido bastante desde que habíamos retomado el contacto, y caía por su rostro debido a la inclinación de su cabeza. No tenía el uniforme, sino que llevaba un pantalón negro de chándal y una camiseta blanca básica. Pude ver una sudadera dentro de su mochila por lo que supuse que venía preparado para salir tarde de aquí. Sonreí levemente al ver un leve puchero en sus labios que tenían leves mordidas y menos color que siempre. Sus ojos estaban fijos en la libreta, y se movían de un lado para otro con rapidez, acción que contrastaba con la de sus manos, que solo de vez en cuando se movían y escribían algo. La letra de Taeyong era limpia y elegante, y sus manos eran preciosas. Dirigí mi mirada hasta su linda  cicatriz que yacía en la diagonal inferior de su ojo derecho, y luego hacia su mandíbula definida y recta.

Todo en Taeyong era perfecto.

Llevé una de mis manos a su pelo, acariciándolo disfrutando la suavidad del mismo. Miré mi reloj y me sorprendí al ver que eran las nueve y media.

- Tae- el chico me miró rápidamente, asustado.

- ¿Pasó algo?- cerró su libreta y se acercó más a mi. Quise llorar.

- No, tranquilo... - el asintió y me sonrió- era para decirte que son las nueve y media, Jeno debe estar solo y tu tienes que descansar bien- el suspiró y asintió.

- Mañana vendré temprano- se levantó y guardó todo- te quiero, amor- antes de poder reaccionar a sus palabras me besó y se fue.

«Amor»

La enfermera cruzó la puerta y al verme sonrió.

- ¿Todo bien? Se encuentra roja- me dijo. Asentí y ella me ayudó a levantarme- Tienes que ducharte, curaré tus heridas después.

Me ayudó a llegar y a desnudarme. Tenía las fuerzas suficientes para ducharme yo misma, pero la mujer no podía dejarme sola en el baño- órdenes de la psicóloga supongo- así que se quedó en el lavabo haciendo cosas de enfermera.

Al terminar la ducha, me puse ropa interior y la enfermera comenzó a limpiar y comprobar el estado de las marcas en mi cuerpo. Otra vez las ganas de llorar vinieron a mi, justo al verme en el espejo. Sentí vergüenza, asco y  decepción al verme.

- Lista, lo estás haciendo muy bien- me dio el pijama de hospital- cicatrizas rápido.

Tragué saliva. Eso lo sabía de sobra.

Me acompañó hasta la cama y luego volvió a retirarse. Sin muchas ganas de ser consciente de mi misma me dejé dormir esperando no encontrarme con mi hermano en sueños.

ʜᴀᴢᴍᴇ sᴏɴʀᴇɪ́ʀDonde viven las historias. Descúbrelo ahora