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Las clases acabaron, afortunadamente. Salimos de nuestra aula y caminamos hacia la salida. Ya me había recuperado del desmayo, y había asistido al resto de lecciones igualmente.

-¿Hoy a dónde vas a ir?- preguntó Yuta.

- Daram, vamos a casa y a hablar de todo esto- me giré y me topé con mi madre.

- No puedes obligarme, no tengo nada que hablar con ustedes.

- ¿Tenemos culpa de que tu hermano se quisiera matar? Estaba enfermo, no es nuestra culpa, no vamos a perder a nuestra hija por esto.

-¿Perdón? Vuestra hija la perdistéis cuando os fuisteis a china sin preguntar y cuando no me hicistéis caso con Jaemin.

- Deja de decir tonterías, a nosotros también nos duele, pero tienes que venir a casa, además nos vamos a mudar a china, con tu hermano nunca pudimos pero ahora si, nos vamos en una semana- Dijo mi padre.

Taeyong me miró preocupado y yo miré boquiabierta a mis padres.

- No me voy con ustedes, y si de verdad me queréis, vais a dejarme la casa y os vais a ir ustedes, desapareced de mi vida, pero la casa no la vais a vender, mi abuelo dejó esa casa a mi nombre y lo sabéis.

- ¿Te vas a mantener tú sola?- preguntó enfadada mi madre.

-¿Qué llevo haciendo años? ¡No habéis sido padres desde que Jaemin fue diagnosticado! Cuando Johnny murió parecíais hasta felices, y estoy segura que debéis estar celebrando la muerte de Jaemin, que os quede claro, no mantengo ni un poco de respeto o cariño hacia ustedes.

- ¿Quién te va a mantener? ¿Taeyong?- preguntó mi padre.

- Si tengo que ayudarle en algo desde luego lo haré- respondió empezando a desesperarse Tae- y estoy seguro de que Yuta también.

- Mira que lindos- se burló mi madre- Déjate de idioteces, nos vamos.

Mi madre intentó arrastrarme pero me solté bruscamente haciéndole tambalear y casi caer.

- No, me voy con Taeyong hasta que os vayáis a china.

- Sabes qué ¡Haz lo que quieras! Si, me quité de encima al enfermo de tu hermano, quédate aquí, quédate con la casa, no nos pidas nada luego, niñata.

Miré sorprendida a mi madre que había soltado todo eso gritando, y que  luego se fue con mi padre.

No me daba pena que se fueran, para nada,  pero por alguna razón mi cuerpo reaccionó como si así fuera, y sintiéndome repentinamente culpable rompí en llanto.

- Tranquila Daram- Yuta se acercó a mi y me abrazó.

- No se por qué lloro- dije entre los sollozos- no se esforzaron en cuidarle.

- Vamos a mi casa- dijo Taeyong- Yuta vendrá y comeremos ¿Vale?

Asentí y me calmé, caminamos hasta la parada de guagua, como hacemos siempre, y nos dirigimos a la casa del coreano.

Llegamos y entré a la casa, me senté en el sillón y los dos chicos fueron a la cocina. Escuché pasos que bajaban la escalera y me encontré con Haechan y Jeno.

- Noona...

Los dos se acercaron y se sentaron a mi lado.

-¿Estás bien?- preguntó Jeno.

Analicé el rostro de los dos chicos, ellos también tenían ojeras. Parecen agotados, entonces me di cuenta de algo.

Ayer intenté alejarme de ellos por que me sentía mal, eso es obvio. Pero ellos también están pasando por la pérdida de alguien.

Incluso a Yuta se le nota triste.

Los cuatro están tristes y rotos por dentro, pero igualmente sonríen y me preguntan si estoy bien.

No les merezco.

- ¿Ustedes?- les pregunté con un tono de voz cálido que nunca había usado en ellos desde hace años.

Como si las palabras fueran un hechizo, varias lágrimas brotaron de los ojos de los dos menores, y luego se abrazaron a mí llorando. Luchando internamente con mis ganas de llorar, acaricié a los dos chicos y les dejé llorar la muerte de, quien fue, su amigo.

Ellos fueron los mejores amigos de Nana desde siempre, aún cuando fue diagnosticado siguieron, aún cuando Jaemin intentó hacerles daño en alguno de sus episodios, ellos permanecieron a su lado.

-Jaemin está muy agradecidos con ustedes- les susurré a ambos, me separé de ellos y les miré a la cara- y yo también.

-En la carta... el nos pedía que te cuidaramos- me contó Haechan.

- También decía que nos consideraba hermanos... y que le hubiera gustado ir con nosotros a la universidad... salir de fiesta juntos...

Mostré una mueca que aunque se asemejaba a una sonrisa, en realidad era una forma de forzarme a no llorar.

- No pasa nada chicos- tomé sus manos- Jaemin está bien, está en paz.

- ¿Comísteis ya?- preguntó Yuta a los dos menores que negaron- Venid, la comida ya está.

Nos dirigimos a la cocina- que también era el comedor- y nos sentamos para luego empezar a comer.

- ¿Sabéis chicos? Quiero que seáis ustedes los que estéis en el funeral, solo ustedes- les confesé- al final sois la familia que Jaemin tuvo.

Terminamos de comer y Yuta tuvo que irse. Por otra parte, Haechan y Jeno salieron a la bilbioteca ya que les habían mandado a hacer un trabajo y necesitaban si o sí un libro.

Taeyong y yo subimos al cuarto del primero, y nos pusimos a estudiar.

Pasaron varias horas, yo ya había llegado a mi límite, así que me vi obligada a cerrar el libro y a guardar todos mis apuntes.

Me quedé observando el rostro concentrado de Taeyong que leía una página y escribía sobre la hoja aparte de una libreta- probablemente aquello que considere importante- y que además movía el pie levemente al ritmo de la música que debe estar escuchando en sus auriculares.

Su rostro era iluminado únicamente por la luz amarillenta de la lámpara de su mesa, ya que el sol ya había dejado de mostrarse, y la luna había ascendido en su lugar. Mi mirada viajó dibujando la línea de su mandíbula, apreciando cada centímetro. Observando su perfil, que solo podía ser descrito con la palabra perfección. Sus ojos, que se movían con rapidez entre su libro y su libreta, además reflejaban la luz amarilla que proporcionaba la bombilla anteriormente mencionada; aquel reflejo se parecía al de una llama en una chimenea.

Sus labios formaban un puchero leve- provocado por la dedicación que el chico le daba a su estudio ahora mismo- y que gracias al ambiente, habían adoptado un tono rosado coral, en el que brillaban algunas partes de sus labios.

El pelo castaño y medianamente largo de Taeyong caía alrededor de su rostro, sin embargo el chico con su mano lo arrastró hacia detrás, dejando a la vista su frente. Por último, la camiseta blanca que se había puesto antes de comenzar con la sesión de estudio, era tan ancha comparada con el moreno, que la manga colgaba levemente del brazo alzado que tenía Tae-debido a que había apoyado el bolígrafo en el escritorio y estaba tocando su cabello- y que dejaba a la vista su extremidad.

Aparté mi vista de mi amigo al darme cuenta que le había estado observando por varios minutos. Saqué mi móvil de mi bolsillo, percatándome de que eran las ocho.

ʜᴀᴢᴍᴇ sᴏɴʀᴇɪ́ʀDonde viven las historias. Descúbrelo ahora