Capítulo 50.

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N. O.

¿Cuánto estás dispuesto a pagar por el alma de un vampiro?

El día prometía con ceder a un buen clima para salir a cazar, los vampiros tenían que mantenerse fuertes para lo que estaba por venir y sabían que no sería fácil. Dalton caminaba por el espeso bosque donde un grupo de personas se hacían presentes para una excursión, nada parecía más que una coincidencia, pero antes de que lo pudiera percibir se dio cuenta que no estaba solo, no había sido el único en darse cuenta del olor de la sangre.

Bajo del árbol donde estaba y se dirigió a donde lo llevaba su instinto, sintió unos ojos observarlo como si siguiera cada uno de sus pasos hasta que apareció otro depredador de las montañas.

— ¿Podemos compartir? No hay muchos excursionistas en estos días y creo que todos aquí tenemos hambre — dijo el chico acercándose hasta él sin temor alguno de que pueda lastimarlo, Dalton tampoco cedía al quedarse en su puesto.

—Esta no es su zona, ¿qué haces aquí?— lo miró sin perder su rastro ni la intención de dejarlo continuar.

—Ya te dije, solo queremos comer.

Frunció el ceño — ¿Queremos?

El chico se quedó en silencio y siendo consciente de que tendría que dar pelea por ello prefirió dar un paso atrás soltando un gruñido.

—Estamos huyendo. — Sentenció con la mirada baja, no era propio de un vampiro hacer algo así.

Dalton soltó una risa como si no pudiera creerlo. — ¿Huyendo de qué?

La hermana del chico salió de los arbustos y se quedó de pie soltando un suspiro cansado. Miró al vampiro de ojos profundos directamente y supo que era ajeno a todo lo que pasaba.

— ¿Qué acaso no lo sabes? — elevó una ceja hacia él — Las cazadorass han vuelto, anoche encontraron a dos muertos. Si aún valoras tu vida es mejor que corras, porque todos conocen a los D'angelo y seguramente será a los primeros que busque.

El mayor se quedó en silencio entendiendo que significaba todo eso sin necesidad de más explicaciones. Lo supo desde el instante en que sus ojos miraron a los de la pequeña vampiro que intentaba huir de algo que no tenía escapatoria.

Tuvo miedo, no por lo que pudiera pasarle ni por el destino que corría, sino que temía la respuesta que le dieran a su pregunta. — ¿Quiénes son?

El chico bufó. — Nadie lo sabe, no se dejan ver, pero si fuera tú escaparía de aquí ahora mismo.

Dalton abrió la boca para decir algo pero antes de que pudiera siquiera pronunciarlo una estaca se plantaba en el corazón de la chica provocando que quedara petrificada en el sitio mientras su hermano miraba todo perplejo. Estaban aquí.

Dalton comenzó a correr sin mirar atrás refiriendo el destino del chico que seguramente había muerto para ese entonces al quedarse al lado de su hermana que ya estaba muerta.
Aceleró sus pasos por el espeso bosque esperando perder su rastro al meterse entre una vereda de árboles con troncos enormes y raíces que hacían casi imposible no correr sin tropezar.

Entonces se detuvo en uno de los escenarios vacíos donde pegaba la luz del sol directamente, miro a su alrededor y supo que estaba atrapado sin darse cuenta de lo que estaba.

Sus ojos se tornaron de un rojo intenso y se quedó de pie arreglando las mangas de su traje — Muy bien, dejémonos de juegos y mejor déjame verte, al menos ten el valor de matar a tu presa de frente.

—¿Ahora eres tú la presa? — Se escuchó un tonó de voz divertido y burlesco que él podía reconocer, sin estar seguro. 

—Bueno, me gusta ser más la clase de depredador pero no es posible si no me dejas verte, para que sea algo justo déjame conocer a la persona que tuvo la osadía de matar a dos vampiros en mi cara.

Hermanos D'angelo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora