Capítulo 36.

8.6K 860 342
                                    

*asegúrate de haber leído el capítulo anterior para entenderle*

N. O.

Era claro que ese día iba a quedar para la historia. Los hombres estaban preparando sus mejores trajes, las mujeres coloreaban sus mejillas, los vampiros iban a presenciar algo histórico, algo sin precedentes. Al fin, una de las personas más comentadas, una leyenda viviente, un ser sin igual iba a dar la cara frente a todos para acabar de una vez por todas con su imagen equivoca.

Max se encontraba en su habitación intentando colocarse la corbata, la última vez que usó una su hermana se había encargado de ponerla, razón por la que nunca se interesó en aprender. Samanta aparecía presenciando la escena, sacándole una sonrisa.

—Más de cien años y no puedes colocarte una corbata —se burló mientras ingresaba a la habitación.

Max le dedicó una pequeña mirada, la cual de inmediato se transformó en una de asombro, no se veía para nada mal con el vestido y el maquillaje, al contrario, su cabello caía en cascada relajando ese color rojizo que le combinada con las mejillas, mismas llenas de tiernas e increíbles pecas, sus ojos marrones se veían más intensos con el color de las sombras, sin mencionar lo espectacular que le quedaba el color negro como accesorio.

— ¿Puedes? —preguntó relajando ambos brazos a los lados, se había rendido.

—Faltaba más —sonrió acercándose para comenzar a hacer el nudo, mientras intentaba hacer que sus manos no temblaran debido a lo nerviosa que la ponía su cercanía.

Max no podía dejar de mirarla.

—Me pones nerviosa D'Angelo —admitió.

Él sonrió sin decir nada.
Ella terminó de colocar la corbata.

—Tan fácil como eso —concluyó bajando ambas manos, demostrando que había terminado.

—Gracias.

Sonrió como respuesta y sin darle largas al asunto dio un paso atrás para marcharse, sin embargo Max la detuvo tomando su brazo y evitando que diera otro paso más se acercó para besarla, no había escapatoria, lo había hecho porque fue su primer deseo al verla cruzar la puerta.
El corazón de Samanta iba a estallar, toda la vida esperando una palabra que le diera una señal, y ahora sin permiso absoluto se atrevía a robarle un beso.

Antes de poder decir algo Maxwell aparecía en la habitación.

—Ya es hora de...—miró la escena frente a sus ojos, Max tomando el brazo de Samanta y ella evitando su mirada a toda costa —Irnos.

—Ahora voy —dijo la chica soltándose con rudeza y saliendo de la habitación evitando todo lo que tuviera frente a ella.

Max se quedaba estático sin tener idea de cómo había sido capaz de hacer algo así.

— ¿Me podrías explicar? —preguntó el menor de los hermanos con la confusa imagen frente a él.

—La besé —susurró aún sin poder creerlo.

— ¿Qué? —Maxwell estaba atónito.

Max llevó la mirada hasta la puerta donde la chica había desaparecido.

—Ella me confesó que había estado enamorada de mí por mucho tiempo, pero que ya había pasado —comenzó a redactar el momento en donde ella abrió su corazón —Desde que me lo dijo no he podido sacarla de la mente.

Maxwell sonrió.

—Te gusta.

Max lo miró mal.

Hermanos D'angelo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora