Capítulo 28.

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Charlotte.

Me detuve otros cinco minutos, miré detalladamente cada opción sin tener idea de la decisión correcta y volvía al inicio. Nada.

- ¡Solo escoge uno! -exclamó Maxwell con la paciencia al borde. Como era de esperarse ya había pasado el límite de tiempo establecido.

-Sería más fácil si me ayudaras tú -me quejé mirando las tres opciones que tenía como el vestido que iba a usar para la fiesta.

Dalton había sido claro con sus instrucciones. Él quería verme arreglada para una cena importante, según él, ese podía ser el final de nuestros problemas, la clave para finalmente acabar con la persona que está tras de mí y así volver a casa tranquila. Me dio dinero para solventar todo, sin embargo al llevar a Maxwell como mi acompañante hacía todo menos fácil para tomar una decisión.

- ¿Qué te parece este? -pregunté señalando el vestido negro con lentejuelas plateadas y brillos. Hizo una mueca sin estar muy de acuerdo.

-No lo sé Char, no soy bueno dando consejos sobre vestimenta -se encogió de hombros.

-Pero sabes vestir bien -utilicé mi inigualable sarcasmo y lo miré mal.

- ¿Sabes quién puede ayudarte? -parecía que había tenido la mejor de las ideas.
Lo miré esperando su respuesta -Max. Él es muy bueno en eso.

-Por Dios Maxwell, no voy a pedirle que me acompañe -dije lo obvio. Max y yo no éramos los mejores amigos ni nada que se le pareciera, y él lo sabía.

-Bueno, yo ya lo hice -sonrió con inocencia y me miró a la expectativa.

-Voy a matarte -bromeé antes de lanzarle un cojín del sofá de la tienda.

Logró esquivarlo sin ningún problema, se puso de pie y pasó por cada uno de los vestidos sin convencerse del todo.

-Son bonitos -aseguró -Pero no lo suficientes. Eres muy hermosa Char y estos no te favorecen.

-Creí que no sabías de vestidos -argumenté.

-No. Pero sé de chicas -sonrió triunfante mientras yo evitaba poner los ojos en blanco.

Rendida me dejé caer sobre el sofá de la tienda. Estaba segura que todas las chicas aman salir de compras y ver sus armarios llenos, pero ese no era mi caso, y es que mis ánimos no eran suficientemente elevados como para probarme cada cosa que miraba, menos cuando se trataba de vestidos de galas.

Habían pasado ya unos quince minutos en lo que lo único que hicimos fue acostarnos en los sofás e intentar dormir cuando Max apareció en la tienda, pero no estaba solo, se le había ocurrido la brillante idea de traer a Pulgas.

El cachorro al verme comenzó a mover su cola energéticamente, sin pensarlo se lanzó de los brazos de Max para correr a los míos.

-Me dijeron que había problemas con tus malos gustos -comenzó diciendo mientras yo le dedicaba una mirada matadora a Maxwell.

-Lo siento, la verdad es que no son tan malos -sonrió con inocencia como solía hacerlo cuando se metía en problemas. Terrible encantador Maxwell.

-No puedes entrar con animales a la tienda -anuncié con obviedad por el enorme letrero en la entrada que lo decía.

-Descuida, hice un trato con la chica -respondió volteando hacia la cajera y dándole una sonrisa, misma que la chica respondió coquetamente y derritiéndose sin disimular.

Volteé los ojos molesta por el descaro y dejé al cachorro en el suelo.

-Ahora ¿Me vas a ayudar? -pregunté tomando los tres vestidos que me habían parecido aceptables.

Hermanos D'angelo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora