Capítulo 39.

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Charlotte.

Me senté en la cama de la habitación esperando que Diego terminara de cambiarse. Como parte del protocolo prometida y prometido, decidieron dejarnos en una misma habitación, con el propósito de hacerlo creíble y de ayudarnos a entrar siquiera en comunicación.

Se puso de pie frente a mí sin camisa, sonriendo de lado mientras intentaba ganarse un poco de mi atención.

- ¿Qué quieres? -pregunté sin interés, esperando que se cansara y me dejara sola.

-Por lo menos te preocupa -ríe haciendo que los músculos de su cuello se exalten y sus dientes sean más visibles.

Por primera vez tengo valor de elevar la mirada y retarlo.

- Que quede claro -me levanto señalándolo -No me interesa nada que tenga que ver contigo.

Toma mi mano de golpe y la detiene fuertemente sobre su pecho.

-Podría apostar mi vida que vas a desear no haber dicho eso -sonríe soltándome con brusquedad.

-Y yo podría apostar la mía a que vas a pagar por esto -amenazo

Abre la boca para hablar, pero antes de que pueda decir una sola palabra, las puertas de la habitación se abren de repente. Ambos volteamos sorprendidos, la madre de los D'Angelo entra a la habitación dejando una bofetada en mi mejilla sin previo aviso. Dejándome tan consternada como a Diego.

- ¿Pero qué mier...? -antes de poder terminar intenta volver a golpearme, sin embargo esta vez la tomo prevenida y no permito que mueva un solo musculo.

- ¡Fuiste tú! -Grita casi sobre mi rostro - ¡Tú lo mataste!

Diego se interpone entre ambas al ver que no va a terminar bien.

- ¡¿Qué demonios te sucede?! -grita Diego hacia su madre que no hace más que clavar su mirada sobre mí.

- ¡Debe morir ahora mismo! -grita completamente enloquecida.

- ¡¿Podrías al menos decirme que carajos pasa?!

Se detiene y sus ojos lo dicen todo. Dolor.

-Mató a Lucas -susurra con un odio completamente surrealista.

La miro y luego a Diego que al igual que yo está sorprendido.

- ¿Lucas? -cuestiono intentando comprender.

Diego lleva sus manos a la cabeza completamente consternado. - ¿Lucas está muerto?

El rostro de Diego, ese nombre familiar, autos, carretera, olor a gasolina... ¡Claro! ¡Lucas es el tipo de la gasolinera que me habló de los hermanos D'Angelo!

-Es la única cazadora, tuvo que ser ella -victimiza la señora D'Angelo, su voz se quiebra cuando lo dice.

Diego niega completamente confundido.

-No puede ser posible... -se queda pensativo.

-Pero es la única...

No la deja terminar - ¡Estuve con ella anoche!

Por la forma en como dijo las cosas, hizo que mis mejillas se encendieran e intentara aclarar con una mirada que no era de la manera en que ellos creían. Sin embargo nadie parecía preocupado por ello.

-Pero ella es la única...

Diego vuelve a negar.

-Es la única... que conocemos -aclara dejando a todos en la habitación, con la cabeza y la mente en un hilo.

Sabía que todos tenían sospechas sobre mí, pero al haber estado con Diego la noche anterior, me dejaba fuera de toda acusación lo cual agradecía. Estaba metida en un laberinto del que ni siquiera sabía su existencia. Pero de alguna forma u otra necesitaba salir de allí.

Diego y su madre salieron de la habitación a toda prisa, ni siquiera dándome una explicación de lo que iban a hacer.

Al quedarme completamente sola y siendo vigilada la mayoría del tiempo, decidí salir al jardín para tomar un poco de aire e intentar idear un plan o por lo menos pensar en las posibilidades que habían de salir. No iba a quedarme solamente viendo como mi vida se iba por un tubo. Las cosas no podían quedarse así.

De un momento a otro una mano cubrió mi boca haciendo que me exaltara, angustiada intenté gritar o pedir ayuda, estaba siendo arrastrada a otro lado de la casa que ni siquiera conocía, pero fue inútil, era más fuerte que yo, además era un vampiro, lo cual deduje por su rapidez. Al detenernos me dio la vuelta aun con su mano en mi boca para que lo mirara.

Mi corazón se detuvo.

Quitó su mano lentamente, de una forma que me dio escalofríos.

- ¿Qué estás haciendo? -pregunté completamente perpleja.

- ¿Qué parece que hago? Te rescato -bromeó.

-Chris D'Angelo haciendo bromas, que poco convencional -utilicé mi sarcasmo para no dejar que las emociones en mi estómago me dominaran y me hicieran lanzarme sobre él.

-Charlotte Finlay utilizando su sarcasmo, que predecible -continuó con una sonrisa que me dejó paralizada.

Comenzó a acercarse sin decir nada. Yo no podía ni respirar. Tomó el cabello que caía sobre mi rostro y lo colocó detrás de mi oreja.

Parpadee sorprendida, intenté hablar sin que mi voz saliera cortada o mi respiración me traicionara, pero era casi imposible cuando sus ojos miraban mis labios -Creí que había sido clara la otra no-noche.

Muerde su labio y sonríe -Tal vez si no temblaras tanto sería más creíble.

Relamo mis labios buscando la saliva que había desaparecido de mi boca.

-No lo entiendo -niego -Te dije que lo que había pasado entre tú y...

-Te amo -confesó en un susurro que no me dejó terminar.

Sentí todo mi estómago volverse añicos junto a mis nervios que me traicionaban en el peor momento.

-No vuelvas a decirlo -supliqué por mi propio bien.

-Bien -estuvo de acuerdo -Estoy enamorado de ti.

-Chris...

-Charlotte...

Y no había más que decir. Estaba irrevocablemente enamorada de él.

Antes de poder decir otra palabra, la voz de Diego llegó a nuestros oídos haciendo que Chris se escondiera tras unos arbustos, mientras yo intentaba reponer la compostura.

-Aquí estás -sonrió con cinismo acercándose junto a su madre.

- ¿Qué quieres? -actué de la misma manera que siempre.

-Avisarte que hay un cambio de planes.

Lo miré esperando escuchar su explicación.

-Nos casamos la semana que viene.

Y entonces todo se vino abajo cuando escuché su voz.

-Ella no va a casarse contigo.

Chris D'Angelo estaba dentro de la boca del lobo.

Hermanos D'angelo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora