Capítulo 51.

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Charlotte. 

Me quedé completamente congelada, detuve mi respiración por cinco segundos y exhale todo el aire que podían contener mis pulmones, supe que estaba perdida y sobre todo sin control alguno de mi ira, de mis emociones o cualquier otro síntoma que pudiera explicar la forma en la que me sentía. Miré mis manos que temblaban, mis labios secos y mi garganta pidiendo a gritos una gota de agua. Pero no podía llorar, y no porque me reusara a hacerlo, sino porque literalmente las lagrimas no eran capaces de abandonar mis ojos, era como entrar en un estado de shock instantáneo. Grita, llora, pero por lo que más quieras haz algo. 

—Charlotte... 

Su voz me trajo a la realidad. 

Pero no era suficiente, no era capaz de hacer que me viera frente al espejo luego de haber hecho lo que hice. Fueron mis manos, mis impulsos, mis sentidos, fui yo la que había asesinado a dos vampiros, la que había cruzado su corazón sin piedad alguna. ¿Era malo? Por supuesto, pero... ¿Porqué mierda se sentía tan bien?

— ¿Vas a explicarme qué fue lo que pasó? —Preguntó por quinta vez en el día. 

Elevé mi mirada a sus ojos que curiosos intentaban encontrar los míos, sabía que debía decirle lo que había hecho, la razón por la que desesperadamente lo busqué y le pedí que me llevara con él. Pero no tuve el valor de hacerlo, no quise su mirada de lástima sobre mí. 

—Gracias por ayudarme Chris, pero no puedo estar más tiempo aquí, debo alejarme de todos.

—Llevas diciendo eso desde que llegaste a Sam, dijo que estabas asustada y parecías histérica ¿Qué fue lo que pasó? —pregunta de nuevo altamente confundido por no entender, pero no sabía como se podía explicar una situación así, sin llegar a despertarle temor o repulsión.

Me levanto de la cama rápidamente con la intención de salir lo antes posible pero de un movimiento obstruye mi paso quedándose delante de mí. Se cruza de brazos y conozco esa expresión, no me dejará ir. 

—Por lo que más quieras, por mí, deja que cruce la maldita puerta. 

—No. 

—Chris...

—Charlotte... 

Se detiene un segundo soltando un suspiro hasta que da pasos lentos intentando acercarse más. Doy un paso atrás sin querer enfrentarme a la profundidad de su mirada pero antes de que pueda desviarla me toma de la barbilla con delicadeza. 

—Mírame. —Ordena. —Que me mires. —Vuelve a decir más alto cuando se da cuenta que intento apartarme. —Te amo, Charlotte. No hay nada que hayas hecho que borre lo que siento por ti.

Me quedó sin aliento, no es la primera vez que lo dice pero logra sentirse tan bien cuando sale de sus labios con tanta naturalidad, como si pudiese encajar a mi corazón. 

—Yo no estaría tan segura. —Cierro los ojos sintiendo que ese nudo en mi pecho se vuelve una bola enorme de culpa, no por lo que hice, sino por el sentimiento de haberlo disfrutado al hacerlo. 

— ¿Quieres estarlo? —pregunta en un tono grave pero suave, una mezcla casi narcótica. 

—Demuéstralo. 

Trago en seco cuando las palabras abandonan mis labios.

¿Por qué está sonriendo? 

Toma mis muñecas con una de sus manos llevándome contra la pared de concreto donde suelto un leve quejido al golpearme la espalda ¿Cómo mierda puede darme placer ese simple gesto y esa sensación de peligro al estar entre su cuerpo? Vuelve a sonreír, como si supiera qué es lo que estoy pensando, o peor, como si lo viera venir. 

Hermanos D'angelo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora