Capítulo 13.

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Charlotte.

Me aferré a la idea de que podía salir sin que nadie se diera cuenta, intentar escabullirme como una más, hasta que la puerta que me mantenía oculta, fue abierta.
Estaba temblando, aterrada por darme cuenta que ese podía ser mi fin.

Pero contrario de lo que pensé, ver a la persona que se encontraba al otro lado de la puerta me dejó consternada. No pude ocultar la enorme sorpresa de encontrarlo aquí. Hizo una pequeña seña con su dedo indicándome que no hiciera ruido, aunque era imposible que pudiera articular palabra alguna.

-¿La encontraste? - preguntó otra persona acercándose al lugar. La respiración se contuvo en mis pulmones debido al miedo de ser descubierta.

-No hay nadie - respondió tranquilamente volviendo a cerrar la puerta para dejarme a oscuras.

Me quedé estática sin tener idea de que hacer. Me acerqué lentamente a la puerta esperando que no fuera abierta por alguien más, pero para mi sorpresa su voz cruzó la pared.

-Tienes cinco minutos, te cubriré - ordenó sin decir más y alejándose, algo que deduje por el sonido de sus zapatos en marcha.

-¿Diego? - pregunté luego de no escuchar absolutamente nada más que el silencio.

Se había ido, sin embargo la duda era mi nuevo estado mental. Admitía que por primera vez me alegraba ver a uno de los hermanos D'angelo, sin embargo eran demasiadas preguntas sin respuesta, demasiados acertijos y ninguna salida ¿cómo se suponía que debía continuar? Era obvio que no conocía a ninguno de los chicos y que sentía desconfianza de todo lo que hacían, pero eso no alejaba el hecho de que por alguna razón me sentía segura cuando me encontraba con al menos uno de ellos.

Tienes cinco minutos.

Desperté del estado mental en que me encontraba, aún con las manos temblando y mi cuerpo a punto de caer al suelo debido a lo débil que estaba. Mas seguí en marcha, dejándome guiar por lo que consideré una salida.

Llegué a la carretera, la lluvia era leve, enseguida busqué refugio en la profundidad del bosque. No podía dejarme a la vista de todos los que seguramente me iban a hacer daño, así que comencé a caminar.

Quizá estaba dando vueltas sin sentido, tal vez nunca iba a salir del lugar en el que me encontraba, posiblemente iba a morir desmayada en medio de la nada. Hasta ahora esas eran mis posibilidades al no encontrar salida y simplemente cansar a mi cuerpo dando vueltas en un lugar completamente desconocido.

La lluvia se hacía más fuerte, las esperanzas de salir eran nulas, mi cuerpo ya no estaba soportando el cansancio y estrés, mi mente estaba casi en blanco.

Chris.

Pensé en él mientras tomaba asiento al lado de un pino, aún con la lluvia cayendo sobre mí. Sonreí recordando lo estúpida que fui al caer en su juego de apuesta sin beneficio. Era listo, algo que me costaba admitir.

Mis ojos ya no podían mantenerse abiertos, todo comenzó a dar vueltas, mi vista quedaba en blanco y ya no tenía fuerzas.

La figura de alguien se puso frente a mí de un momento a otro, no distinguí a nadie, solo sentí sus brazos rodeando mi cuerpo para elevarlo con delicadeza.

-¿Chris? - pregunté moribunda, intentando mantener los ojos abiertos. Y debido a lo que estaba pensando minutos atrás, su nombre fue el primero que pude pronunciar.

-Vamos a casa Charlotte - susurró dejando que mi cuerpo se relajara al sentir su suave y húmeda piel rozando la mía. Hasta que finalmente quedé dormida.

Hermanos D'angelo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora