Capítulo 4

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Kinmoku

Seiya se dejó caer completamente agotado encima de una silla en el jardín, aún la niña que habían salvado se encontraba inconsciente, en la pequeña podía sentir el brillo de una estrella, su semilla estelar era la de una estrella no una persona común como cualquier persona pensaría. Su hermana le había dicho que dejara de pensar en tantas tonterías, aunque estaba seguro que ella sentía lo mismo que él al ver a la menor, por un momento pensó en chibi-chibi, la pequeña que logro arrancarle más de una sonrisa junto a su bombón, nuevamente la imagen sonriente de Serena aparecía en su mente.

— ¡Seiya! — Observo a Yaten acercarse, se notaba agitado y confundido.— ¿Qué pasa?

— Despertó, la niña está con Kakyuu. — De solo oír aquella oración no dudo en ir corriendo con su reina, los guardias se hacían a un lado al verlo pasar. Abrió las puertas del salón principal observando como la pequeña se encontraba sentada frente a su reina, en sus manos sostenía una taza de té. Hizo una reverencia antes de acercarse ambas, disculpándose en el proceso por su intromisión, la pequeña lo miro con una sonrisa que le produjo una extraña sensación, seguía pensando que ver aquella niña le recordaba a su bombón.

— Él es Seiya, fue quien te rescató junto a su hermana. — Ella asintio susurrando un suave: gracias. — Pero necesitamos saber quién eres y porque te estaban persiguiendo.

— Yo...mi nombre es Isis, — Seiya se situó junto a su reina, miro a la menor con curiosidad, sus ojos eran de un profundo azul, su cabello plateado y sus mejillas tenían un débil rubor natural. — ¿Quién soy? S-soy...no vengo de esta línea de tiempo, vengo del pasado.

— ¿Qué? — Kakyuu miro a Seiya y luego él a la niña.

— Pequeña, por favor explicanos. — Ante la petición de Kakyuu asintio levemente.

— Mi madre es la reina Serenity, reina del Milenio de plata, hace mil años o al menos ese es el tiempo que ha transcurrido desde ese entonces. — Mordió su labio nerviosa. — Para muchos yo no existo, no se cómo o porque, pero fui borrada de la historia.

— Eso es algo imposible. — Kakyuu le dió una mirada a Seiya pidiéndole silencio.

— Podrás por favor explicarme. — Le pido la soberana, pero ella negó.

— No puedo, no puedo decir lo que sucede antes de ver a Sailor Moon. — Los miró fijamente. — Por favor, necesito ir a la tierra, ella me necesita no puedo...¡No puedo dejar que le hagan daño!

Su grito les sorprendió, pudieron notar como la pequeña sentía miedo de algo que simplemente desconocían, Seiya la sostuvo por los hombros dandole una sonrisa, ella se sorprendió al notar la calidez que él desprendía. Tomo sus manos entre las suyas.

— Por favor, llévame con Sailor Moon antes de que sea muy tarde. — Kakyuu asintio.

— Seiya, tu y Fighter irán a la tierra como escoltas de esta pequeña, ve a prepararte saldrán hoy mismo. — Hizo una reverencia antes de salir para informar a su hermana. La princesa observo a Isis con curiosidad. — Dime, ¿Por qué has venido exactamente?

— Princesa Kakyuu, mi reino le tiene mucha estima al suyo, pero no puedo decirle nada, disculpe.

Kakyuu suspiro, no podía forzarla hablar, pero algo en su ser le decía que la llegada de aquella niña traería una nueva batalla que acabaría involucrandolos aunque ella no lo deseara, solo esperaba que está vez no se perdieran las vidas inocentes de miles de civiles.

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Ruinas del Milenio de Plata

Sailor Saturn se dejó caer en el antiguo jardín del palacio, las columnas de mármol cubiertas de polvo y cenizas hechas pedazos por la batalla contra el Negaverso hace tanto tiempo ya, la mitad del castillo destruido, el salón de bailes apenas se mantenía en pie, camino hacia el lugar exacto dónde su reina había perdido la vida, aún podía sentir el dolor del pueblo selenita mientras era atacado por Beril. Se detuvo al golpear una pequeña diadema de plata, la observo detenidamente notando las pequeñas gemas en ella, siguió adelante, los restos de lo que en un momento fuese un hermoso oso de peluche había desaparecido por el tiempo. Cerro sus ojos sintiendo aún la débil energía de su reina en aquel lugar en ruinas. Una lágrima se deslizó por su mejilla.

— ¿Por qué debo cargar con esto? — Su pregunta fue solo un eco en aquel páramo desolado.

— Saturn. — Giro lentamente al oír la voz que le llamaba. Al final del corredor que en algún momento dió hacia la biblioteca real se encontraba una pequeña luz azul que lentamente fue tomando forma. La reconoció a la perfección, deseo llorar pero no lo hizo, no podía ser débil. Artemisa le dió una sonrisa, su cuerpo translúcido indicaba que solo era un reflejo de la energía que una vez quedó en aquel lugar.

— ¿Por qué usted? — La antigua reina miro al cielo las estrellas fugaces que surcaron el cielo lunar.

— El cinturón de asteroides. — Volvió a mirarla. — ¿Recuerdas ese momento?

— Sí, el cazador es como yo. — Ella negó. — ¿Debe despertar?

— Así es, Saturn desde este momento tus recuerdos volverán, es necesario que seas tú nuevamente quién salve sus vidas. — La tiara en su frente desapareció siendo reemplazada por el símbolo de su planeta regente, sus ojos se fueron cerrando poco a poco antes de caer al suelo inconsciente. Artemisa quería mirar más allá de la tierra, deseaba observar aquel cinturón de asteroides que dividía los planetas. — Orión, me equivoqué.

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Planeta tierra - Tokio
Templo Hikawa

Rei trataba de observar en el fuego por quinta vez que era aquel sueño que le perseguía, no dejaba de ver a sus amigas luchando en su forma de princesas, hombres y mujeres defendiendo arduamente a su princesa y amiga, ella sangraba en brazos de alguien, quizás Endimion, pero aquella persona le causaba una sensación extraña. Volvió a suspirar cansada, por más que luchaba en tratar de adivinar que era su sueño, simplemente el fuego no le decía nada, estaba calmado y silencioso, se preguntaba si  Neptuno o quizás Uranus habían tenido ese tipo de visión, sin embargo no sabía cómo contactarse con ellas, pues se encontraban fuera del país. Miro su pluma de transformación.

— Lo mejor es hablar con todas. — Una extraña aura la hizo estremecer, aquella energía le parecía conocida. Corrió fuera del salón de meditación encontrándose un cielo oscurecido y lleno de relámpagos, algo estaba cambiando y podía sentir que era más fuerte de lo que fue Caos.

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Muchas gracias por leer. Actualizaré más seguido, quizás luego de subir la continuación de renacer pase dejando un nuevo capítulo. Nos leemos pronto 😁

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