Capítulo ✨7

146 19 36
                                    

Residencia Tsukino

Podía escuchar las voces de su madre a la distancia, no quería abrir los ojos, pero tampoco deseaba seguir indiferente de lo que pasaba a su alrededor, poco a poco fue volviendo a la realidad, miro el techo de su habitación, el blanco de este parecían pequeñas nubes. Nadie parecía notar que había despertado, miro las cortinas de  moverse por la brisa, podía sentir el frío del exterior, quizás había llovido o estaba por llover, su cuerpo se sentía entumecido, no tenía idea de cuánto tiempo durmió.

— ¡Serena! — La voz de Ikuko, el tono aliviado como si por fin hubiese ocurrido un milagro la confundió. Su madre la tomo de ambas manos antes de poder sentarse a su lado, noto las lágrimas en sus ojos, su padre se acercó a ellas.

— Nos has tenido preocupados todos estos días. — No supo que decir, a su mente vino la imagen de la niña en el parque, la conversación con Lita y como sentía que por fin todo el peso en sus hombros se iba.

— ¿Qué me pasó? — Sus padres se miraron entre sí.

— Te desmayaste en el parque, ese chico Seiya te trajo junto a Lita, ha venido todos los días durante estos últimos dos días, cuando no viene llama por teléfono. — Sintió  su corazón latir con más intensidad al darse cuenta del interés de Seiya por ella. Quería preguntar por Darién, pero supuso que si sus padres no lo mencionaban era por algo. — Hija, sabes que puedes contar con nosotros, por favor dinos que pasa. — Ikuko apretó un poco más su mano. — Ese chico que dices es tu novio solo vino para...

— No hace falta le digas, Serena, se que eres lo suficientemente grande para saber que te conviene o no, ¿Estás de acuerdo conmigo? — Asintió. — Yo, así como tú madre deseamos seas feliz, pero no con alguien que viene aquí insulta a tus amigas y quiere decidir quién debe verte.

— Mamá, papá...— Se abalanzó sobre su madre sintiendo sus caricias en su espalda. — No dejaré que Darién siga creyéndose mi dueño.

— El médico dijo que tienes mucho estrés. — Su padre revolvió su cabello. — Rei y Mina me han sugerido dejarte ir con ellas a las montaña, creo es lo mejor.

Asintió, ambos besaron su frente antes de salir y darle su espacio. Busco a Luna pero no sé encontraba en su habitación. Recordó las palabras de Lita y de su padre, ambos tenían razón, no podía estar sometida a una persona como él, el futuro no merecía ser fundado bajo su desdicha y Rini debía ser engendrada con amor no con tristeza en medio de una pareja que solo estaba junta por obligación. Miro su reloj de pulsera, lo abrió esperando poder comunicarse con sus amigas, lo había decidido, irse con ellas a las montañas y dejar que todo el estrés se fuera. Quería volver a sonreír, reírse sin que nadie estuviese diciéndole como ser una dama, ella aún no era una reina, era una joven estudiante que deseaba jugar videojuegos, comer dulces, salir con sus amigas, preocuparse por el presente y nada más.

Observo la foto sobre su mesa, Rini sonreía junto a ellos no quiso seguir mirando aquella fotografía, alejo las sábanas notando que entre sus piernas había un pequeño  peluche, un conejo blanco con una pequeña nota colgando de su cuello, al levantarlo noto el perfume en el, una fragancia suave que le hacía recordar a las flores en primavera. Quito la nota dejando escapar una sonrisa.

"Se que no estaré allí cuando despiertes, deseo tengas un lindo día bombón, no te esfuerces.

Te ama, Seiya"

El sonrojó en sus mejillas podía competir con el color rojo en el pequeño corazón que el peluche sostenía entre sus manos. Miro nuevamente por la ventana, afuera se encontraba el auto de Darién. Suspiro, ese día estaría lleno de muchas cosas y solo esperaba su madre mintiera y dijera que estaba aún dormida, no quería verlo al menos en ese momento no.

— Lo siento Rini, pero no puedo traerte a una familia sin amor. — Abrazo el conejo con fuerza queriendo refugiarse en el, solo le quedaba hablar con sus amigas y Darién, esperaba que por una vez nadie le recriminara sobre el futuro, pensó en las palabras de Lita, su amiga tenía razón y ella debía escuchar a su corazón.

Milenio de Plata — Mil años atrás

La reina Serenity corría por los pasillos del palacio, de cerca era seguida por Sailor Galaxia, de nuevo volvía abrir otra habitación encontrandola vacía, se dejó caer al suelo, su respiración se agitaba  mediante el tiempo pasaba y no conseguía respuestas. La rubia le ayudo a levantarse llevándola hacia una silla cercana.

— Se fue, Isis no está.Galaxia la tomo de las manos. — Debes buscarla, no pueden saber de ella.

¿Por qué? No puedes seguir ocultando la verdad Serenity, tú hija vive dentro de un velo que tú has creado.

— Lo hago por su protección, Orión y ella no pueden estar juntos. — Galaxia tomo asiento en el suelo, miraba a la reina con cariño. — Tu viste la destrucción.

— La guerra no podía detenerse, pediste una oportunidad a la guardiana Cosmos, te fue otorgada. — Galaxia miro al cielo. — Has querido mantener a la princesa oculta de su propio origen y a Isis igual, dime ¿Que lograste?

— Yo...— Las dudas estaban presente en su expresión. — No sé qué hacer.

— Lo sé, pero ahora mismo tu hija ama al príncipe Endimion, la historia se repite con un protagonista diferente. — Un suspiro escapó de sus labios. — Aunque no es lo que esperábamos, no podemos dejar que ella y él estén en una relación, tanto tú cómo yo sabemos los hilos oscuros que se mueven con Endimion, es por eso que prohibes la relación entre selenitas y terrestres.

— Pero ahora me preocupa más Isis, la única persona que quizás pueda darme respuestas es Plut. — Sacudió su cabeza, debía ser fuerte ante cualquier cosa. Pensó en su hija, en el pasado y quizás su error, no podía dar marcha atrás a nada, su madre no lo hizo y ella tampoco podría hacerlo.

✨✨✨✨✨💫💫💫✨✨✨✨✨

Muchas gracias por leer ✌🏻

CenizasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora