Capítulo ✨38✨

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El tiempo pasó como si fuesen hojas secas en un árbol siendo arrastradas por el viento del otoño, durante ese período de cambios las chicas comenzaron adaptarse a no tener batallas en puerta ni mucho menos un enemigo furioso por obtener el cristal de plata. Para Rei cuidar del templo con su abuelo y Nikolas era su forma de matar sus ratos libres después de clases, Mina continuaba con sus audiciones mientras estudiaba, Lita al igual que ella seguía con su sueño, entre estudios y cursos de cocina, Amy aunque siempre quería aprender más había tomado un descanso de los estudios luego de haber enfermado de estrés debido a los exámenes, aunque el médico le pidió descansar ella se tomaba un chance para continuar estudiando en secreto, después de todo se sentía mejor.

Por su parte, Michiru y Haruka decidieron irse de vacaciones a Europa prometiendo volver antes del nacimiento del príncipe heredero de la familia lunar, a pesar de sentir que sería una niña, los ultrasonidos nunca mintieron y aquel bebé que casi perdió la vida con su madre crecía fuerte y sano. Setsuna y Hotaru se sintieron mal al darse cuenta que la pequeña dama no seria quién nacería de la unión de su princesa y Seiya. Darien por su lado no volvió a la vida, su corazón se había corrompido hasta el punto de no tener permitido regresar una vez más, solo quizás en algún momento nacería nuevamente pero como un humano común sin el peso de llevar consigo el título de príncipe de la tierra, desde ese momento el planeta sería protegido por el guardián Helios y la princesa Serenity, ya fuese desde su reino en la luna o si decidía fundar Tokio de Cristal bajo el amparo del pegaso.

Sailor Galaxia se negó rotundamente abandonar el planeta, la guardiana tenía el presentimiento de que algo sucedería el día del nacimiento del príncipe, después de todo era inusual que naciera un niño en el seno de las herederas al trono del milenio de plata, muy diferente ocurría con el reino de Kitzu, ellos eran bendecidos con herederos de ambos géneros cada uno de ellos destinados a una misión importante, los hombres serían entrenados para ser guerreros y reinar, mientras las mujeres eran entrenadas en destrezas como la danza, las artes y al mismo tiempo ser una  Sailor Scout que defendiera su hogar y esa era la razón por la que no dejaba de pensar que había algo extraño en el ambiente.

Las cosas eran diferentes para Seiya y Serena, la familia de la rubia no veía bien que su hija estuviese embarazada tan joven, aunque Seiya prometió de mil formas nunca abandonarla ni mucho menos a su hijo, las discusiones no se detuvieron hasta pasado el primer mes de haber formalizado su relación y comprometerse formalmente. Cómo era de esperarse Serena tuvo que hacer frente a la sociedad con la frente en alto, aprender a vivir con los comentarios fuera de lugar de quiénes la veían caminar con su uniforme escolar estando embarazada, después de todo, no era la primera ni la última en pasar por esa situación y mientras Seiya estuviese con ella sentía que el mundo podía decir lo que quisiera, ella era feliz, además que referente a sus estudios mejoro lo suficiente como para enorgullecer a su familia.

Cada mes que pasaba recordaba su última batalla y como perdió a  personas importantes para ella, Luna le aseguraba que en algún momento podría volver a ver a la pequeña Iris, la extrañaba diariamente pero la sensación de su bebé creciendo en su vientre le daba felicidad, cada mes que pasaba no podía ocultar las ganas que tenía de tenerlo entre sus brazos y protegerlo con todas sus fuerzas, era por ese motivo que pidió a Luna y Artemis investigar una razón lógica para el miedo que sentía Galaxia.

Los nueves meses pasaron con tranquilidad, para las chicas a diferencia de Seiya que debía salir de casa cada noche cuando Serena le llamaba porque tenía algún tipo de antojo, entre ellos pepinillos picados bañados en chocolate, aquel día lo recordaba tan bien que sentía nuevamente que vomitaria y sentía que si alguien lo mencionaba una vez más tendría náuseas, a pesar de no vivir juntos aún, siempre estaba al pendiente de cada detalle sobre su futura esposa, decidieron que se mudarian juntos al departamento del moreno una vez naciera el bebé, ya que él deseaba arreglar todo con tranquilidad mientras seguía con sus proyectos en la disquera.

— De nuevo...— Miró su teléfono celular sonar sin control, esa mañana Serena tenía su último chequeo, estaban a la espera del nacimiento de su bebé ya que podía ocurrir en cualquier momento, como era costumbre su mánager no dejaba de llamar debido a que iba tarde a su sesión de fotos para un revista juvenil. Ignoro la llamada por quinta vez, lo único que le importaba era que su novia e hijo estuviesen bien. Dio un largo suspiro, la puerta del consultorio seguía cerrada y parecía que nadie pensaba salir a decirle que sucedía.

— ¿Señor Kou? — Levantó la mirada hacia la enfermera, la joven se veía nerviosa y con un ligero sonrojo en sus mejillas. — La señora Tsukino saldrá en un momento.

— ¿Paso algo? — La joven negó dándole una sonrisa.

— La doctora le estaba explicando cómo es el proceso del parto, que debe hacer y cómo darse cuenta cuándo sienta los primeros dolores. — El semblante del moreno se volvió pálido, aún cuando durante meses se había preparado mentalmente para ese momento saber que ya estaba cerca el día o las horas del nacimiento de su primogénito le causaba nervios. Hizo a un lado a la enfermera al ver a su futura esposa salir del consultorio con una gran sonrisa, no entendía como ella se veía tan tranquila y animada cuando él sentía que en cualquier momento caería desmayado.

— Iré al templo, puedes ir a tu sesión de fotos. — Seiya se acercó lentamente dándole un abrazo, quería sentir que ese momento era solo de ambos, que nada más pasaría y acabaría con su felicidad, pero en el fondo de su corazón algo le gritaba que faltaba un despeje en la ecuación de la cual no se percataron en ningún momento.

El recuerdo de su madre en sueños mirando las estrellas le estaba volviendo loco, no veía nada malo en el, pero la intensidad de su mirada sobre un punto vacío le extraña, ¿Por qué? no lo sabía, por más que buscaba la respuesta no la encontraba. Decidió dejar a un lado su presentimiento y disfrutar de ese momento, después de todo, nada había irrumpido la paz que lograron hace tantos meses atrás.

Torre de Tokio

La pelota rodó hasta sus pies, sus ojos esmeralda miraron el objeto con atención, un pequeño niño se acercó tomándola entre sus manos, pidiendo disculpas por su descuido, con una ligera sonrisa ignoró lo ocurrido, después de todo el menor no lo había hecho a propósito como para sentirse avergonzado. Le observó alejarse en silencio, aquel pequeño le recordó el porque de estar en ese lugar, normalmente ella nunca hubiese llegado allí si aquel pequeño cúmulo de energía no diera señal de vida, pero después de dos meses aquel pequeño brote incremento hasta el punto de ser un peligro para toda la vida existente en la galaxia.

— Será está noche. — La silueta de la luna podía obsérvarse a la distancia, que irónico le parecía regresar a ese punto para emitir una sentencia.

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Muchas gracias por leer, hasta la próxima

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