Negación.
Crecí en una familia unida. Mi madre, dejó sus estudios cuando quedó embarazada. Luego, mi hermano nació y mi padre y ella se casaron. Dos años después, me tuvieron a mí.
La familia de mi padre, es de renombre en la ciudad, los Evans son abogados importantes, y se han hecho muy buena fama en el país.
Aunque la familia de mi madre también es bastante conocida, ella perdió su apoyo después de dejar sus estudios, y ellos se fueron a vivir a las afueras de la ciudad. Hace cinco años, falleció mi abuelo materno Carl, y mi abuela no quiso recibir a mi madre en su casa durante los días del luto. La abuela Denice, siempre nos dijo a mi hermano y a mí, que teníamos que tener en mente, que en el mundo solo nos podemos apoyar en nosotros mismos (ideología opuesta a la de mamá), y si nos acostumbramos a confiar en otros y depender de ellos, terminaremos como mi madre.
Ojalá hubiera sabido a que se refería.
Nuestra familia por parte de papá es aún más alejada que la de mamá. Ellos se han extendido a otras ciudades del país, y de vez en cuando nos reunimos. Mis abuelos Marcus y Eleonor, no nos visitan desde que yo tenía 10, y a pesar de que no es normal tener esta relación con tus abuelos, no los extraño, porque no extrañas algo que no estas acostumbrada a tener.
Mi familia ha venido cayendo en crisis desde hace un año. Mis padres tienen problemas desde que tengo memoria; pero mi hermano siempre me había cuidado y alejado de nuestra realidad; pero esto no iba a durar para siempre. Todos en esta familia sabemos que mi papá vive más en su oficina que en casa con nosotros, y mi mamá esta todo el día en casa, haciendo cosas en el jardín o en la cocina. Desde hace un año se agravaron los problemas, y las discusiones se hicieron más fuertes y Margaret Scott, hija de una pareja de psicólogos, empezó a medicarse.
Ver a mamá tan frágil, tan rota y tan débil, hizo que mi relación con mi padre empeorara. De por sí que antes no nos veíamos, pero en el verano lo entendí. Mi enojo pasó no solo a mi madre, sino también a mi hermano.
Mis ataques de ansiedad empezaron con la primera depresión de mi madre, y con esto entendí que las cosas nunca habían estado bien. Mi hermano me contó los presuntos amoríos de mi padre, y me dijo que no éramos la familia que yo imaginaba. Al inicio me costó aceptarlo. Una cosa era sospecharlo, y otra muy distinta, era que tu hermano te lo dijeran de frente.
Todavía no me la creo. Pasé un año. Un maldito año sintiendo lastima por mi madre; viéndola como la víctima. Una pobre ama de casa, mujer dedicada a su familia que es engañada por su cruel y desconsiderado esposo.
A veces, las emociones te ciegan.
Yo me dejé cegar por la rabia con mi padre y no vi la realidad. La verdad detrás de todo esto. La verdad de mi familia, si es que algún día fuimos una.
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Cuando voy llegando a casa, veo un auto que se me hace familiar. «¡no lo creo! ¡está aquí!»
Suelto la bicicleta de inmediato, dejando que esta caiga sobre el césped de manera improvisada. Me apresuro a la casa con más emoción de la que imagine llegar a sentir después de los últimos días; y lo hago porque sé que ese auto le pertenece a mi apoyo y consejero: Matthew.
Abro la puerta, y no encuentro su rostro en la sala. «Tal vez solo subió a dejar sus cosas en su cuarto» trato de calmarme, y aunque no tengo un buen presentimiento, intento mantenerme positiva.
No veo a la única persona que me podría escuchar y entender ahora; pero veo a Margaret en la cocina haciendo no sé qué, a mi padre en el sillón del centro, y a Austin.
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A donde sea, pero si estás tú
Novela JuvenilTras descubrir un secreto familiar en el verano antes del último año de escuela, Madison se da cuenta, que su vida no era tan buena como creía. Sus amigos la dejaron sola, su familia se separó y ella dejó de confiar en todo lo que la rodeaba. Volver...