C A P I T U L O 30

316 22 1
                                    


Madison.

Las voces a mi alrededor son como agujas diminutas que entran por mis oídos y llegan a mi cerebro causando pequeños pinchazos en él. Una mano acaricia mi brazo con un tacto tan delicado como si pudiera llegar a romper mis huesos si no tuviera el cuidado suficiente.

Me toma unos segundos recordar donde estoy y por qué, o más bien, por quién.

Intento abrir mis ojos, pero pesan horriblemente y la luz de la cual mis parpados me protegen es tan agotadora, que la mitad de la poca energía que tengo se va intentando lograr aquella acción inicial. Mi garganta se siente seca cuando intento hablar.

- ¿Dónde está... Austin? – lucho contra la resequedad que hay en mi boca, y en un fracasado intento de llevar mi mano a mi garganta, noto la tela que me sostiene.

No puedo soltar mi muñeca, así que todo el fastidio por la luz pasa a un segundo plano cuando no eso.

- M-Madison... ¡Ya despertó! – grita como si el hospital entero tuviese que saber.

Pero... un momento. ¿Cómo me dormí?

Mis ojos viajan de mis muñecas a los ojos azules un par de veces antes de ser plenamente consiente de a quien le pertenecen.

- ¿Rebecca? – pregunto como si estuviera viendo un fantasma. El hilo de voz que logro emitir hace que sienta como si mi garganta sangrara, y ella parece notarlo, pues toma un vaso con agua de la mesa junto a la silla en la que se sienta, que está junto a mí. Ella estaba acariciándome hace solo unos segundos. Ahora me está dando agua como si no pudiera hacerlo yo sola.

¡Ah! Cierto. No puedo. Estoy atada.

Bebo el vaso de agua de un solo impulso, y mi garganta lo agradece.

Cuando se aleja y devuelve el recipiente a la mesa, me mira temerosa y sus ojos parecen huir de los míos mientras sus manos parecen sudorosas al ser refregadas contra el saco que ahora lleva encima.

- ¿Qué haces aquí? – la prevención se nota en mi tono.

- Yo... No sé. – mira al piso y toma alientos – Estaba en el auto cuando vi la ambulancia entrar, y luego vi como los subieron a ambos, Madison. Sabía que las cosas no irían bien para ninguno de los dos, e imaginé que de pronto, no sé, necesitarían algo de ayuda...

No parecía mentir, pero tampoco era alguien de fiar como para creerle de inmediato.

- ¿Bajo qué concepto o perspectiva te pareció buena idea venir a intentar "ayudar" cuando mis recuerdos contigo vienen acompañados de escenarios horribles e incomodos? – Le señalo con mis ojos las ataduras que unen mis manos a la camilla- Como ahora, por mencionar uno...

- Yo... Ay por Dios, Madison. Necesitaba disculparme, ¿bien? – se resuelve a contestar ya irritada.

- No quiero escuchar nada ahora, necesito ver y saber de Austin.

- Pues no veo a nadie más a tu alrededor que te pueda desatar o sacar de aquí, así que considero que tu mejor opción ahora es escuchar lo que tengo para decir – estaba resuelta a que la escuchase, así que no me opuse, como bien había dicho, no es como si tuviera otra opción.

>> Bien... Todo comenzó hace mucho. Austin era el novio ideal y todo iba de maravilla. Salíamos, cenábamos juntos, estuve con él durante momentos críticos en los que su carrera lo agobiaba como nunca, y creí que lo tenía todo... Éramos... Realmente felices...

- ¿Qué tal si nos saltamos esa parte? – pregunté, muy irritada.

Una sonrisa brotó de sus labios, confirmando que su objetivo se había cumplido, y aunque no quería demostrar cómo sus palabras me afectaban de alguna manera, no podía evitar pensar en mi novio, siendo feliz o apoyándose en Rebecca durante sus momentos difíciles.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Feb 03 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

A donde sea, pero si estás túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora