C A P I T U L O 26

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Traumas.

Austin.

Me desperté temprano el lunes, para ir por Maddi como de costumbre.

Hoy tendría que presentar esa exposición de ciencias en la cual había trabajado durante al menos un mes, y que la tenía estresada a más no poder, pero un mensaje hizo sonar mi teléfono, mientras estaba duchándome. Al salir, vi que era ella.

Decía que Derek la recogería, porque llegaría más temprano de lo normal y era mejor que me quedara durmiendo. La muy listilla parecía no ser tan listilla si creía que yo me iba a quedar tranquilo con eso. Evidentemente estaba estresada y probablemente algo dolida por lo de ayer.

No me esperaba esa llamada, no esperaba el cambio de planes, no esperaba que un día relajante de playa se convirtiera en lo que se convirtió, pero ella merecía saber la verdad, aunque fuese una mierda.

No quería que este loco sueño con ella, el loco sueño que era ella y que me hacía vivir se acabara, pero otra parte de mí, muy en el fondo, sabía que tendría que terminar. Anoche, por primera vez en mucho tiempo no pude dormir. Me la pasé dando vueltas en la cama pensando en cómo lograr que las cosas no se nos salieran de las manos, pero cuanto más lo pensaba, más me abrumaba.

Pensé en llamar a Maddi y preguntarle como estaba, pero bajo las circunstancias en las que habíamos quedado ayer, preferí darle algo de espacio, aunque de todas formas llamé al restaurante donde preparaban su bowl de frutas favorito y le pedí que le llevaran uno a eso de las diez u once de la mañana, pues durante ese espacio tenía su segundo descanso y calculaba que ya hubiese hecho su exposición.

Aproveché la mañana para visitar un nuevo departamento que pensaba comprar, llegamos a un acuerdo con el agente inmobiliario y luego fui a llevar el auto a revisión. Ya no quemaba las llantas como antes, ya no sentía la misma necesidad de exteriorizar esa adrenalina intensa que me invadía cuando estaba bajo presión o estrés, ya no manejaba como loco en las noches ni había buscado a Cooper de nuevo.

La psicóloga que estaba viendo me ayudaba bastante y disfrutaba cada vez más de la compañía de mi novia, pero no esperaba que, ahora que las cosas iban de mejor, me llegara la noticia de que esta aventura tenia fecha de caducidad.

Estaba hablando con el técnico encargado mi auto, cuando mi móvil empezó a sonar con insistencia. Me disculpé con el hombre y contesté.

- ¿Hola?

- Hola, es que me mandaron a entregar un domicilio a nombre de Madison Evans, pero no llega a recogerlo y no sé a quién dejárselo... Dice que no contesta. – comenta el hombre.

- Vale, déjalo en portería y luego llegaron por él. Muchas gracias. – respondí sin darle mucha atención, además el técnico de mi auto me estaba diciendo unas cosas sobre las llantas, y estaba centrado en ello.

Intenté retomar mi conversación con la persona frente a mí, pero el móvil sonó de nuevo.

- Ya hablaré para que lo recojan, no se preocu... - no terminé de hablar, por la interrupción inesperada de mi interlocutor.

- Eh... Hola, Austin, soy Sally... - habló la chica al otro lado de la línea.

- ¿Sally? ¿Pasó algo? – de inmediato el tema de las llantas de mi auto pasó a segundo plano y un feo presentimiento hizo que me alarmara.

- Sí, es que Madison se desmayó hace poco y no sabíamos a quién llamar...

- ¡¿Qué?! ¿Dónde están?

- La van a llevar al hospital, no ha despertado del todo aun y...

- Vale, ya voy para allá.

Colgué el teléfono y como no podía usar mi auto, cogí el primer taxi que se me cruzó por enfrente. Cuando ya estaba de camino al instituto de Maddi, llamé a Derek y sin mucha introducción le dije lo que había pasado y le pedí que llegase al instituto también. Luego realicé otra llamada.

A donde sea, pero si estás túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora