C A P I T U L O 17

4.3K 221 110
                                    

Respiro.

Austin me había dejado en casa anoche mismo.

Ahora me estaba alistando para ir al instituto, y, por más que quisiera negarlo, me sentía con mucha energía y feliz. Era como si las cosas se estuviesen reponiendo, después de todo.

Aunque, en realidad, solo estaba idealizando mi presente por el día que pasé ayer. La verdad, muchas cosas aún me daban vueltas en la cabeza, cosas como mi hermano, por ejemplo. Una cosa es olvidarte de lo sucedido por un día, y otra muy distinta es borrarlo por completo de tu mente.

¿Cómo se supone que sea nuestra relación ahora?

Lo quería. Sí lo hacía, pero no iba a permitir que pasara por encima de mí. Si él me quisiera, no hubiese hecho lo que hizo. Su plan era humillarme, y estoy por creer que siempre fue ese desde el principio.

Es frustrante y agotador saber que, a veces, de quienes más debemos cuidarnos, llevan nuestra propia sangre.

Esa era la conclusión a la que había llegado. La familia sanguínea no siempre se comporta como una de verdad, y podemos encontrar nuestra verdadera familia, nuestro verdadero hogar, en quienes menos pensamos.

¿Quién iba a creer que después de todo lo sucedido, encontraría una razón, un motivo y un aliento en unos perfectos extraños?

Sí. Tengo que admitir que las cosas pudieron haber acabado muy mal para mí la noche en la que conocí a los chicos, y puede que haya sido un poco – un poco mucho – patética o inconsciente, pero no puedo vivir de las posibilidades.

No podemos vivir de un tal vez, y tampoco podemos conformarnos con un quizás.

La vida se nos puede ir en un segundo como para no atrevernos a tomar riesgos y sentir la satisfacción, de que independientemente del resultado, lo intentamos.

Cada vez que me caigo, creo que no podré volver a levantarme. Creo que ya no podré con nada más; pero, aunque no me lo he prometido a mí misma, aquí sigo. Sí he podido levantarme y lo seguiré haciendo, hasta que no haya un solo rayo de luz en mi oscuridad.

Considero que los seres humanos somos oscuridad, pero desde que nacemos, encontramos luz en las cosas que amamos, que nos gustan, o que disfrutamos. A medida en que vamos creciendo, necesitamos motivos o razones para no dejarnos opacar por nuestros temores, pero, aunque solo quede un destello de luz, aún tenemos esperanza.

Intentaré recordarlo, para cuando sienta que ya no puedo más.

Después de lo que ha sucedido en los últimos días, creo que no podemos cerrarnos a nada y no podemos prometer nada cuando estamos pensando con la cabeza caliente.

Esto sería una patada a mi orgullo, pero en serio que ya no quería correr más. Ya no quería estar prevenida, ni temer a quienes me rodean. No se puede vivir de los miedos, pero si puedo vivir del valor.

Había personas que me hacían sentir que hay riesgos que no son peligrosos de tomar, sino por el contrario, nos enseñan a vivir.

Creo fervientemente que las cosas nos suceden por una razón, y mi labor es averiguar esas razones, por mucho que me cueste encontrar las fuerzas para levantarme luego de cada caída.

Hoy es un buen día, o eso espero.

Normalmente, mis mejores días son cuando puedo ver las cosas objetivamente, no desde el rencor, el dolor, o la tristeza; hoy era de mis días buenos, y tenía que aprovecharlo, porque no sabía que pasaría mañana.

Las clases se pasaron volando. Tenía trabajos y exposiciones por montón.

En los descansos estuve adelantando algunas actividades que tendría que entregar pronto, e intenté mantener mi mente ocupada, pues no quería pensar de más.

A donde sea, pero si estás túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora