C A P I T U L O 10

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Moorpark

Sally había pasado temprano por mí. Nadie había hablado de casi nada, pues estábamos más dormidos que despiertos.

Era una camioneta bastante amplia y la conducía Nate. Como copiloto, iba la chica de cabello negro, que por lo que había oído, se llamaba Diana. Era la misma que había visto colgada del brazo de Nate hace unas noches, y parecía no agradarle mi presencia.

Según lo que me había contado Sally y Susy, quienes me acompañaban en los asientos de atrás, el plan era quedarnos en un complejo de cabañas en la zona boscosa de Moorpark, por lo que teníamos que llegar primero a las cabañas, regístranos y dejar las maletas, para luego poder ir a visitar la biblioteca y museo presidencial de Ronald Reagan.

La verdad, el ambiente con ellos era bastante cómodo. Inicialmente, había creído que el viaje seria con un grupo más grande, pero por lo visto, resultó ser más íntimo.

Cuando llegamos a las cabañas surgió el problema. ¿Con quién me iba a quedar yo? O más bien ¿Quién se quedaría conmigo?

Después de unos minutos, optamos por alquilar la cabaña familiar.

Era bastante grande y nosotros cinco estaríamos lo suficientemente a gusto en ella; incluso Nate, el único chico del grupo, había estado de acuerdo con la idea de Sally.

Ya habíamos dejado las maletas, íbamos en camino al Museo, cuando a Sally se le ocurrió la idea de interactuar y socializar.

- Hagamos preguntillas para conocernos y fortalecer la confianza.

Diana volteo su cabeza para poder ver a Sally, y posterior a eso, la fulminó con la mirada.

- Empiezo yo. ¿Tienes novio, Maddy? – preguntó la más niña del grupo.

- Eh... No. – creo que mi respuesta fue muy poco convincente; pero es que no había podido evitar ponerme nerviosa. Para ser la primera pregunta, íbamos rápido.

- Sally, no la intimides – dijo Susy mientras miraba a su amiga, luego, me observó curiosa – Prefiero que tú nos hables de ti; lo que quieras que sepamos...

- Bien. Mi nombre es Madison... - preferí no decir mi apellido, para evitar que sacaran conclusiones – tengo diecisiete años, muy pronto dieciocho, un hermano... como se deben imaginar, tengo dos padres; pero preferiría no hablar mucho de ellos. Estoy en el último año de escuela y soy una persona de gustos muy variados...

Terminé de hablar y las chicas que me acompañaban, parecían sumamente interesadas en conocer más de mí.

- Oye... y.... ¿tu hermano tiene novia? – preguntó Susy.

«Querían saber más de él, no de mi...»

- No que yo sepa. - hice una pausa al caer en cuenta de que ellas no conocían a mi hermano.

- Un momento... ¿Cómo conocen a...? - fue ahí que entendí que se referían a Austin.

Claro, el bruto, había llegado esa noche y había dicho que era mi hermano.

«Malditas lagunas mentales»

- Si, Maddy, tu hermano, Austin... - intervino Sally.

- No, no, no. Resulta que no era mi hermano... - dije saliendo de mi propia confusión.

- Nos debes diez dólares, Sally. Te dijimos que no era su hermano... - se metió Nate de repente.

¿Cómo que habían...? ¿Apostado?

- Un momento. ¿apostaron con eso? – pregunté incomoda y extrañada.

- Es que Nate y yo... después de que te fuiste, dijimos que estábamos seguros de que él no era tu hermano. Luego Sally dijo que si y empezamos a discutir, y a la final, hicimos una apuesta. – me explicó la morena.

A donde sea, pero si estás túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora