C A P I T U L O 5

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Indesición.

Austin.

Lo que había pasado anoche seguía retumbándome la cabeza.

Madison en ese balcón. Sola e inocente de todo lo que me hacía sentir.

Traerla hasta aquí, era dejarla entrar en mi vida. Ella hacía demasiadas preguntas, era muy curiosa, y la fascinación con la que observó la casa me hizo olvidar lo que implicaba estar en ella.

Nunca esperé que mi tío me dijera que esta casa era mía.

Había estado mucho tiempo aquí, pero pensar si quiera en vivir aquí, y hacer de esta casa mí casa, me hacía sentir que estaba adquiriendo demasiada responsabilidad, sin contar el hecho de que gran parte de mi familia estaba tras este terreno.

Por otro lado, anoche no había podido dormir nada. Había mucha adrenalina en mi cuerpo. Conciliar el sueño era casi imposible bajo las circunstancias en las que estaba. Ese beso le había dado pie a muchas cosas.

«Cosas que se debían quedar en mi mente, solo como pensamientos muy alejados de la realidad.»

Perdía el dominio de mi cuerpo y mente cuando de ella se trataba. No había nada más que impulsos cuando ella estaba cerca.

Pero a pesar de que mi capacidad de razonar se disipaba con su presencia, no podía alejarme.

El solo verla me entretenía. Era totalmente impredecible: cuando me quería acercar, ella reaccionaba de mala manera, pero si me alejaba y no le daba atención, se irritaba.

Sus caprichos me hacían enloquecer.

A veces era el ser más fuerte, pero en otras ocasiones, era una niña frágil y vulnerable.

Cuando me enteré que me iban a suspender del equipo, sabía que lo mejor era tomarme mi tiempo y alejarme de la universidad, del equipo y de Rebecca, por eso pedí hacer este semestre virtual; pero, aunque admito que al principio pensé que las cosas iban a ser difíciles, gracias a esa decisión, iba a poder compartir muchísimo tiempo con mi familia.

«Y con Madison.»

Una sonrisa tonta y patética se dibujó en mis labios.

No sé qué está pasando entre los dos, pero no me arrepentía de nada, aunque así hubiese parecido.

Sabía que estaba mal, que no debía hacerlo y que Matt me había hecho prometer que jamás tocaría a su hermana, pero hay cosas que por más que queramos, no podemos contener.

«O como en mi caso, no queremos contener.»

Cada vez que su piel se unía a la mía, que sus ojos me observaban o su sonrisa me confesaba secretos llenos de picardía, sentía una chispa que crecía a rienda suelta.

No importaba su estado de ánimo, ese maravilloso ser humano tenía el poder de poner al mundo a sus pies si así lo quisiera.

Solo estar cerca de ella me hacía dudar de mi autocontrol a la vez que me emocionaba y miles de planes juntos empezaban a llenar mi mente.

Era curioso, años atrás, en un baile de la escuela, mientras sonaba photograph de Ed Sheeran, Madison se había acercado a mí y me había confesado que yo era la primera persona que le gustaba...

En ese entonces ella era una niña, apenas tenía catorce y aunque era preciosa, no la veía como algo más a parte de la hermanita de Matt; yo estaba viviendo la locura de los diecisiete con mi mejor amigo: fiestas, partidos, nuevos amigos y chicas, muchas chicas.

A donde sea, pero si estás túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora