C A P I T U L O 29

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Austin.

El dolor del golpe sigue presente cuando intento salir de la multitud. Siento que mi cabeza va a estallar y necesito encontrar a Maddi.

Nada se siente completo si no está ella.

No sabía la cantidad de estudiantes que vendrían, y mucho menos que tantos celebrarían nuestra victoria como si fuese propia.

Veo a todos lados y no la encuentro. Tal vez me tomó más tiempo del aceptable para salir de ese montón de personas.

Tal vez se sintió agobiada por el ruido o los nervios la hicieron sentirse mal.

Mierda. ¿Dónde está?

Una sensación de culpa y otra cosa que no logro identificar, me invaden. No está bien. Nada lo está. No le enseñé el lugar, tampoco tengo mi teléfono conmigo y mis amigos, o más bien conocidos, se quedaron en la cancha. No me ayudarán a buscarla.

Hay gente saliendo y entrando, las puertas están colapsadas y el ruido es ensordecedor. La desesperación se empieza a apoderar de mi y opto por revisar en los baños.

- ¡¿Madison?!, ¡¿Amor?! – grito desde la puerta, pero nadie contesta. Unas mujeres estaban frente al espejo y sus ojos me analizaron de arriba abajo con expresiones que me incomodaron. Pero necesito encontrarla.

Entro a los baños ignorando a las mujeres que me desnudan con los ojos y empiezo a empujar cada una de las puertas que hay dentro de los mismos, pero no está en ninguna.

Logro salir del recinto y me dirijo hacia el estacionamiento, pero soy frenado abruptamente por unos ojos que deseé no volver a ver.

- ¡Amor, volviste! – se abalanza con forzada alegría. La alejo antes que sus brazos puedan llegar a rodearme.

- No me toques. Estas mal de la cabeza, Rebecca. – intento seguir caminando, pero me bloquea el paso.

- Ay no seas idiota. No soy yo la que esta con la hermanita de su mejor amigo. ¿Qué planeas? ¿Casarte con ella y llevártela a Narnia para que no se entere de toda la mierda que hay detrás? – analiza mi expresión y sonríe victoriosa - ¿Qué creíste? ¿Qué olvidaría todo lo que nos gritaste esa noche? Crees que de verdad soy imbécil... No puede ser.

Me quedo sin palabras mientras pienso en lo que puede llegar a suceder.

- No. Tu maldita boca debe seguir cerrada. No vas a querer que nadie se entere de lo que ocultas, Rebecca. No soy el único que se equivocó. Esa noche tenía demasiada rabia. Sabía que eras una vendida, pero no imaginé que pudieras llegar a hacer eso. Pero no te quería lo suficiente para luchar por nada. – Sus pupilas se oscurecen y veo como su mandíbula y puños hacen fuerza. – Dije demasiada basura ese día porque tenía rabia porque lo perdí a él. No a ti. – Hago una pausa y sigo hablando con el fin de dejar todo atrás. – No puedes comparar lo nuestro con lo que tengo ahora con Maddi, por tu bien, no lo hagas. Pero si de algo estoy seguro, es que nada de toda la basura que dije fue real. Nunca lo fue...

- ¿Reunión? – una voz asquerosamente conocida me interrumpe.

- Ahora tu... - Digo por lo bajo mientras paso las manos por mis ojos.

- Si, llegué. ¡Qué felicidad, lo sé! Mucho gusto, el nuevo novio de Becca. – extiende su mano como si en serio creyera que le daré la mía.

- ¿Con él, Rebecca? ¿Y ahora? – la miro más asqueado que sorprendido - Esto es asqueroso. – les recrimino a ambos.

- Vete, cariño. – ordena Rebecca con falsa dulzura al recién llegado. – Iré en un momento.

- No, yo ya acabé aquí. – espetó y me aparto de ambos.

A donde sea, pero si estás túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora