Madison.
Llevábamos un rato saludando a algunos conocidos. No es como si yo conociera a muchos médicos, pero mi papá era el abogado de un par de ellos, y me reconocieron, mientras que a Austin si lo conocían por su tío, cosa que no esperaba.
- Pero... ¿Por qué te conocen por Louis y no por tu padre? – pregunté mientras avanzábamos sonrientes en busca del frio jardín, con su enorme mano en mi espalda, guiándome.
Era una terrible idea, pero necesitaba despejar mi mente de tantos adultos importantes, estudiados y con su vida solucionada.
- Pues... Digamos que muy pocas personas saben que mi padre, es mi padre. No ha estado muy presente en mi vida desde que tengo seis años, y ha sido Louis el que me ha integrado a este círculo social. – explicó tranquilo.
- Pero...
- No le interesaba que se supiera que tenía un hijo. Normalmente, los grandes médicos no tienen familia porque su trabajo demanda la mayor cantidad de tiempo y nunca me presentó como su hijo. A veces Louis y mi padre iban a los mismos eventos, pero era Louis quien me llevaba y presentaba como su sobrino, mientras mi padre se relacionaba al otro lado de la sala.
Caminamos por el enorme jardín, mientras yo me congelaba por el helado viento, aunque tenía puesto el saco de Austin y su brazo me mantenía pegada a su pecho.
Me quedé viendo sus ojos y ni siquiera noté el momento en que habíamos llegado al final del jardín quedando frente a la playa. El viento del mar movió mi cabello y me pegué más a él.
- Mírame bien y capta lo que te voy a decir – tomé su cara entre mis manos y lo hice bajar la mirada para que nuestros ojos se conectaran -. Te quiero tanto, Austin Madox, que me da miedo como pueda terminar esto, pero pase lo que pase, tu siempre valdrás la pena. Y aunque otras personas no te hayan dado la importancia que te mereces, desde que esté en mis manos, me encargaré de que te sientas es ser humano más feliz y querido del planeta. ¿Entiendes?
Sonrió con ilusión y genuinidad.
- Te quiero como no creí que se podría querer a alguien, Madison.
Esta vez fui yo la que sonrió con ilusión y le llené la cara de pequeños besos.
Tomó mi nuca y posó sus labios sobre los míos, profundizando el beso y materializando lo antes dicho.
- Somos lo mejor que pudo resultar de este caos. – aseguró pangándome a su pecho, mientras veíamos el mar, aquel punto donde no se diferenciaba el cielo del agua, al tiempo en que la luna y sus aliadas iluminaban el panorama.
- Nosotros somos el caos. – refuté con ironía.
- Pues entonces el caos nunca se había sentido tan bien. – concluyó.
Me aferré más a su torso y levantó mi mentón para besarme nuevamente, y sentí su sonrisa curiosa sobre mis labios.
- En efecto, este caos se siente como brillo labial de sandía y menta.
Le di una pequeña palmada sobre su hombro, mientras reía.
- ¿Me acabas de golpear? ¿Acaso estoy siendo víctima de maltrato intrafamiliar? – preguntó indignado y dramatizando todo.
- ¿Acaso somos familia? – pregunté en el mismo tono de sorpresa fingida.
Vi que su sonrisa cambió, pero no desapareció.
- Usted es mi familia, mi hogar, señorita Evans. – dijo con sinceridad.
- Usted es mi familia, mi hogar, joven Madox. – confesé de igual modo, porque sí, él era mi hogar y mi familia ahora.
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A donde sea, pero si estás tú
Novela JuvenilTras descubrir un secreto familiar en el verano antes del último año de escuela, Madison se da cuenta, que su vida no era tan buena como creía. Sus amigos la dejaron sola, su familia se separó y ella dejó de confiar en todo lo que la rodeaba. Volver...