Eclipse.
Sonó el silbido del inicio del partido. Austin me había ubicado en una esquina en la segunda fila del espacio donde se ubicaba su equipo, con el fin de que no me viera aplastada con el montón de estudiantes que apoyaban fervientemente los equipos de sus universidades. Era Berkeley contra Berkeley, había más jugadores de los necesarios para el equipo oficial, así que los dividieron en dos equipos a través de un sorteo. El fin de este partido era que básicamente se lucieran los jugadores, y a través de una minuciosa selección, se conformara el equipo que jugaría esta temporada.
Austin estaba volviéndose loco, pues su entrenador lo tenía en el banco. Los segundos avanzaban y el equipo rival los empezaba a superar por cada vez más números. No entendía mucho lo que sucedía, pero notaba como el equipo de mi novio no era capaz de completar muchas jugadas o simplemente les quitaban el balón con una facilidad impresionante. Mientras tanto, sentía la tensión entre Austin y su entrenador en el ambiente. Era su oportunidad de volver, y lo tenían retenido viendo como su equipo era aplastado por el otro.
Mi nerviosismo empezó a aumentar y de repente me vi acabándome la segunda botella de agua. Austin me las había comprado para distraer mi atención al igual que unas mentas extra mentoladas. La doctora me había mencionado que podía usarlos de efecto placebo, con el fin de hacerle creer a mi cuerpo que, de alguna manera, aquello regularía el exceso de emoción que sintiera en el momento.
Se acaba el segundo cuarto, y empieza el descanso. Salen unas porristas con trajes cortos y maquillajes fuertes y brillantes a hacer una coordinada coreografía con una canción muy sexy de Brintney Spears. Al tiempo, los jugadores de cada equipo se reúnen con sus entrenadores y estos aprovechan para tomar agua, descansar las piernas y escuchar los regaños o instrucciones que se les den. En eso, veo como Austin se levanta evidentemente enfurecido y aunque el ruido no me permite escuchar nada de lo que le dice a su entrenador, puedo ver su rostro, el cual refleja la misma o mayor rabia de la que parece sentir Austin. Su entrenador, aunque es un poco más bajo, no duda en responderle de la misma manera, con la diferencia de que sus palabras tienen efecto inmediato en el otro, pues sus hombros se relajan, aunque su postura sigue erguida como siempre. Al momento, Austin empieza a estirar rápidamente, y su entrenador parece cambiar la estrategia y a algunos jugadores.
La música se acaba y las porristas se retiran del centro de la cancha. Austin se acomoda sus tenis, y procede a integrarse en el terreno de juego junto al resto del equipo, pero antes de acomodarse en su posición asignada, busca mi mirada rápidamente entre toda la multitud. Mis ojos encuentran de inmediato a los suyos y una pequeña sonrisa se dibuja en ambos. Quiero transmitirle de alguna manera toda la confianza que tengo en sus capacidades y en su increíble agilidad y rapidez, porque sé que lo va a lograr, y no va a dejar que esta oportunidad pase y no aprovecharla.
Ahora era yo quien me estaba volviendo loca, pues Austin estaba jugando increíblemente bien, y estaba logrando que su equipo empezara a acortar la distancia que llevaba con el otro. Habían pasado de estar 32 – 83 a 61 – 92 en un solo cuarto, y por fin se veía la armonía en el equipo. Al tiempo, los entrenadores de ambos equipos hacían anotaciones en sus plantillas cada que Austin hacía jugadas fuertes y que terminaban por marcar puntos.
Así acabó el tercer cuarto y aproveché para ir rápidamente al baño. No sabía muy bien donde quedaba, pero una vez estuve en el pasillo por donde habíamos entrado, busqué una respectiva señalización y así llegué a mi destino. Me había tomado dos botellas enteras de agua, y mi cuerpo necesitaba expulsarlas así que en cuestión de segundos cumplí con la tarea, y salí a lavarme las manos y ponerme un poco de agua en las mejillas y cuello, pues el calor del verano aún se sentía un poco, y no había suficiente ventilación en la cancha.
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A donde sea, pero si estás tú
Teen FictionTras descubrir un secreto familiar en el verano antes del último año de escuela, Madison se da cuenta, que su vida no era tan buena como creía. Sus amigos la dejaron sola, su familia se separó y ella dejó de confiar en todo lo que la rodeaba. Volver...