DESDE MIS OJOS

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Austin.

Los últimos días habían sido una autentica mierda.

Mi capacidad para concentrarme era casi nula, tenía trabajos de la universidad por doquier y estaba totalmente irritado con el mundo.

Todo lo había echado a perder, pero no puedo explicar el cambio drástico que tuvo mi humor cuando la vi bailar de espaldas con sus amigos.

Joder, era ella, claro que era ella.

Podría reconocer ese cuerpo en cualquier lugar.

Verla contonear sus caderas al ritmo de Pillowtalk era todo lo que estaba bien en el jodido mundo.

La delicadeza con la que se movía y pasaba sus manos por todo su cuerpo, recorriendo sus curvas y tocando su piel, esa misma que ahora me moría por besar, fue suficiente como para que mi cabeza recreara escenarios indebidos y mi sistema nervioso mandara punzadas a lugares que no sería correcto mencionar.

Agradecía el hecho de no haber tomado nada de alcohol, pues podría grabar en mi memoria cada uno de sus movimientos.

No podía apartar mi mirada de su cuerpo y a pesar de que ella estaba bailando en el otro extremo del patio, me encargué de recorrerla con la mirada mil y una vez.

Tenía un vestido blanco de seda, corto y con delgados, casi imperceptibles tirantes. Su cabello estaba suelto y llevaba unas ondas que hacían que se viera fresca y relajada; y como no, iba en sus converse.

El vestido se entallaba perfectamente a su silueta, haciendo que se viera como si hubiese sido hecho a su medida. La espalda era casi totalmente descubierta, de no ser por unas finas tiras de la misma seda que se cruzaban hasta llegar a la parte media- baja de su espalda, haciendo imposible que llevase un sostén normal, si es que llevaba...

Era la perfecta analogía a un ángel, y me estaba matando lenta y dolorosamente.

Podría jurar que atraía la atención de la mayoría de las personas que estaban en el lugar. Es como si su sonrisa fuese un imán de miradas. Se movía como si no hubiese nadie más allí y su actitud arrollaba con todo, haciendo que nadie pudiese despegar la vista de ella.

La seda brillaba con las luces de colores que había en el lugar, y su piel también brillaba, viéndose cremosa y despertando en mi un deseo que evidentemente...

- Oye, mi vida... - Rebecca se metió en mi campo de visión justo antes de que la canción acabara y cuando la hice a un lado, ella ya no estaba.

- Deja de llamarme así. – le contesté de mala gana.

Odiaba que me hablara así, y más ahora, que no éramos nada.

- Bien, como sea. Matt nos estaba buscando, quiere que estemos un rato con él... - no se me hizo muy difícil saber que Matt quería tenerme vigilado, y más ahora que su hermana y yo estábamos compartiendo espacio.

Eso hizo que mi cabeza generara una idea muy fea, pero quise borrarla aferrándome a la buena fe del que en su momento fue mi mejor amigo.

- A mí no me interesa hablar con él.

- Austin, es tu mejor amigo...

- Era. - la corrijo mientras evito mirarla.

Me encendí un cigarrillo y le di la espalda.

No acostumbraba a fumar, pero es una buena distracción en momentos como estos.

Iba a dar una tercera calada, cuando Rebecca me jaló del brazo mientras gritaba y reía como si le estuvieran haciendo cosquillas.

A donde sea, pero si estás túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora