Compañía silenciosa

Decisiones

Las vacaciones habían comenzado y los Gryffindor estaban felices de poder salir del castillo y no solo a Hogsmeade.

-¿Te ocurre algo Serpentis?- Remus estaba seguro que su amiga no se encontraba bien. Por ello en cuanto bajaron del tren la alejó de los chicos. Necesitaba hablar con ella en privado.

-Todo está bien Lunático.- Alya le había comentado a su amigo su decisión de alejarse de Snape. No le había dado razones, pero su amigo no las necesitaba, estaba para apoyarla sin importar nada.

-Has estado demasiado callada durante el viaje y eso no puede ser nada bueno viniendo de ti.- La chica le golpeó ligeramente el brazo y corrió para alcanzar al resto de sus amigos. Estaba feliz de poder descansar, usaría las vacaciones por navidad para aclarar sus pensamientos.

Mientras tanto no quería continuar hablando sobre Snape. Ella había dejado claro las cosas. No podría estar con él mientras fuera seguidor de aquel mago Tenebroso. Después de la discusión que habían tenido en el salón vacío no se habían dirigido la palabra. El Slytherin no quería buscar a la chica hasta que supiera que la gente que tenía alrededor no iban a tomar represalias o que él pudiera sin problemas proteger y cuidar de ella.

Alya no podía comprender la posición de Snape y este no podía comprender la de ella. Ambos creían ciegamente que su opción era la correcta. El chico estaba renuente a provocar daño a una de las pocas personas que había llegado a querer y la chica pensaba que lo mejor era dar todo por lo que creía estaba bien.

Al llegar los 3 chicos se encontraron con los señores Potter conversando sobre el mago tenebroso. A pesar de ser sangre pura no creían en los ideales de aquel mago. Por ello veían necesario platicar al respecto con los jóvenes que vivían en su hogar.

Claro que no se esperaban que los Gryffindor tuvieran en claro su posición ante esos ideales.

-No tiene porque preocuparse, nos cuidaremos entre nosotros y si se nos da la oportunidad haremos nuestra parte contra aquellos que comparten esos ideales.- James hablaba de forma tranquila ante sus padres. Creía ciegamente que ninguno de sus amigos podía unirse a las filas de aquel mago.

-Si su preocupación es por nosotros señores Potter quiero dejarles en claro que -Sirius fue interrumpido por el padre de James.

-Claro que no Sirius, tu y Alya son como unos hijos para nosotros. Sabemos que no son capaces de formar parte de esos seguidores.-

-Solo estamos nerviosos, no queremos que algo malo les pueda ocurrir.- La señora Potter sonaba bastante intranquila. Se levantó y abrazó a unos desconcertados jóvenes. Después salió de la sala seguida de su esposo.

-¿Qué fue eso?- James nunca había visto actuar así a sus padres.

-No lo se Cornamenta. Pero tenemos otros temas de los cuales hablar.- Antes de que pudieran seguir hablando el timbre sonó. Habían quedado con los chicos que al dejar sus cosas en sus respectivas casas se verían inmediatamente en la casa de los Potter.

-Muy bien chicos, llegaron justo a tiempo.- Sirius estaba bastante emocionado, claro que aún no había contado el porque a sus amigos.

-Puedes sentarte hermanito y comenzar a hablar.- Ante las palabras de la chica todos ocuparon un asiento en la sala y escucharon atentamente lo que el pelinegro tenía que decir.

-Tenemos que hacer una última broma. ¡La broma de la despedida de los Merodeadores!-

-¿Enserio Canuto? Creímos que dirías algo importante.-

-No molestes, Lunatico. Esto es muy importante, tenemos que dejar un legado a las siguientes generaciones de bromistas.-

-Canuto tiene razón chicos. Yo también lo he pensado. Tengo algunas ideas y si queremos que sea algo inolvidable es necesario toda nuestra atención.- James no dudó en seguirle la corriente a su mejor amigo. No lo había pensado antes, pero sería interesante contarle a sus hijos las bromas que hizo en su estancia en Hogwarts. Y que los alumnos siguieran su legado de bromistas sin perder la cabeza como en algún momento les ocurrió a ellos.