Baile

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Después de disfrutar de la cena preparada por los elfos, las conversaciones iniciaron. En la mesa de los merodeadores había bastante tranquilidad considerando que Snape estaba ahí. Hablaban de todo lo que había pasado durante los años, como la primera broma a gran escala que habían hecho todos juntos.

—Odie esa broma, termine azul y morada.— Durante su primer año, en un desayuno, habían hecho que las lechuzas llevarán bombas de pintura a todas las casas, así todos los alumnos habían terminado de colores.

—Fue una gran broma, la planeamos por una semana.— Los chicos recordaban con nostalgia aquella broma.

—Además nuestra primera broma. Los atraparon enseguida.— Alya recordaba muy bien cada broma.

Poco después la música había cambiado y las parejas comenzaban a bailar. La joven Bones se había levantado y jalado a la pista a Sirius.

—Antes de que se te ocurra hacer algo similar, ¿bailamos?— Alya sonrió y aceptó la invitación de su novio.

—Nunca hubiera hecho algo así.—

—Ambos sabemos que mientes.— Alya y Severus se acoplaban de gran manera al bailar.

—¿Dónde aprendiste a bailar?—

—Mi madre creía que era necesario que aprendiera para causar una buena impresión en las mujeres.— Alya sonrió y se acercó más a Snape para poder darle un tierno beso.

—Pues funciona.—

—Cuando me enseñó fue una gran semana. Tobias había desaparecido por todos esos días, no hubo momento que no disfrutara.— Varios bailes después Sirius se acercó a la pareja, pidiendo poder bailar con su hermana.

—Quejicus, ¿me permites bailar con mi hermana?— Severus no habló, sólo se alejó.

—No deberías seguir diciéndole Quejicus.—

—No me pidas eso Alya.— Los mellizos bailaban con tranquilidad, eran un gran equipo en muchas cosas, en Quidditch, en las bromas y al parecer también al bailar.

—¿Recuerdas cuando nos enseñaron a bailar?—

—Por supuesto. Nuestros padres pasaron todo un mes intentando enseñarnos. Al ver que era imposible nos castigaron. Recuerdo los gritos de nuestra madre.— Alya rio ante el recuerdo.

—Después nuestro padre nos convenció con galeones de aprender.—

—Son bonitos recuerdos.— Sirius sonrió a su hermana.

—De los pocos que tenemos de aquella época.—

—Yo tengo muchos, la mayoría se tratan sobre nosotros y nuestras travesuras.—

—Eres muy importante para mi. Perdón si te aleje por meses.— Alya sabía que Sirius negaría que esa conversación había sucedido ante cualquiera; pero era lindo escucharlo.

—Somos nosotros contra la familia, siempre será así.—

—¿Qué piensas de Regulus?— Sirius no podía decir que Regulus fuera su hermano.

—Espero que en algún momento se revele.—

—Eso sería increíble. Te imaginas a nuestra madre.—

—Hasta la escucho, nos gritaría que somos unos desconsiderados, que no merecemos tener el apellido Black.—

—Todos sus hijos serían unos traidores a la familia. Tendrá que quemar todo el árbol genealógico para no recordar la desdicha.— Los mellizos se quedaron en silencio después de eso, hablar de su familia no era tan alegre y no querían arruinar el increíble baile.

Compañía silenciosaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora