Disculpas

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Snape siguió al Maestro de Pociones hasta la gárgola que resguardaba la entrada al despacho del director. Slughorn dijo la contraseña y dejó el espacio libre para que el pelinegro continuará. Severus subió las escaleras y justo antes de tocar para pasar escucho la voz de Dumbledore.

—Pase.—

—El profesor Slughorn mencionó que quiere hablar conmigo.—

—Así es, siéntese por favor. ¿Un caramelo?— El Slytherin sabía que Dumbledore era un gran mago y un excelente profesor. Pero el chico estaba seguro que a pesar de todo eso también era una persona extravagante y extraña.

—No, gracias.— Snape se sentó frente al director. No recordaba haber hecho algo como para que quisiera hablar con él.

—Quisiera saber acerca de los cambios que su amistad con los de su casa ha sufrido.—

—Disculpe, director, pero no lo comprendo.—

—No ocurre nada en este castillo que yo no sepa, joven Snape.—

—Solo he decidido que prefiero mi soledad.—

—Espero sinceridad de su parte. ¿Cómo reaccionó el señor Malfoy ante la negativa de unirse?— Severus hubiera querido seguir escondiendo la verdad. Decir que no sabia de que hablaba. Pero al parecer Dumbledore sabía mucho más del tema que él.

—Cometí errores en mi pasado, director. Ahora trato de dejar eso atrás.—

—No debería de ver la amistad como un error.—

—Ambos sabemos que ese no es mi error. He dejado atrás los ideales del mago oscuro que está en ascenso.—

—Lo sé muy bien. ¿Piensa tomar partido en la guerra que se aproxima?—

—Director Dumbledore, podemos ir al tema por el cual me ha llamado.— Albus sonrió, le agradaba la actitud de Snape. Siempre directo a lo importante.

—Esperaba que pudiera pensar en tomar un papel importante en la próxima guerra.—

—¿Y cuál sería ese papel?—

—El poder que toma día a día Voldemort es impresionante. Pronto no vamos a saber en quien confiar, todo el mundo desconfiara de sus vecinos y hasta de sus amigos. Y se necesitará alguien que pueda entrar en sus filas, alguien que gane su confianza. Alguien que a sus ojos sea fiel...— Snape interrumpió al director antes de que continuara.

—Usted quiere un espía.—

—Y creo fielmente que usted podrías cumplir ese papel.—

—¿Yo? Director no creo que esa sea una buena idea.—

—Hay mucha gente que creería en su posición y no por amistad. Estoy seguro que además tiene las habilidades necesarias para lograrlo.—

—Difiero en su opinión, director. La legeremancia es una de habilidades más aclamadas del Señor Tenebroso.—

—Hay una solución para ello. Pero no lo pensemos demasiado, aun tiene tiempo para pensarlo. Espero que tome la decisión que sea mejor.— Snape no dijo nada. Salió del despacho del director.

Busco por todo el colegio a Alya. Cuando al fin la encontró la chica estaba con Lily y Remus. Tal vez si hubiera sido otro día se habría alejado, pero después de la plática con el director necesitaba estar con su novia. Así que ignorando a la pelirroja se sentó en silencio junto a la joven Black. No se entrometió en la plática que tenían los Gryffindors, solo se quedó junto a Alya observando el lago negro.

Pensó la situación, a pesar de haber declinado la oferta de Lucius ningún Slytherin se había metido con él. Lo ignoraban, pero nadie lo trataba mal. Snape estaba seguro que aquello era porque Malfoy aun esperaba que se arrepintiera. Aún podía entrar en las filas del Señor Tenebroso y poder cumplir el papel que Dumbledore le pedía. Pero aquello arruinaba muchos de sus planes, al estar en una situación de espía toda persona que estuviera cerca de él estaba en peligro. Aparte Dumbledore no necesitaba ayuda; claro que había rumores de un grupo de brujas y magos seleccionados cuidadosamente por el director que hacían frente a los Mortifagos. Pero Snape sabía que no podría ser parte de aquel grupo, siempre habría alguien que desconfiara de él.

Compañía silenciosaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora