Dalim Snape Black.

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Remus y Sirius despertaron a una hora no grata de la madrugada gracias a los gritos de Alya. Entraron con varita en mano al cuarto de la pelinegra, pero la situación no era la que esperaban. Se encontraron con una mujer embarazada que estaba a punto de dar a luz.

—Bien, mantengamos la calma. Tenemos el traslador que nos otorgó Dumbledore. Canuto trae la maleta que preparamos.— La calma que en ese momento tenía el hombre lobo era increíble. Pero desde que se mudo con los mellizos Remus sabía que él tendría que tener el control de la situación, Sirius nunca podría calmar a Alya y poder tener todo bajo control.

Fue a la mesa de noche y agarró el traslador, mientras tanto se acercaba con precaución a la futura madre.

Lupin nunca admitiría en voz alta que desde que supo que sería el padrino del bebe había leído algunos libros de maternidad que Lily le había traído a Alya.

—Tienes que avisarle a Severus.— Alya usó uno de los pocos momentos de tranquilidad para hacerle saber al castaño lo que tenía que hacer. Sabía que Snape no iba a poder estar con ella, pero tenía que saber que su bebe iba a nacer.

—Le avisare cuando crea que sea indicado.—

—¡Lunatico!—

—No te alteres.—

Antes de que la pelinegra pudiera seguir gritando su mellizo entró al cuarto. Un nuevo grito, la ventana y otros objetos de cristal rompiéndose hicieron que Sirius se pusiera nervioso.

Lupin no quería tener a ambos mellizos nerviosos a su cargo, así que tomó el traslador y lo siguiente que vieron fue la recepción de San Mungo.

—¿En que podemos ayudarlos?— La bruja que atendía ni siquiera levantó la mirada de los pergaminos. Tal parece que los gritos de Alya no le eran importantes o estaba acostumbrada a cosas como esas.

—Queremos ver a la Sanadora Hill.— No recibieron contestación, unos segundos después la medimaga solicitada estaba frente a ellos.

—Al parecer la futura madre ya entró en labor de parto.—

—¡Ahhh!— Alya no estaba en posición de hablar tan tranquilamente como la Sanadora, pero la bruja estaba acostumbrada a que sus pacientes estuvieran en ese estado.

—Tal parece que tiene contracciones cada 5 minutos y antes de llegar tuvo un pequeño episodio de magia accidental.— Sirius trataba de tranquilizar a su hermana mientras Remus daba todos los detalles necesarios a la Sanadora.

—Bien, les pido que se queden en la sala de espera.— No espero respuesta del castaño. Llevó a la futura madre a un cuarto privado dejando a dos magos sumamente confundidos.

—Cornamenta no debe tardar en llegar, le mande un patronus antes de venir.—

—¿Tuviste tiempo de enviar un patronus?—

—Era una emergencia, Serpentis va a tener un bebe. Tenía que informarle cuanto antes.—

—No puedes enviar un patronus cuando tenemos problemas, pero si puedes hacerlo mientras tu melliza da a luz.—

—No me regañes Lunatico, dentro de poco seré tío.—

El licántropo sabía que sería inútil seguir con aquella discusión, así que le dijo a Sirius que saldría a tomar un poco de aire. Estando en un lugar bastante aislado convocó su patronus corpóreo para poder avisarle al padre del parto.

Sabía que Snape iba a ser más analítico con la situación y no se aparecería en San Mungo. Pero también sabía que tendría que librarse de sus amigos para poder ayudar a la pareja a verse.

Compañía silenciosaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora