Secretos

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-¿Hasta cuando seguirás viendo a ese extraño de Quejicus?- Alya acababa de llegar a su sala común. Ella y Snape se habían separado al entrar a los terrenos de Hogwarts, Alya había caminado lentamente por los pasillos, pensando en Severus. Esperaba que todos estuvieran en el gran comedor y así poder ir inmediatamente a su cuarto.

Pero Sirius la había esperado, a pesar de que Lily les repetía que enfrentar a Alya sobre el tema iba a ser contraproducente estaba harto de que su melliza hablara con Quejicus.

-No quiero hablar Sirius.- Intentó ir a su habitación sin que su mellizo pudiera impedírselo. Pero Sirius era rápido. La tomó por la muñeca y la llevó a su habitación.

-Tenemos que hablar Alya.-

-No quieres que hablemos Sirius, quieres gritarme e impedir que siga viendo a Severus.- Alya se sentó en la cama de James y Sirius en la suya. Así quedaron frente a frente.

-No entiendo qué ocurre contigo, primero lo del verano y ahora esto.- Alya no quería hablar de ningún tema. No quería darle explicaciones a su mellizo.

-¡¿Qué ocurre contigo?! Desde que huimos de casa has estado cambiando. Ya no te reconozco Alya.- La chica intentó salir del cuarto, pero la suerte no estaba de su lado. El resto de los merodeadores entraron al cuarto, seguidos de Lily. Al parecer Lily pasaba más tiempo con sus amigos que ella.

-¿Es una intervención?- James se quedó en la puerta, impidiendo el paso. Lily se sentó junto a Sirius, Peter se sentó en su cama, evitando involucrarse en la discusión que veía venir. Remus se acercó delicadamente a Alya. Esperaba transmitirle que la apoyaba.

-Solo queremos devuelta a Serpentis. ¿Dónde quedó aquella chica que era nuestra confidente? ¿Recuerdas esos tiempos?- James no podía soportarlo más, pero había cometido un error. Alya esperaba que nadie la volviera a llamar de esa forma. Y cuando escuchó a James llamarla así, fue su límite.

-¡¿Por qué no lo olvidan?! Les dije, ya no quiero que me llamen así. Eso se acabó. Ahora soy Alya, la melliza de Sirius y nada más.- Lily no comprendía porque un apodo había hecho explotar a Alya. Pero sabía que había algo más en todo eso.

-Nunca nos dijiste el por qué de tu decisión. De un momento a otro querías que te tratáramos y llamáramos diferente. Tratamos de darte espacio, creímos que en algún momento nos dirías tus razones pero han pasado 6 meses.- Sirius no gritaba. Sabía que si alzaba la voz Alya se negaría a escuchar.

El cuarto se quedó en silencio por varios minutos. Alya se negaba a hablar. Y los chicos se negaban a dejarla ir.

-Éramos inseparables. No había broma que hiciéramos en la que no quisieras colaborar. Tal vez no lo sepas Lily, pero Alya es una mente maestra para las bromas, lo supimos desde la broma que nos hizo en segundo año.- James hablaba de forma melancólica. Esperando que los recuerdos cambiarán de opinión a Alya.

-¿Pero nunca estaba con ustedes cuando los atrapaban?- Alya río. Fue algo extraño debido a la situación, pero nadie dijo nada al respecto.

-Todo siempre estaba planeado. ¿Para qué hacer bromas si no íbamos a disfrutar de la fama? Aquello era lo que siempre pensaban Sirius y James.-

-Por supuesto, Alya era más inteligente que nosotros. Nunca quiso pertenecer de forma pública a los merodeadores.- Sirius parecía perdido en sus recuerdos al hablar sobre su hermana.

-Pero ustedes dijeron que ella se había negado a unirse a ustedes.- Lily estaba confundida.

-Ahí está el primer tema por el cual estamos aquí. El día que Alya y yo llegamos a casa de los Potter, quiso hacer una reunión con los merodeadores. Para informarnos que quería salirse. Quería que olvidaremos toda su relación con nosotros de esa forma. Quería que a partir de ese día la trataremos como si solo fuera mi melliza.- Sirius se había levantado y había intentado ponerse frente a Alya, pero Remus lo había evitado y ahora se encontraba entre los mellizos.

Compañía silenciosaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora