Epílogo

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Alya caminaba por los corredores del ministerio, era muy conocida por ahí. Había ido casi a diario durante el último mes. Esperando que el ministro aceptara hacer un juicio a Sirius, pero cada petición era negada.

Ahora estaba caminando para asistir al juicio de Severus, estaba furiosa por saber que Dumbledore no había intentado evitar que Severus fuera a Azkaban en espera del juicio y su madre se había negado en ayudarle. Además Dumbledore se había negado a darle información sobre Harry, el niño era de su familia, tenía el derecho de verlo.

—¿Qué pasa?— Remus estaba esperando que fuera el juicio de Severus fuera de la sala.

—Nada, solo estaba pensando en Harry.—

—No nos queda nada más que pensar que Dumbledore dice la verdad y esta en un lugar seguro.—

—No es como si quisiera quedarme con él, pero quiero verlo.— Remus estaba a punto de contestarle a la peliverde, pero las puertas se abrieron dándoles paso.

Alya sofoco un grito con la palma de su mano, Severus estaba en una jaula y parecía estar bastante desnutrido y no haber dormido en días. Remus la abrazo por los hombros y la guio a sentarse. A lo lejos vieron la cabellera rubia de Malfoy, pero Alya estaba bastante ocupada preocupándose por la salud de su esposo como para preocuparse por él.

Escucharon los cargos y después la versión de Severus, Dumbledore solo llegó para reafirmar la versión de Snape y se fue dejándole una carta al pelinegro. El proceso de liberación tardaría unos momentos, por lo que Severus se encontró en una habitación con un par de sillones y una mesa de centro.

A los pocos segundos Lucius entró y se sentó frente a Severus.

—Por un breve momento creí que tendría que ayudarte a librarte de Azkaban.—

—Gracias a Merlin no fue necesario.—

—Me alegra saber que tu actitud no ha cambiado ni un poco después de un mes de encierro.—

—¿Qué necesitas Malfoy?—

—¿Desde cuando soy Malfoy Severus?—

—¿Y desde cuando yo volví a ser Severus?— Snape no dejaría que Malfoy controlara la situación, además solo quería salir y ver a Dalim y a Alya.

—Debo admitir que ambos cometimos errores, pero ahora todo ha acabado. Los dos somos hombres libres o por lo menos yo lo soy.—

—¿De qué estás hablando?—

—Cuando murió mi padre me dejó todos sus puestos, entre ellos uno en el consejo escolar de Hogwarts. Se nos ha informado es posible que tomes el lugar de Slughorn, algo que debo decir me sorprendió.—

—¿Algo más que tengas que decir?— Snape no entendía los motivos de Dumbledore para quererlo en Hogwarts. Pero podía ver cómo podría beneficiarlo.

—Narcisa quiere que tu y su prima vayan a cenar. De esa forma Draco podrá conocer a Dalim.—

—¿Es una invitación de parte Narcisa solamente?— Snape sabía que Malfoy evitaba decir que aún seguían siendo amigos, pero el juego entre ellos siempre era así.

—Sería un honor para la familia Malfoy que la familia Snape nos acompañe a cenar.—

—Tengo que decirle a mi esposa, pero será un honor asistir.—

—Bien.— Con la seguridad característica de Malfoy, Lucius salió de la habitación. Unos minutos después un auror fue por Severus. Alya, Remus y Dalim esperaban a Severus.

Cuando la peliverde vio a su esposo corrió hacia él. Poco le importaban las miradas que recibía, había extrañado tanto a Severus.

—Vamos a casa.— Severus no dijo nada, tomó a Dalim en brazos y caminó junto a Remus y Alya. Cuando aparecieron en la Hilandera Remus llevó a Dalim a su cuarto y Snape comenzó a hablar.

—Dumbledore quiere que sea el próximo profesor de pociones.—

—Lo sé, te dejó una carta cuando se retiró del juicio.—

—¿Qué piensas?—

—Eres tú el que decide.—

—Quiero saber tu opinión.—

—Tenías un plan, estudiar para llegar a ser maestro de pociones y abrir tu boticaria.—

—Lo sé, pero puede ser algo estable que nos ayude mientras estudias para Sanadora.—

—¿Y tus planes?—

—Aún no voy a tomar el puesto, puedo lograr ser maestro de pociones. Y lo de la boticaria puede que no ocurra, pero tendré tiempo de hacer mis experimentos además de poder conseguir ingredientes controlados.—

—Estás olvidando el hecho de enseñar a adolescentes.—

—¿No crees que pueda ser profesor?— Snape sabía que podía ser impaciente, pero se creía capaz de enseñar.

—Creo que tienes poca paciencia y demasiada pasión por las pociones.—

—¿Qué tratas de decir?—

—Puedes llegar a ser muy estricto cuando enseñas algo, los chicos de los primeros 5 años te sacarán de quicio, aún más cuando cometan errores que puedan poner en riesgo su integridad física.—

—Tal vez tengas razón. Pero si no tomo el puesto, tendremos meses difíciles mientras la boticaria se establezca.—

—Lo soportaremos y la reconstrucción de la casa Prince puede esperar. Además de esa forma podrás cuidar a Dalim cuando yo esté en San Mungo.— Alya estaba feliz al saber que su esposo iba a perseguir sus sueños.

—Por cierto, Narcissa y Lucius quieren que vayamos a cenar.—

—Bien.— Alya estaba feliz de poder acercarse a la familia que le sobraba, durante el último mes había visitado a Andrómeda y ahora iba a cenar con Narcissa, tal vez aún no encontraba una forma de hablar con su hermano, pero su vida poco a poco comenzaba a volver a la normalidad.  

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Gracias por haber leído esta novela. Ya les mencione que es mi primer novela, así que espero les haya gustado.

Compañía silenciosaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora