Compañía silenciosa

Escondite

Snape estaba cansado, había terminado todas las pociones solicitadas por el Señor Tenebroso. Pero cuando estaba camino a entregarlas Lucius le había mandado una lechuza diciendo que era urgente que se encontraran en el pub la cabeza de puerco.

—Snape.—

—¿Qué ocurre Lucius?— Severus ni siquiera había notado que el rubio lo había llamado por su apellido y que lucía bastante tenso.

—Hago esto porque Narcissa cree que es lo mejor y por todos esos años de amistad.—

—¿Podrías decirme qué ocurre? Tengo que entregar estas pociones al Señor Tenebroso.—

—No puedes hacer eso.— Por primera vez Severus puso atención a su amigo, estaba con su máscara de siempre pero el pelinegro noto desesperación y miedo en los ojos de Malfoy.

—¿Qué pasó?—

—Escuche una conversación del Señor Tenebroso con su informante secreto. Ha dado la información de que eres un traidor. Si llegas a estar en la misma habitación que él te matará.—

—Malfoy...—

—No quiero saber nada, Severus, solo espero que entiendas que es lo único que puedo hacer por ti.— El pelinegro asintió con la cabeza mientras el rubio salía del lugar. No podía saber si era una trampa o no. Sin embargo Voldemort no podía planear todo esto para comprobar algo así, era demasiado discreto y sin daño para alguien como él.

Sabía que podía ocurrir esto, así que se tranquilizó y comenzó con su plan de escape.

Tenía un máximo de 3 horas para que los mortifagos fueran avisados. Y un máximo de 4 hasta que comenzaran a buscarlo, Voldemort no tenía ninguna consideración con los traidores, menos con los espías.

Lo peor era que no sabía qué tanto sabía Voldemort, si solo pensaba que él era un espía Alya y Dalim no estaban en peligro, pero si el informante secreto sabía de su familia tenía que tomar las medidas correspondientes y no se arriesgaría a equivocarse.

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Alya había despertado hace unas horas, Sirius descansaba de su guardia mientras Remus lo cubría. Dalim estaba despierto jugando con sus peluches y Alya estaba tomando una taza de té. Aún seguía pensando en la conversación que había tenido con Remus sobre Severus. Pronto el grito de asombro de su hijo la sacó de sus pensamientos justo en el momento exacto para escuchar el mensaje del patronus de Snape.

"Algo ocurrió, necesito que tomes todo lo necesario para irte junto a Dalim. Te veo donde siempre en 30 minutos exactos." Ella y Snape habían acordado que solo se iban a mandar patronus en casos de verdadera emergencia por lo que ni siquiera lo pensó. Tomo a Dalim en brazos y lo llevo al cuarto para hacer las maletas necesarias. Cuando acabó aún tenía 10 minutos, escribió una nota para dejar a Sirius, sabía que su mellizo se asustaría al no encontrarla al despertar. Pero no quería despertarlo y provocar que no la dejara ir.

Salió de la casa y se apareció en la cafetería muggle de siempre donde se encontró con Snape.

El pelinegro no le dijo nada solo la tomó y se aparecieron de nuevo en una puerta desconocida para la chica.

—¿Despertará pronto?—

—No, continuará dormido por unas horas.—

—Bien, vamos a acostarlo y después podemos hablar.— Snape guio a su esposa al primer piso a una habitación que parecía preparada con anticipación para un niño. Alya noto que su esposo hacía algunos hechizos, así que salió junto a él para llegar a la cocina. Estuvieron callados mientras el pelinegro hacía té.