-16-

132 21 10
                                    


Merlin miro sus manos, estaba sentado en la bañera llena de agua tibia que cubría su cuerpo.
Apenas unas horas atrás le habían dado su tercera quimio, levantó su vista y vio los espejos que recubrían esa parte del baño.
Nunca fue alguien que se dejó guiar por las apariencias pero ahora mirándose de frente veía lo que era perder el brillo.
Había hecho lo posible por que no tuviera ese aspecto destructivo que cubría a los enfermos.
Se sintió mal.
Se abrasó así mismo, juntando sus piernas a su pecho y escondiendo entre sus rodillas su rostro.
Había serrado la puerta con seguro para poder disfrutar de un tiempo a solas.
Algo que ahora era casi imposible.
No sintió que lloraba asta que su cuerpo se sacudió en el agua.
Subió con el control remoto el volumen de la música, quería gritar y desahogarse.
Sentía que no lo era mientras estuviera alguien con el.
Ahora era tratado como una frágil muñeca de porcelana, que parecía estar apunto de estallar.
La música clásica invadió la habitación, el tono fuerte sacudía los cristales de las ventanas.
Escuchó como tocaban la puerta y gritaban su nombre pero los ignoro.
Ahora no tenía el tiempo o el deseo de consolar a alguien más cuando el era un monumento en ruinas.

—-
La bata mullida y suave cubrió su cuerpo, el volumen de la música era ahora inexistente, había apagado el estéreo para poder contestar que todo estaba bien.
Se detuvo una vez más frente al espejo de cuerpo completo, no había querido verse desde que inició el tratamiento.
Sería su primera vez.
Trato de pasar el nudo de su garganta y se humedeció los labios antes de poder estar frente a frente.
El brillo que antes cubría sus ojos estaba apagado en matices que el no conocía.
El sonrojo que cubría sus mejillas, estaba cubierto por un color pálido y casi trasparente, bajo sus ojos se albergaban lunas negras y marcadas, sus labios no tenían un color rosa, estaban blancos y agrietados.
Su mano acarició su rostro para percatarse que en realidad era el.
Abrió la bata, y dejó salir un suspiro, su piel también había perdido color y su cuerpo perdió peso, estaba delgado, ese tipo de delgadez que enferma solo con verla.
Sabía que no llevaba un tratamiento prolongado, así como sabía que este era agresivo.
Se llevo sus manos al cabello, tratando de tranquilizarse o tendría un ataque de pánico.
Pero el acto no hizo si no aumentar su miedo.
Su cabello se desprendía de su cuero cabelludo como si fueran hojas secas de los árboles.
Fue una tarde larga, no quiso salir del cuarto de baño.
Su estómago de nuevo revolviéndose y provocando que este no contuviera el poco alimento que tenía dentro.
—-
Arthur tocó de nuevo la puerta, Gwen le había llamado.
Estaban a mitad de un congreso cuando la llamada entró.
La morena sonaba tan preocupada.
Arthur no dudo en volver a su hogar.

-Está ahí desde que llegamos del hospital, se niega a abrirme la puerta y nadie sabe donde están las llaves- Arthur estuvo apunto de replicar pero se contuvo.

-podrían simplemente tumbar la puerta y listo- se dijo, pero ahora no era momento de discutir.

-Merlin- toco la puerta pero este no recibió respuesta.
-!que llamen a un maldito cerrajero¡- gritó a la servidumbre, escuchó cómo está se movilizaba detrás de el.
-!!MERLIN¡¡- su puño golpeó ahora con fuerza y frustración la puerta.
Pegó su oreja a la madera para poder escuchar algo, su corazón comenzó a latir con fuerza cuando el silencio lo recibió.
-!!MERLIN¡¡- se alejo un poco asta que dejó caer su cuerpo contra la puerta la abriría por las buenas o por las malas.
Se alejó un poco más para volver a intentar, pero no fue necesario.
Ya había alguien trabajando en el viejo cerrojo.
A pesar de que sólo fueron unos minutos, Arthur temió que ya hubiera pasado lo peor.
Empujó a la persona en cuanto escuchó como el cerrojo hacía clic.
Sus ojos lo encontraron con rapidez, Merlin estaba agachado en la taza del baño.
Se acercó con el paso firme cuando la mano del pelinegro se alzó.

-es...espera...espera ahí- le ordenó, alzando su rostro solo un poco, vio cómo Merlin de nuevo se agachaba a la taza y como se sostenía de ella.
Estaba vomitando.
-sal... quiero que salgas ahora- le dijo su voz estaba afónica.

-no voy hacer eso- le contesto y se acercó a él.
A pesar de los reclamos de este.

-no quiero que veas esto- le susurro pero aún así se acurruco en el toque que Arthur le ofrecía.
-no quiero que veas esto... soy un asco- Arthur sintió que algo estaba presionado su corazón.
Merlin se alejo de el y se negó a aceptar su ayuda.
Se levantó y se sostuvo de la taza.
Su vista falló y todo parecía estar fuera de su lugar, estaba devastado, tanto físicamente como emocionalmente.
Jalo la cadena y se apoyó en el lavado, cepillo sus dientes, escupió el agua y el sabor amargo del vomito se sustituyó por el fresco de la menta de la pasta dental.
Merlin se apoyó con sus dos manos esta vez, de nuevo estaba llorando.
-si me amas... me harás caso y me dejarás solo- Arthur no respondió se acercó a él, lo más silencioso que pudo asta estar detrás de Merlin.
Sus miradas se encontraron en el espejo.
-vete... te lo suplico- sus ojos azules estaban empañados, aún así tenían ese destello de ira.

-no lo voy hacer... por que te amo y cuando alguien lo hace de verdad no importa nada más- Merlin dejó salir un gemido de tristeza.

-puedes verme con la misma calidad que yo lo hago... lo sé... se que tienes una muy buena vista... todos lo saben, eres un buen cazador después de todo-

-no se a donde quieres llegar con todo eso-

-!¿que no te das cuenta?¡- le gritó reprimiendo un sollozo, se giró y golpeó su pecho.
-!soy un asco¡- Arthur abrió la boca para objetar pero no pudo decir nada.
Pasó los brazos por la cintura de Merlin asta envolverlo, este no se apartó al toque, se dejó caer en el pecho de Arthur.

-¿como puedes decir eso?- Arthur lo encaro, una de sus manos tomo su barbilla y la alzo para que de nuevo se miraran a los ojos.
-¿como puedes creer algo tan tonto?-

-se que doy asco- fue la única respuesta que obtuvo y algo dentro del rubio se rompió.

-¿quien te a hecho creer tremenda estupidez? Tu no eres un asco, ¿que no lo vez?- Arthur acarició sus mejillas ahuecándolas y dejó un beso con suavidad su frente contra le de Merlin.
-eres un guerrero, eres un ser muy valiente, inteligente, amable y sabio que solo está mirando una superficie- dejó un beso en su nariz para después bajar a sus labios.
-té prohíbo que vuelvas a decir algo como eso, no tienes ni por que pensarlo- le reprochó, ahora solo estaba triste.
Merlin estaba llorando y se aferraba a él, sus delgadas manos estaban echas un puño en el abrigo que Arthur traía, su cabeza estaba oculta en entre el cuello y hombro del más alto.

-no quiero la lástima de nadie- formuló -así que se honesto con tu esposo y amigo, y dime que no estoy demacrado, que no as notado todos esos cambios en mi, que no te doy asco-Arthur de nuevo lo sostuvo.

-no los e notado por que yo te veo con ojos de amor, para mi podrías pintarte el pelo o broncearte y seguirías siendo el mismo, así que abandona todas esas ideas vanas y ámate como yo lo hago- lo abrazo asta tenerlo entre sus brazos y lo cargo como la noche de bodas asta la habitación.
Esta estaba vacía, una pijama descansaba a los pies de la cama.
Arthur la tomo y se encargo de vestir a Merlin.
Dejó caer la bata y beso su cuello, su torso. Con cada beso iba entrelazada una palabras de amor, lo arropo, después se quito el saco, la corbata, los zapatos y se acosto a lado de su esposo.
-no quiero que vuelvas a ocultar tu malestar-

-¿que pasará si un día te despierta y tus ojos ya no me miran con ojos de amor? Que ellos me vean con realidad-

-Bueno si eso llega a pasar, te pondrás en contacto con algún neurocirujano y harás que me revisen mi cerebro de lechuga-le dijo mientras lo abrazaba, Merlin no respondió pero lo escuchó reír.
Arthur sabía que no volvería a pasar no lo dejaría.
Merlin no volvería a pensar que era un asco y Arthur se encargaría de hacérselo saber, se refugio más entre los edredones asta que ambos se quedaron dormidos.
Ese fue el último baño que Merlin tomaría solo.
...
Dejó esto por aquí y me voy ✌️

Miedo al destino Donde viven las historias. Descúbrelo ahora