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Merlin supo que algo iba totalmente mal cuando su tratamiento cambió.
Quiso entablar una conversación con su médico pero no pudo, después trató de leer su expediente para saber que tan mal estaba todo pero también se lo prohibieron.

-¿que va mal?- le pregunto a su esposo, Arthur no lo miro directamente a los ojos, fue otro indicio de que algo le estaba ocultando.

-¿hace cuanto que no llevas tu anillo?- le dijo, tomó asiento en el incómodo sofá en el que momentos atrás estaba Gwen sentada, acarició su mano y se la llevó a sus labios, su piel estaba fría.
La beso, mientras murmuraba cosas que Merlin no era capaz de entender.
Le ponía feliz cuando Arthur le hacía esos pequeños mimos, sentía sus labios cálidos y suaves besar su mano con una adoración que a Merlin le daba miedo.

-Mis dedos adelgazaron más que tú- ambos se rieron por que desde hacía unos meses Merlin se quejaba del peso extra de su marido.

-aquí vamos de nuevo con mi peso ¿sabes que afectas mi autoestima?- se acercó lo más que pudo y le dejó un beso, sus labios estaban secos y rasposos.
El rubio se había dado cuenta que a Merlin le costaba tomar la iniciativa.

-pensé que tu autoestima estaba mejor protegida que el banco principal de Londres- ambos se mantuvieron así, juntos y bromeando cada uno sobre el aspecto del otro, Arthur se había dado cuanta que a Merlin le gustaba insultar su enfermedad, el psicólogo le había informado que era una autodefensa que el pelinegro había inventado para  mantenerse más seguro.

-seguro que si mi esposo me ayudara más en cuanto a la condición física- movió su cabeza de un lado a otro exagerando sus movimientos para que concordara con la voz risueña.

-¿necesitas mucha motivación querido?- le repregunta Merlin jugando con las manos de Arthur.
Este no dijo nada, sus ojos azules se concentraron en observar al hombre delante de él, su estado físico estaba deteriorado y parecía que se había convertido en papel.
Volvió a dejar otro beso y apoyó su frente con la de Merlin.

-té traje un regalo- le susurro y de nuevo le dio un beso.

-estamos en un hospital, donde las paredes son de vidrio, el sexo no sería aún buen regalo- Arthur frunció el ceño de manera graciosa.

-tu...eres un completo pervertido- uno de sus dedos tocó suavemente su pecho -mi regalo esta - se esculco las bolsas pero no lo encontró, Merlin volvió a reír feliz, por lo descuidado que podía llegar a ser su esposo.
-!ah¡ justo aquí- tocó detrás de su oreja y sacó una cadenita delgada, el colguije era su anillo.
Lo abrocho, su pecho relucía ahora lo que había sido una promesa y un comienzo.
-es momento de irnos, así que vamos a quitarte ese horrible bata y te pondremos tú estilizada pijama- Merlin tenía lágrimas en sus ojos cuando volvió a dirigirle la mirada.

-¿ya te e dicho que amo?- Merlin le expresó, Arthur lo observo con ternura.

-siempre-
...

Arthur lo guió asta el auto, la silla de ruedas siendo ahora parte de cada excursión que daban.
Sin ayuda de ninguna otra persona el rubio lo levantó, estaba más delgado de lo normal, siempre se lo hacía ver.
Lo ayudo a subir al auto y después entró el, escuchó como ordenaba al buen Raul.

-¿que está pasando? - le dijo, la duda brillaba en los ojos claros de Merlin, aún no lo había olvidado y no dejaría el tema por La Paz.

-tendrán que cambiar tu tratamiento, será más complicado pero no estarás solo- Arthur tomo con cuidado las manos de Merlin y pasó su brazo por sus hombros.

-esto se salió de control, tú y yo teníamos un plan para cuando esto se saliera de control- Merlin acaricio la mano que su pareja le daba.
-me tienes que dejar ir- Arthur lo trajo más contra el.

-saves que soy un ser muy egoísta ¿verdad? No está en mis opciones dejaste ir... no escaparas de mi tan fácil- sus ojos estaban nublados por las lágrimas.

-se que eres egoísta y una parte de mi se siente grandiosa al saber que eso causó cierto atractivo en tú persona... uno no se entera todos los días que lo que más protege el futuro rey sea a su esposo, bueno después que a su ego- ambos dejaron salir una risa.

-entonces solo te suplico que te quedes un poco más... unos cuantos ¿milenios? -
Merlin no contesto, no estaba en sus manos su vida, acarició las palmas de Arthur, quería darle confort.
Sabía que Arthur estaba sufriendo y no dudaba que sufriría su partida, pero ahora.
Ahora se sentía cansado y su cuerpo parecía obedecer cualquier orden menos la suyas.
Merlín intentaría aguantar por Arthur pero era algo que parecía muy difícil.
...
Espero les guste los leo después ☺️

Miedo al destino Donde viven las historias. Descúbrelo ahora