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Arthur observo la traqueotomía que adornaba el cuello pálido de Merlin.
Se había llevado un buen susto, Arthur reposo la cabeza en la incómoda cama de hospital, tenía una de las manos de Merlin a ferrada a el.
Escuchó como la puerta de abría.
No tubo que darse la vuelta para saber quien era, Lancelot colocó su mano en el hombro en señal de apoyo.
No tenía por que preguntar, después de todo la escena que mostraban dejaba en claro que nada estaba bien.
Habían estado festejando su cumpleaños.
Arthur se esmeró en preparar un picnic, sus amigos le habían ayudado, cargando las mesas, sillas y un toldo, para protegerse del sol.
Morgana, Gwen y el se habían encargado de la comida.
Arthur le pidió algunos consejos para preparar con excelencia una tarta de fresa.
A Merlín le fascinaba la fruta, parecía recordarle algo bueno, algo que no quería olvidar.
Arthur recordaba ese día cada que comía, veía o olía la fruta.

Era uno de los primeros casos de medicina que Merlin tenía como doctor.
Una chica de cabello negro y unos impresionantes ojos.
Había muchas cosas que descordaban en el cazo y a pesar de todo Merlin la siguió tratando.
La chica se sentía muy agradecida y solía llevarle una canasta llena de fresas cada vez que tocaba consulta.
Su nombre era Freya, Arthur solo pudo conversar una vez con ella, aún así le pareció grandiosa.
Merlin se enfoco tanto como pudo en su caso, busco la opinión profesional de todo médico que pudiera abrirle la puerta y saciar su duda.
Lamentablemente Freya murió un abril, aún recordó como Merlin se dejó caer en sus brazos, como lloró y se culpó durante meses.
Era su primer paciente y no la había salvado, después de mucho hablar y la ayuda de sus seres queridos Merlin salió de esa desprecian y auto desprecio en el que el mismo se había envuelto.
Ahora la fresa se había convertido en su fruta favorita y a Arthur le gustaba consentirlo.

El sol se reflejaba contra los cristales detrás de ellos, Merlin llevaba un traje de tres piezas en un tono azul marino y una camisa de botones blanca, la pañoleta del mismo color que la camisa hacía que su cara se viera más pálida.
El traje le quedaba flojo por la rapidez con la que su cuerpo estaba perdiendo peso.
Y a pesar de que no se sentía del todo bien sonrió ante todos y disfrutaba la velada.

-saben que la probabilidad de morir incrementa un seis por siento el día de tu cumpleaños- Merlin dejo salir el dato mientras disfrutaba del corte de carne con vegetales.

-¿por que estamos hablando de muerte? Deberíamos de hablar de cómo es que le ganaste a todos en el ajedrez, tú cerebro es muy grande- alegó Gwaine con la boca llena de pure, Merlin solía hablar de la muerte sin miedo, el solía decirles como quería que fuera su funeral o lo que tenían que hacer tras su partida, algo que incomodaba a todos y siempre terminaban por cambiar el tema abruptamente.

-sospechó que me dejaron ganar- sonrió de lado mientras jugaba con los vegetales.

-¿como puedes dudar de tu propia sabiduría?- Persival dijo aquellas palabras con una mueca exagerada de indignación.

-por que los conozco-

-deja de jugar con la comida y cómela o no tendrás tarta... una tarta echa por estas preciosas manos- Arthur also su manos y las expuso con mucho orgullo, vio a Merlin reír y como Gwaine puso los ojos en blanco aunque la sonrisa que tenía le dejaba en evidencia que se divertía.
-de verdad que sufrí mira- also su mano derecha y señaló su dedo índice, tenía un tono rojizo.
-me queme- frunció el ceño, Merlin tomó su mano y besó su dedo.

-Sanará muy pronto- le dijo.

-no me convencerás de nada si no comes tú plato-

-es mejor que le hagas caso, no lo viste llorar cuando el segundo tarta se quemo... en verdad que se esforzó- Morgana platico la anécdota conteniendo la risa.
Y Merlin decidió dejar de lado el jugueteo y llevar la primera cucharada a su boca.

Destapó los múltiples regalos, el que más le gustó fue el de su tutor y casi padre Gaius, un pañuelo suave y bordado a mano, a pesar de si agradeció a todos.
Estaba charlando con Leon sobre historia, este le había dado un libro viejo y maltrecho que tenía la historia de la medicina antigua, fue otro de sus regalos favoritos.
Se levantó de la silla para caminar lejos, necesitaba respirar, todos estaban entretenidos, charlaban y reían, era la primera vez desde el inicio de su tratamiento que todo parecía perfecto.

Podía escuchar las risas de sus amigos, los pasos amortiguados por el césped, como Gwen daba vueltas entre los brazos de su novio, la música dándole un ambient más simple y divertido.
Vio a Arthur, feliz mientras danzaba con su hermana.
¿Cuanto tiempo había pasado lejos de todo ese panorama?
Lejos de esa felicidad y tranquilidad.

...
Cuando abrió sus ojos, sintió que todo andaba mal, la cabeza parecía no parar de girar y su vista no enfocaba nada, se llevó las manos a la pequeña molestia que sentía en su garganta y lo que encontró lo dejó helado.
Vendas, tenía una intravenosa y Arthur parecía profundamente dormido en esa incómoda silla.
El ya no quería nada de esto, comenzó un llanto silencioso que de repente se volvió fuerte.
Arhur se levantó de un salto de la silla y estuvo con el abrazándolo.
-¿Te sientes mal? !enfermera¡ !doctor¡ !ayuda¡ !alguien¡- grito Arthur con desesperación, la puerta se abrió y de repente estaba llena de personas con trajes azules y batas blancas.
La felicidad era efímera y la tranquilidad ahora era algo imposible.
....
Espero les guste ☺️
Y estén preparados para todo 😐

Miedo al destino Donde viven las historias. Descúbrelo ahora