Epílogo

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-¿fue difícil?- la voz lo saco del trance en el que se había perdido el solo, Arthur dejó de lado su copa de whisky.
Su hijo caminaba hacia el, su figura aún oculta entre los pasillos oscuros de la biblioteca.
Se había convertido en su refugio, era el único lugar en donde sentía que el aún estaba acompañándolo.
Que su Merlin no lo había abandonado.
No se había marchado aquel marzo.

-¿que fue difícil?- le preguntó a la nada, escuchó los pasos acercarse y tan solo unos minutos más la luz de su lámpara de mesa alumbraba a su segundo hijo, llevaba un traje de sastre con un moño color rojo sangre, pero era  su cabello asaballeche y su sonrisa lo que siempre le hacia ver a Merlin en él.
Lo único difícil fue que lograran engendrar hijos, una larga espera por que la esperma fuera viable y esta se aceptará en la madre sustituta.

-cuando papá se marchó- Arthur aún temblaba cuando alguien nombraba a Merlin, pero ya había superado por fin el hecho de que sus ojos lloraran cada que alguien hacía mención de él, después de todo, era Merlin un chico brillante en todo los aspectos de la vida.

-lo sigue siendo- le respondió y abrió sus brazos para que el niño pudiera sentarse en su regazo.
Merlin había tenido una recuperación después de un largo tratamiento.
Solo un año y medio después ambos se habían tomado enserio la idea de engendrar hijos propios.
——-

-son buenas noticias mi rey- le dijo el doctor aquella mañana y Arthur sintió una corriente cálida y vibrante.
Que lo hizo poner en pie y abrazar a su esposo, Merlin tenía los ojos humedos y temblaba.
-el cancer esta controlado... por ahora- cruzó sus dedos por encima de la mesa y observó a Merlin.
-se que sabe que puede pasar doctor- Merlin asintió.
-recuerden que el Cáncer es como un Leon que invierna, dormido y tranquilo asta que la primavera aparezca y el tenga hambre, el puede regresar, más feroz y más hambriento-
Sabían lo que podía pasar pero ahora aprovecharían la oportunidad y el tiempo.
....

La espuma que la botella de champán escurría manchando sus manos y su traje.
Arthur la agitó con fuerza y la llevó hacia el cielo esto provocó una explosión que bañó a más de un invitado.
Merlin tubo su último tratamiento esa tarde, el doctor le había dejado en claro que el Cáncer que aún persistía en el cuerpo de su esposo ahora estaba encapsulado y se podía tratar con simples pastillas.
Esto provocó una gran y grata celebración, con música fuerte y una mesa larga llena de la más deliciosa comida.

-!amigos nuestros¡ alzar nuestras copas- el vino blanco salpicó un poco el mantel de la mesa por los movimientos bruscos que Arthur provocaba.
Su felicidad más que poder verla se podía sentir.
Emanaba como la sabía de los árboles, sonrió hacia Merlin, el alzó su copa con jugo de betabel.
Bebió de la copa después de decir salud.
Sus labios aún estaban agrietados y secos pero el color del betabel los dejó de un rojo fuerte que provocó en Arthur un sentimiento qué tal vez solo los mejores guerreros que salían triunfantes de la batalla en la historia habían tenido el derecho a sentir.
Como si acabara de ganar la más sangrienta de las batallas.
Se acercó a Merlin y lo abrazó, lo puso de pie con delicadeza y lo besó.
Ahí delante de todos, sin sentir algún tipo de vergüenza.
Su boca tomando el sabor de la verdura, que traía el color rosa.
Su gente se quedó ahí, cuando ambos estaban regulando se respiración.

-té amo más que a mi propia vida- Arthur acaricio su afilada barbilla.
Cuando Merlin levantó sus ojos, lo único que vio fue como los miedos de Arthur se iban desprendiendo de sus ojos, estaba llorando y pronto el mismo Merlin lo seguía.
-eres más valiente que cualquiera de los presentes-

Tomó de nuevo entre sus brazos el delgado cuerpo de su esposo y lo alejó, la musica los hizo bailar.
Esa noche se entregaron de nuevo, está vez sintiendo todo mas real, sin miedos y con un calor que aún no terminaban por comprender pero que seguía siendo más embriagante que el vino.
——-
Arthur se quedo callado, su hijo lo imitó.
Durante un largo rato solo se escuchaba el respirar pausado de ambos.
Acaricio el cabello negro como el carbón y se dejó caer por completo entre el respaldo de su sillón.
Recordó cuando Gwen sugirió el método de injerto de espera en una madre sustituta.
Había una montaña de papeles que resolver y firmar, que las madres no terminaran por extorsionarlos en cuanto supieran de quien serían sus hijos.
Más papeles que indicaran que ambos niños podrían obtener el papel de rey.

Miedo al destino Donde viven las historias. Descúbrelo ahora