un bătrân Vânător printre eroi

Ataúd vacío.

6 años...

Eso es mucho tiempo para cualquier evento que transcurrió en el pasado. Desde los estudios académicos, una promesa, una perdida...

Mucho tiempo a pasado desde el suicidio de el más joven de los Midoriya, y las cosas cambiaron para mejor o peor.

En los primeros dos años el duelo de los progenitores fue desgarrador, especialmente para inko que tuvo que seguir una guía médica.

La depresión la estaba matando lentamente, no podía dormir más de tres o cuatro horas en los días buenos ya que aveces ni siquiera podía bajar las pestañas sin ver la sonrisa de su niño.

Con la comida no era mejor aveces le daba ataque de ansiedad y comía en grandes excesos, otras no comía en todo el día sin importar que tanto lo intentará.

El punto de mayor inflexión fue cuando intento suicidarse para "poder volver a ver a su pequeño", sino fuese por Hisashi que reaccionó a tiempo antes que pasase a mayores.

Hablando de Hisashi quien aunque fuerte por su amada no está del todo mejor, ningún padre debería enterrar a sus hijos.

Cuando recibió la noticia simplemente se desmoronó, lloro amargamente mientras estaba solo en su departamento, no podía recibir ni dar un reconfortante abrazo pues su esposa estaba al otro lado del mundo

El pensar que todo esto no hubiera si él hubiera estado presente y apoyar directamente a su hijo, no lo dejo dormir esa noche.

Cómo pudo hizo todo para volver a Japón lo más rápido posible, incluso si eso significaba a renunciar a su trabajo. Al llegar a Japón lo primero que hizo fue ir directamente a la funeraria donde estaba preparando a su amado niño, su "conejito verde" como él le decía con todo amor fraternal.

Y ahí lo vio finalmente... Se suponía que lo iba a ver en su cumpleaños no así...

En el ataúd se encontraba imposible el más pequeño de la familia, su rostro pálido y gélido que no decía nada más que tristeza y paz. Sus manos llenas de cicatrices y moretones juntas en su pecho estaba sosteniendo su peluche favorito de all might.

Y voltio a ver a su esposa para abrazarla y llorar con amargura en su hombro.

Ningún padre debería de enterrar a sus hijos...

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El tiempo paso y en la actualidad la heridas sanaron, la pareja soporto su duelo, Hisashi encontró un nuevo trabajo en Japón que incluso le pagaban más que el anterior, inko pudo salir de su cuadro depresivo, aunque en el proceso fue ganando peso, cosa que a su esposo no le importo en lo absoluto.

Una ves al mes visitaban la tumba de su hijo, le contaban lo último que le había pasado a la fría piedra, celebraban su cumpleaños y su día de partida.

Hicieron las pases con los bakugo y las dos familias volvieron a ser amigas, aunque al principio fue difícil, vieron lo arrepentido que estaba el adolescente que se ahoga en arrepentimiento y automartirios

Aunque la pareja había recobrado un poco del brillo, nunca olvidaron a su amado hijo.

Por el otro lado de la moneda en la familia de los bakugo que aunque se veían afectados ningún otro miembro sufrió tanto las represalias como katsuki.

Después de las investigaciones él adolescente declaró todo lo que le había hecho al peliverde, los golpes, los insultos, las humillaciones y de como él le sugirió el suicidó...

Fue declarado inestable emocionalmente y con problemas de irá, rápidamente fue llevado a un psicólogo, empezó a tomar medicamentos para controlarlos, aunque también empezó a tomar antidepresivos y calmante para dormir.

La razón eran sus recurrentes pesadillas. Al principio no eran tan terribles, pero con el paso de los días se volvieron peores, soñaba con los maltratos que le daba al peliverde para que después todo se volviera oscuro.

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Callo en un mar turbio y helado, sentía como las olas lo golpeaban y por más que quisiera salir a flote sus pies se sentían pesados.

Un rascacielos se alzaba de bajo de él, mientras que un sollozante niño de cabellera verde aparecía de pronto en los límites del barandal.

Bakugo trataba de gritarle que se alejara del precipicio mientras que trataba de correr hacia él, pero de su boca no salía más que sangre negra y sus pies eran sujetados por pequeños seré blancos y deformes.

El niño lo volteo a ver mientras susurraba palabras inentendible para su ser, y se arrojo de cabeza al terrible mar.

Un grito gutural y bestial resonó por todo el lugar mientras una gran luna roja bajaba hasta el infinito cuerpo de agua.

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Bakugo despertó sudando y gritando en shock mientras se sujetaba la cabeza.

La luz de su habitación fue prendía por sus padres que se despertaron enseguida.

No pudieron hacer mucho pues su hijo se paro de su cama y salió corriendo de su habitación para salir despavorido de su casa.

Mitsuki: -¡MOCOSO ESPERA, KATSUKI!- los gritos fueron en vano pues su hijo no paro de correr.

Lo único que pudieron hacer fue seguirlo desde muy atrás, recorrieron callejones mientras que la mamá del adolescente trataba de hacerlo razonar.

Pronto Mitsuki y Masaru reconocieron el camino hacia donde su hijo iba, el cementerio donde fue enterrado izuku.

No era la primera vez que pasaba, ya que desde el primer año de la muerte del niño era común que katsuki se escape una o dos veces a la semana.

Pero esto era diferente, nunca se había despertado tan asustado ni apresurado.

Pronto llegaron a su destino, las rejas no sirvieron de mucho pues el adolescente las explotó apartandolas de su camino.

Cuando llegó a la tumba quedó horrorizado, se sujeto la cabeza mientras que caía arrodillado.

Sus padres llegaron a su lado para tener la misma sensación de horror, Mitsuki se tapaba la boca y Masaru no podía creer lo que sus ojos veian.

La razón era que el lugar donde fue enterrado en pequeño Midoriya estaba profanado, la tierra escarbada estaba regada alrededor, marcas de uñas y el olor a pólvora y hierro se respiraba en el aire.

pero la razón del pavor era que el ataúd se encontraba...

Vacío.

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Fin del cap