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Suspiré prendiendo los últimos botones de mi camisa.

Ahí estaba, frente al espejo, observando lo hermoso que lucia; mis ojos estaban más azules que nunca y por primera vez mi cabello se había quedado en un perfecto jopo y sin necesidad de usar gel. Llevaba la camisa arremangada, dejando ver por completo el tatuaje del ave en mi brazo, cerca de mi codo.
Unos pantalones negros se ajustaban perfectamente a mi cuerpo, resaltando mis elogiadas curvas y unas Vans negras, como siempre.

Prendí otro cigarrillo y dejé salir el humo hacia arriba, pensando que era la tercer caja del día, y aun no lograba olvidarme de sus rizos.
Hice un pequeño movimiento para que las cenizas cayeran al suelo y caminé hasta la esquina de la cama, sentándome al borde en el colchón. Pasé las manos por mi cara, intentando no desordenar mi cabello, el cigarrillo aún seguía humenado cuando observé la hora en el celular.

—Hora de irnos.—susurré casi para mi mismo.

El portazo resonó en toda la habitación al igual que el chasquido de mis zapatillas que me dirigían hacia la salida.

Arthur me esperaba frente al auto, al igual que todas las noches.

—Buenas noches, ¿al bar?

Asentí.—Buenas noches, como siempre.

(...)

—¿Quién canta?—preguntó Charlotte, acercándose a mi mesa con dos vasos de whisky balanceándose en sus manos.

Me encogí de hombros y asentí en agradecimiento cuando ella dejó el vaso sobre la mesa.
Llevé el cigarrillo a mis labios y aspiré profundamente, sintiendo el humo quemarme los pulmones. Marchitándolos.

—El nuevo cantinero. ¿Qué opinas?

—Es parecido a Alex.—soltó como si fuera una simple opinión. Tomé el vaso y lo llevé a mis labios, haciendo fondo blanco y pidiendo otro mientras el líquido me quemaba por dentro.—No tenes que hacer esto, Lou.

—Lo extraño Lotts, no lo puedo sacar de mi cabeza. Es como si todos sus recuerdos me atormentaran a diario.

Charlotte me abrazó con fuerzas, sus brazos eran mi lugar seguro.

—No fue tu culpa. Lo sabes.

—Si lo fue, él no tendría qu...

—Voy a cantar una canción especial.—Harry hizo que el bar completo quedara en silencio.

Yo volteé a verlo, sus ojos verdes brillaban como la luna y el lucero, sus rizos chocolate eran mi debilidad, su traje negro con rayas blancas se ceñía tan bien a su cuerpo, haciéndome morir de ganas de tenerlo bajo mi piel.

Carraspeó.—Espero que la disfruten tanto como yo.

El micrófono dejo oír un pequeño chirrido y luego el sonido de una guitarra conectarse al parlante retumbó en todo el bar antes que la melodía comenzara a sonar.

No pasaron ni dos segundos para que yo reconociera la canción. Apoyé el cigarrillo en el cenicero y me puse de pie, dispuesto a irme. No quería escucharlo.
Charlotte me detuvo tirando de mi brazo con fuerza y me obligó a sentarme de nuevo.

—No podes irte ahora, Louis.

—Yo puedo hacer lo que quiera, él no tiene derecho a decir que esa es su canción especial.

—No todo es sobre Alex. Tenes que superarlo.—prendí otro cigarrillo, olvidando por completo él que estaba en el cenicero, y aspiré con fuerzas, ahuecando mis mejillas.—Por favor.

Peaky Blinders.  [L.S] ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora