EPÍLOGO

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10 años después.

Magnolia Tomlinson Styles.

Crecí en un hogar donde el amor siempre fue lo principal, donde yo era la única cosa importante en la vida de mis papás y sobre todo sabiendo que debo que tratar a las personas con amabilidad.

Sin olvidarme que jamás puedo aprovecharme del hecho de ser parte de la mafia inglesa.

Mis papás me enseñaron a defenderme, a conocer los lugares estratégicos de escondite de casa, como cargar y disparar un arma. Ellos querían que estuviera preparada para cualquier situación.

En fin, no era fácil ser la heredera de los Peaky Blinders, a veces resultaba tan cansador que lo detestaba.

En la escuela casi no tenía amigos, a todos les asustaban mis papás y lo que puedieran hacerles. Sabían perfectamente el uso de las boinas y que, por alguna extraña razón, Louis tenía una espada en uno de los floreros de la entrada.

—¡Magnolia no vuelvo a repetirlo!

Escuché el grito de mi papá y sabía que no hablaba en vano. A veces, cuando no hacia caso, no me dejaban salir con mis amigas por un mes como castigo. Lo detestaba.

Peiné mis cabellos en una alta cola de caballo y acomodé los pequeños bucles que se formaban como una onda despeinada al final de éstos.

Toda mi vida los había tenido, me hacía acordar a los de mi papá Harry.
Jamás lo había visto, Louis le prohibía, por alguna razón, dejar crecer su cabello, pero en las fotos que estaban sobre la chimenea, sus rizos se veían definidos y el cabello le llegaba por los hombros, en otras tenía una gran bandana con la bandera de Estados Unidos que le mantenía el flequillo alejado de su rostro.

Mis padres me habían teñido el cabello desde que yo era niña, y odiaba el color negro. Pero me dijeron que esa era la única condición que tenía que cumplir si quería seguir saliendo sin seguridad. Según ellos era para que los demás mafiosos no me reconocieran.

Igual, este último tiempo, había estado usando un shampoo especial a escondidas de ellos y con la ayuda de Olga, la encargada, para recuperar aunque sea mis destellos dorados.

Terminé de prender la camisa del uniforme y luego la metí dentro de la corta pollera a cuadros color azul. Doblé mis medias para acortarlas un poco, odiaba llevarlas tan largas. Metí mis pies en mis zapatos y estiré mi mano para tomar la mochila que descansaba en la silla.

Salí de mi habitación y corrí escaleras abajo, sabía que se me hacia tarde, pero no me gustaba levantarme temprano.

—Rápido señorita, su padre está muy enojado.—Olga tomó mi mochila al mismo tiempo que me acomodaba la corbata.

Olga era como mi abuela, esa que nunca conocí porque mis papás decían que ambas murieron antes de que yo naciera. Sabía que mentían, Harry lloraba por las noches mientras Louis lo consolaba diciéndole que en algún momento volverían a hablarle y querrían conocerme.

Estaba segura que hablaban de mi abuela y de mi tía. Jamás había visto a ninguna, pero juraba que debían parecerse a él.

Nunca me contaban nada de ellas, y aunque quisieran protegerme de todo el mundo exterior, me hubiera gustado conocerlas.

—Listo.—Olga planchó con sus manos arrugadas el final de la corbata y me miró a los ojos antes de besarme la frente, justo como todos los días.—Diré que usted tenía problemas con el uniforme, no se preocupe.

Peaky Blinders.  [L.S] ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora