Peaky Blinders. [L.S] ✔

05

Pasé las manos por mi rostro y tiré mi cabello mojado hacia atrás, fue una larga reunión con los rusos para que aceptaran unir fuerzas conmigo.

Lo único en lo que pensaba era en cruzarme con sus ojos, o aunque sea sentir su aroma y caer a sus pies un rato más. Pero incluso fue mucho mejor lo que encontré cuando entre a mi pequeña oficina; Harry durmiendo en mi sillón, dejando su calor corporal y su perfume grabados allí, para que pudiera sentirlo todos los días.

Estaba sonriendo sin darme cuenta mientras me acercaba lo suficiente como para poder observar que dormía con la boca abierta y que el aire que exhalaba hacia mover los largos rizos que caían por sus facciones. Su perfecta nariz estaba colorada en la punta y tenía los ojos cerrados con fuerza.
Me permití tocar uno de esos rizos chocolate y me sentí en la gloria otra vez, sintiendo la suavidad y la perfección de éstos.

Harry se quejó, como si estuviera a punto de despertarse. Yo no podía dejar que él supiera lo que yo sentía, así que me alejé de él y me senté en el pequeño sillón que se encontraba al frente del de forma de U y prendí un cigarrillo.

Actuando normal.

—Harold.—lo llamé despacio y sus ojos verdes se abrieron de a poco. Mi corazón se sacudió contra mis costillas, mis ojos se iluminaron al encontrarse con los suyos.

Harry, ¿qué estás haciendo conmigo?

—Necesito que me acompañes.

—¿Dónde?

—Un trato.—me encogí de hombros, intentando disimular el torbellino de emociones en mi cabeza.—No te preocupes por la ropa. Arthur se va a encargar de traerte un traje.

—¿Y si yo no quisiera?

—Eso no fue una opción.

(...)

Harry Styles.

La noche caía en Doncaster y yo estaba a punto de tomar un baño cuando mi celular vibró con fuerza hasta caer al suelo.
Bufé poniendo los ojos en blanco y levanté el aparato, lo giré despacio con miedo a que la pantalla se hubiera roto y cuando comprobé que todo estaba bien, deslicé mi dedo por el botón verde.

—¿Simon?

—Quiero que observes todo lo que ocurre hoy. Ante la más mínima información de donde se encuentran esas armas, me llamas.

—Ajá.

—Harold, es en serio. No querrás que tu hermana salga perjudicada en todo esto.—cortó, haciendo que me quedara con un montón de palabras atoradas en la garganta.

Apreté el puño con fuerza, la ira corriendo por cada vena y arteria de mi cuerpo, por todo mi sistema sanguíneo y explotando en el nervioso.

Él sabía cuanto era que mi hermana me importaba, y la usaba para extorsionarme y lograr que cumpliera con mi trabajo. Para que él pudiera ser el gran Simon Cowell, quien atrapó al mafioso Louis Tomlinson y terminó con su reinado de maleficencia.

Dejé el celular sobre la tapa del inodoro y me bañé con ligereza. Recogí mi cabello en un turbante y decidí que no iba a llevar ese traje, o por lo menos no todo de él.

Realmente, ¿quién era Louis Tomlinson para decidir sobre mi?

Tomé el pantalón y la suavidad de la tela me hizo cosquillas bajo la yema de mis dedos, era carísimo, ni siquiera con tres de mis sueldos podría acceder a uno. Lo deslicé por mis piernas y lo prendí a la altura de la cintura; marcaba mis muslos y tenía dos pinzas en mi trasero, resaltándolo también.